lunes, 9 de marzo de 2015

¡OUCH! ¡AUCH! ¡AY!


"Y si no echareis a los moradores del país de delante de vosotros, sucederá que los que dejareis de ellos serán por aguijones en vuestros ojos y por espinas en vuestros costados, y os afligirán sobre la tierra en que vosotros habitareis." - Números 33:55

    La posesión de la tierra prometida era prácticamente un hecho consumado, dado que la promesa de Dios se había cumplido al pie de la letra e Israel ya se encontraba próximo a cruzar el Jordán y comenzar las batallas contra los moradores de Canaán. 
    El capítulo treinta y tres de Números contiene dos asuntos principales: Un repaso del pasado de Israel desde su salida de Egipto y una anticipación del futuro cuando entrarían en la tierra. Aunque habían sido un pueblo de dura cerviz, igualmente Dios en su bondad y gracia los dirigió hasta el lugar en que ahora se encontraban, listos a entrar en la posesión de la promesa.
    Esta misma anticipación del futuro incluía la prohibición de concesiones con las naciones cananeas que se hallaban bajo juicio divino ya de largo tiempo por lo que una alianza de cualquier tipo y característica ocasionaría sobre Israel el devenir de los mismos juicios sobre ellos. Pero aparte de esta disciplina divina, también estaba la advertencia acerca de las consecuencias inmediatas de la concesión con los paganos; esto se describe como aguijones, espinas y aflicciones. 
    Las concesiones con el pecado, llevadas a cabo a través de la permisividad de transgresiones reiteradas y apreciadas, o por medio de la comodidad carnal que se adquiere cuando la cosmovisión bíblica deja de ser parte integral del hijo de Dios; son concesiones fatales que estorban definitivamente cual aguijones y espinas en la vida del creyente.
    "Los que dejareis de ellos", no importa cuáles. Porque es costumbre de nuestros corazones engañosos cuando no están bajo la protección de la gracia de Dios, el hacer una lista discriminatoria a fin de otorgarle espacio a aquellos pecados que más apreciamos y que aseguramos serán fáciles de erradicar cuando haga falta. "No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa?" (1 Cor. 5:6).
    La carne y Espíritu nunca podrán habitar juntos; entonces no hace falta concederle lugar a la carne sino más bien tomar posesión de las promesas claramente expresadas para nosotros, "porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." (Ro. 8:13); "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias." (Ro. 6:12).
    Echa fuera todos los cananeos de tu vida, ya no hagas concesiones que te costarán la paz y el gozo de servir a Cristo abundantemente y deleitosamente. Disfruta de la posesión por la promesa de la cruz y evita tener que padecer como los que no tienen en cuenta a Dios en sus vidas.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013 
    

No hay comentarios :

Publicar un comentario