jueves, 31 de diciembre de 2015

"HAGAMOS AL HOMBRE... MOREMOS CON EL HOMBRE" (Última meditación, BMO finaliza sus publicaciones aquí)

"Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios" - Apocalipsis 21:3

    Cuando alguien llega a este punto en la lectura de la palabra de Dios, y habiendo experimentado su gracia para salvación, entonces toda la historia revelada en este libro inspirado le comunica un mensaje que no admite otra cosa que no sea una exclamación de alabanza y una actitud de adoración hacia Dios. Es él quien ha sido victorioso y permanece en su trono aún cuando el pecado y Satanás procuraron a través de los siglos destruir y desacreditar definitivamente su obra. Finalmente Cristo reinará; su obra de redención será la joya que brillará por toda la eternidad, y la misma eternidad en juicio y castigo durará para todos los enemigos de Dios.
    Al inicio de la escritura, en el primer capítulo del Génesis y en el sexto día de la creación, se le oyó decir a Dios, "Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza..." (Gn. 1:26); y esto fue la corona de su obra creadora. Dos capítulos más adelante y como consecuencia de la desobediencia del hombre leemos, "el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios" (Gn. 3:8); y al final del mismo capítulo se registra esta inmutable decisión divina, "Echó, pues, fuera al hombre" (Gn. 3:24). Luego se desarrolló toda la historia de la salvación a través de los 1.189 capítulos y 31.173 versículos que posee la Biblia, y que incluyó la otra obra de Dios y aún más maravillosa que la primera, la Redención del hombre.
    Ahora, llegando al final de la escritura, y luego que el apóstol Juan registra la condenación eterna de los pecadores, Satanás y toda la inmundicia de este mundo; es entonces cuando se oye la gran voz del cielo expresando lo que es nuestro texto de cabecera de hoy; algo que hace eco de la primer vez que Dios hizo mención del hombre en Génesis 1:26. Entonces fue "Hagamos al hombre"; ahora es " (Dios) morará con ellos... Dios mismo estará con ellos..." ¡Qué victoria y qué gloria! ¿Quién no puede ver la gracia de Dios de principio a fin en la Biblia? 
    Querido lector, a través de todo este año hemos recorrido la palabra de Dios de una manera sencilla, pero no sin remarcar una y otra vez que es menester responder afirmativamente a sus interminables invitaciones a creer en Cristo y a sus inigualables expresiones de gracia para con todos los que creen. ¿Cómo finalizas el año? ¿Posees esta esperanza de que morarás con Dios como "tu Dios"? Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo. Amén.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

miércoles, 30 de diciembre de 2015

ESTÁS O NO ESTÁS, ESA ES LA CUESTIÓN

"y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero... La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será." - Apocalipsis 7:10; 17:8

    La controversia seguirá hasta que los tiempos terminen; la teología continuará discutiendo el asunto, expresando diferencias y procurando muchos defender un punto por encima del otro. ¿De qué estamos hablando? Pues de la salvación, el perdón de pecados y la vida eterna como un asunto ya destinado desde antes de la fundación del mundo. No se trata de cuestionar en qué consiste la misma ya que la Biblia es ampliamente clara acerca de ella como un asunto que tiene que ver con la fe que Dios origina en el corazón del pecador, y que éste deposita en una obra hecha completamente por Dios, y sin una pizca de apoyo en las obras humanas para su obtención, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Ef. 2:8-9).
    Sin embargo, si se trata del origen de esta salvación y los destinatarios de ella, entonces la situación cambia porque hay quienes sostienen que Dios ha hecho todo en Cristo, y el pecador es quien decide confiar en él; haciendo de esta manera resistible la gracia de Dios. Y por otro lado, quienes consideran que Dios predestinó todo de antemano deben lidiar con el asunto de la decisión humana en rechazar o aceptar esta salvación. Fue el predicador inglés Charles H. Spurgeon (1834-1892) quien dijo que se ve mucho mejor con dos ojos que con uno solo, dando a entender que la soberanía de Dios y la voluntad del hombre conviven juntas y de alguna manera son necesarias para la comprensión de la teología.
    No obstante esto el lector debe notar que el libro de Apocalipsis, que es el final de la Biblia, afirma que existen nombres que "no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida." Esto es un gran contraste con lo que el apóstol Pablo expresa acerca de los creyentes que Dios "escogió en (Cristo) antes de la fundación del mundo" (Ef. 1:4); y agréguele a ello que "La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero" (Ap. 7:10). La reacción inmediata a esta línea de teología ya fue planteada por el apóstol Pablo a los romanos, "Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó:¿Por qué me has hecho así?" (Ro. 9:19-20)
    Amigo, quiero plantearte algo en este día ¿estás o no estás en el libro de la vida? Si crees en Jesucristo como tu Señor y Salvador, tu nombre se halla desde antes de la fundación del mundo escrito en este libro divino. Si rechazas el evangelio y persistes en ignorar a Cristo, entonces no estás allí. Es un misterio, pero no es complicado. No te toca a ti investigar asuntos que jamás vas a develar, sino responder arrepentido y con fe al evangelio de la gracia. No culpes a Dios si lo rechazas y no te jactes de ti mismo si lo recibes. ¿Estás o no estás?

