miércoles, 26 de agosto de 2015

¿QUIÉN TE AYUDA?

"Al egipcio y al asirio extendimos la mano, para saciarnos de pan" - Lamentaciones 5:6

    Casi terminando sus lamentaciones, Jeremías hace un repaso de la aflicción del pueblo bajo la mano disciplinaria de Dios; una marca en la historia de la nación quedará indeleble en sus recuerdos. El profeta comprende que llegará el final de la corrección para Israel - "Se ha cumplido tu castigo, oh hija de Sion; nunca más te hará llevar cautiva" (4:22); y comienza su último lamento abogando a la memoria de Dios para que tenga misericordia de ellos - "Acuérdate, oh Jehová, de lo que nos ha sucedido; mira, y ve nuestro oprobio." (5:1).
    Este repaso en la mente de Jeremías no pasó por alto una de las razones del cautiverio, a saber, la alianza con naciones extranjeras y la búsqueda de ayuda fuera de Dios y sin tenerlo en cuenta. Dos naciones -Asiria y Egipto- fueron la esperanza para la provisión económica de Israel, mientras dejaron de lado a su Redentor. Lo dijo también el profeta Oseas - "Efraín fue como paloma incauta, sin entendimiento; llamarán a Egipto, acudirán a Asiria." (7:11). Los libros históricos de la Biblia confirman lo dicho por Jeremías y Oseas.
    Cuando los ojos son quitados de Dios como el único proveedor, rápidamente buscamos saciarnos en lo que no aprovecha. "¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?" - pregunta Dios a través del profeta Isaías- (55:2). Una manera de hacer esto, es extender nuestras manos a lo temporal para saciarnos de ello y dejar de lado lo eterno que proviene de la mano de Dios. La cosmovisión del alma se torna mundana y no celestial. Perseguimos mejor remuneración laboral sólo para saldar cuentas que hemos adquirido como resultado de cosas que no son importantes y que le han quitado el lugar que le corresponde a Dios en nuestras vidas. Paulatinamente extendemos nuestras manos a lo que no hemos traído al mundo y que tampoco hemos de llevarnos de él.
    Hay que hacer una pausa en el alma, sacudirnos de aquello que terminará dañándonos y orar como el profeta Jeremías al final de Lamentaciones - "Vuélvenos, oh Jehová, a ti, y nos volveremos; renueva nuestros días como al principio" (5:21) ¿No deseas esos días, cuando solamente Jesucristo era tu gozo y todo tu deleite? ¿No anhelas una comunión limpia con tu Salvador?

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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