¡Dios te bendiga!

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martes, 29 de diciembre de 2015

UNA MEJOR MANERA DE MORIR

"Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" - Apocalipsis 6:15-17

    ¿Quién no ha participado de alguna sencilla charla o discusión acerca de cómo no le gustaría morir? Se oyen distintas opiniones, desde no morir ahogado, o quemado, o en un accidente aéreo y de otras tantas maneras indeseables. Nunca falta quien acota, "yo quisiera morir durmiendo, sin darme cuenta; como pasar de un sueño a otro." Es que la muerte es un asunto que genera un temor innato; ya lo enseña la Biblia cuando dice que Jesús vino a "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre." (He. 2:15). Sin embargo, la misma palabra de Dios revela que habrá un tiempo en que los hombres desearán morir, y de una de las peores maneras: Sepultados por montes y peñas. ¿Y cuál sería la razón para un deseo semejante? Es porque eso sería mejor que enfrentar el rostro de un Cristo airado. 
    Los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan registran lo que fue la única manifestación pública de Jesús en un momento de ira; es el que tiene que ver con la purificación del templo (Mt. 21; 12-13; Mr. 11:15-18; Lc. 19:45-46 y Jn. 2:13-22). Por lo general, la vida de Jesús se dio a conocer a los hombres con la característica de un cordero inocente e indefenso, y es porque vino para dar su vida. Sin embargo, al llegar al libro de Apocalipsis, una extraña cualidad lo señala como un Juez justo a través de una expresión aparentemente incongruente: La ira del Cordero. Una expresión que refleja la naturaleza inmutable de Cristo, conocido como el Cordero de Dios (Jn. 1:29) y que ahora es reconocido en su ira por parte de los que rechazan su salvación y señorío. 
    Si bien este acontecimiento ocurrirá en su contexto profético futuro, de acuerdo a los tiempos establecidos en el desarrollo de los eventos finales de la historia del hombre y del mundo; el lector sacará provecho del mismo al constatar que algo temeroso como la muerte por parte del ser humano, será deseado y de la peor manera. Tal es el resultado de una vida obstinada y sin Dios, que desearán ocultarse del rostro de Jesucristo en su momento de mayor ira contra el pecado. Se completará el tiempo de la paciencia de Dios (2 Pe. 3:9; 15) y se iniciará el período de sus juicios.
    ¡Cuán diferente es la porción de quienes han obedecido al evangelio y han sido partícipes de la esperanza de la vida eterna! Ellos pueden dejar en manos de Dios la manera en que morirán, pero lo hacen con una esperanza que contrasta espléndidamente con la de aquellos que se pierden, diciendo: "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza" (Sal. 17:15); y "Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; no escondas tu rostro de mí" (Sal. 27:8-9) ¿En qué situación te hallas ubicado?

¡Dios te bendiga!

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lunes, 28 de diciembre de 2015

1, 2, 3, PROBANDO...

"Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca... El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias..." - Apocalipsis 1:3; 2:7, 11, 17, 29; 3:6, 13, 22

    Apocalipsis, el último libro de la Biblia; el mundo secular ha creado una visión enigmática, oscura y sensacionalista sobre el mismo. La industria cinematográfica lo ha utilizado para su beneficio vendiendo una imagen sobre su contenido que está muy lejos de la verdad que el libro proclama. Pero incluso también muchos cristianos hallan el Apocalipsis difícil de entender o desarrollar su contenido,  apreciar su mensaje y disfrutar de sus promesas; razón por la cual o no leen, o simplemente ocupan su atención sólo en los primeros capítulos y luego lo abandonan.
    Sin embargo, tal como lo muestra uno de los textos de hoy, "es el único libro de la Biblia que viene con una bendición para el que escucha su lectura y explicación para después responder a su contenido en obediencia" (MacArthur). ¿Cómo puede un libro que contiene una bienaventuranza tan particular y única en su género en los 66 libros de toda la Palabra de Dios, ser un libro sombrío, complejo y que infunde temor? De una sola manera, cuando los que lo leen y lo oyen no tienen relación con su autor. Desde el inicio mismo del libro nos dice que Apocalipsis es "La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos..." (1:1); de manera clara el Espíritu Santo dice que los receptores o destinatarios del libro, son sus siervos (uno de los términos bíblicos para referirse a los cristianos, hijos de Dios - Ro. 6:18).
    Los creyentes, una vez fueron muertos espirituales, pero oyeron la voz del Hijo de Dios, "De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán" (Jn. 5:25). De allí en más, siempre oyeron la voz de Cristo, "Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen" (Jn. 10:27). Ahora, al final de la revelación de Dios, oír es una vez más la marca de quienes han entrado en una relación personal con Dios a través de Jesucristo. El Espíritu de Dios habla a su iglesia y solamente oyen los que han sido capacitados por Dios para hacerlo. ¿Te encuentras tú entre ellos? Finalizando el año, ¿sabes que tienes una unión con Cristo o simplemente te parece que la posees? 1, 2, 3, probando.... ¿Oyes el Apocalipsis?

¡Dios te bendiga!

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domingo, 27 de diciembre de 2015

VERDAD = AMOR = VERDAD

"El anciano a la señora elegida y a sus hijos, a quienes yo amo en la verdad; y no sólo yo, sino también todos los que han conocido la verdad, a causa de la verdad que permanece en nosotros, y estará para siempre con nosotros... El anciano a Gayo, el amado, a quien amo en la verdad... No tengo yo mayor gozo que este, el oír que mis hijos andan en la verdad" 2 Juan 1-2; 3 Juan 1, 4

    La segunda y la tercera epístola de Juan son las dos cartas más breves del Nuevo Testamento; de hecho son las únicas que de alguna manera se parecen realmente a cartas tal y como nosotros las conocemos en nuestro mundo moderno; breves, pero cartas al fin. El apóstol Juan fue a quien el Espíritu Santo dirigió a concentrar su enseñanza en todos sus escritos sobre el tema de la verdad y el amor básicamente, salvo en el Apocalipsis, su único escrito profético. Y en las dos cartas que hoy sirven para nuestra meditación, estos dos temas se destacan más que en ningún otro lugar, quizá por las pocas palabras que se utilizan en cada una de ellas, menos de trescientas en el idioma griego. 
    Le plugo a Dios destacar en ellas uno de los asuntos de discusión más recurrentes en el cristianismo de hoy, la razón de por qué sí y por qué no tenemos relación con otros quienes dicen ser creyentes. Como en muchos otros asuntos vitales para la salud del cristianismo bíblico, también el que tiene que ver con la verdad y el amor ha sufrido un intercambio de lugares; pues la palabra de Dios siempre pone a la verdad en primer lugar, y al amor en segundo lugar; no como uno más importante que el otro sino como uno que establece la fuente y la condición genuina del otro. La verdad es lo que define al amor, no al revés. Cuando el amor pasa por alto la verdad, entonces estamos en presencia de un amor falso, o al menos no bíblico; y así se ve que lo enseñó el apóstol Pedro también, "Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro" (1 Pe. 1:22)
    Hoy en día, quienes condicionan su participación con otros cristianos sobre la base de esta revelación, usualmente son o acusados de "falta de amor" o bien de "jactancia, orgullo y sectarismo"; pero los que siguen la verdad, aman de verdad; y quienes aman, siguen la verdad únicamente. Cuando Jesús dijo que era, junto al camino y la vida, también "la verdad", no estaba revelando un slogan poético que le sirviera al cristianismo como muletilla para dar a conocer sus creencias; todo lo contrario, el Señor Jesús estaba poniendo la piedra fundamental que definiría y regularía concreta y específicamente cualquier otra verdad que incluiría, obviamente, las razones de por qué amamos a otros. Si la verdad, expresada en la sana doctrina, no es la que determina por qué amas y cómo amas, es de temer que no estés obedeciendo la palabra de Dios. Este no es un asunto de sugerencias o de escoger lo que más nos gusta. Ten mucho cuidado que tu amor no sea simplemente una expresión emocional que nada tiene que ver con lo que Dios ha revelado sobre el mismo. Sigue la verdad.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 26 de diciembre de 2015

EL OTRO 3:16 DE JUAN

"En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos" - 1 Juan 3:16

    ¿Quién no conoce Juan 3:16? "Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" Quizá el versículo más famoso de la Biblia, y con razón. Pero el otro 3:16 de Juan, en su primera epístola, no lo es en menor grado por su significado y relevancia; al mensaje inequívoco y glorioso de Cristo poniendo su vida por nosotros, el apóstol añade una de las consecuencias naturales de ello, que es la reproducción de su obra en otras personas y a favor de otros; no con el sentido redentor pero sí ejemplificador.
    Que él puso su vida por nosotros, es "una expresión propia y única de Juan (Jn. 10:11, 15, 17, 18; 13:37, 38; 15:13) y que se refiere a vaciarse uno mismo de algo." (MacArthur). Así como el mismo Señor Jesús dijo de su vida en una de estas citas que, "Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo..." (Jn. 10:18), la renuncia voluntaria a su propia vida a favor de aquellos que serían salvados, es el ejemplo que Juan destaca en nuestro texto de hoy; ya que esta entrega es "la esencia del amor cristiano" (MA). De manera que no es posible pensar en otra forma de demostración cristiana más clara y profunda que considerar al prójimo cristiano y su vida como más importante que la de uno mismo.
    Es la vida de uno por la vida de otro; las necesidades propias por las del otro; el tiempo propio, por el tiempo del otro; mi angustia y soledad, sacrificada por la angustia y soledad del prójimo; el vaso de refresco que iba a tomar, pero que lo cedo por quien no tendrá posibilidad de disfrutarlo de otra manera. En todo el apóstol Juan no deja punto intermedio y añade, para que no queden dudas, lo siguiente; "Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad." (1 Jn. 3:17-18)
    El Espíritu Santo se encarga de recordar esta verdad a todos los hijos de Dios; su escrutinio del corazón nunca pasa desapercibido. Pero por si acaso crees que es un asunto fácil de olvidar, recuerda que Juan 3:16 tiene un paralelo casi exacto en otra porción del Nuevo Testamento, pero que en este caso te hace responsable a ti por la vida de otros, y que se encuentra en 1 Juan 3:16. 

¡Dios te bendiga!

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viernes, 25 de diciembre de 2015

NINGUNOS HARAGANES

"vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo... Pero vosotros, amados, edificándoos sobre vuestra santísima fe, orando en el Espíritu Santo, conservaos en el amor de Dios, esperando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna" - 2 Pedro 1:5-8; Judas 20-21

    Quienes se encuentran bien familiarizados con el Nuevo Testamento saben que mencionar la segunda carta de Pedro y la carta de Judas es hablar de temas similares, tal como ocurre con los evangelios. Por lo general, se sabe que el asunto principal denunciado por ambos escritores inspirados se trata de lo que tiene que ver con los falsos profetas y la falsa doctrina enseñada por ellos, que como un inyectable se introduce silenciosamente en la iglesia de Cristo. Pedro habla de la necesidad de ser cuidadosos a través de una actitud defensiva por causa de un conocimiento previo del asunto, "Así que vosotros, oh amados, sabiéndolo de antemano, guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza" (2 Pe. 3:17). Por su parte, y frente al mismo peligro, Judas exhorta a tener una actitud de ofensiva, "Amados, por la gran solicitud que tenía de escribiros acerca de nuestra común salvación, me ha sido necesario escribiros exhortándoos que contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos" (Jd. 3)
    Sin embargo, y como lo muestran los textos de hoy, no es la única cosa de la cual ellos escriben a la iglesia de Cristo. Es cierto que nada suplantará al poder de Dios para la protección de su pueblo, pero un cristiano haragán que no echa mano de los recursos que el Señor ha dejado para ser victoriosos, es un cristiano presumido, para nada sabio. 
    La edificación en la fe, la oración bajo la dirección del Espíritu Santo y la preservación en la obediencia que es la demostración del amor de Dios; son todas indicaciones de una relación genuina con Dios, tal como lo presenta Judas. Pedro, por otro lado, hace la mención de una sumatoria de cualidades que muestran esta misma relación. Una manera práctica de entender esto es como alguien lo expresó; "Añadid... a la virtud de José, el conocimiento de Salomón; al conocimiento de Salomón, el dominio propio de Pablo; al dominio propio de Pablo, la paciencia de Job; a la paciencia de Job, la piedad de David; a la piedad de David, el afecto fraternal de Jonatán; al afecto fraternal de Jonatán, el amor de Juan." 
    Los cristianos genuinos no son haraganes, y por eso manifiestan su verdadera relación con Dios y su absoluta constancia en la lucha, y la consecuente protección de los falsos maestros y la falsa doctrina. ¿Te encuentras de brazos cruzados, o en una constante actividad que demuestra obediencia?

¡Dios te bendiga!

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