"Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." - Filipenses 4:7-8
De entre todas las cualidades que la oración posee para beneficio del creyente, una de las más apreciadas es que ella es el medio más efectivo por intermedio del cual la paz de Dios llega para transformarse en la protectora del corazón y los pensamientos del cristiano. "La paz de Dios", una expresión única en el Nuevo Testamento que aparece solamente en el texto de hoy, y que es una experiencia de comunión que el hijo de Dios tiene con él; se diferencia de "la paz con Dios", que es una experiencia de relación como resultado del nuevo nacimiento, la conversión.
Esta misma paz de Dios que no puede ser comprendida, es la que se encarga de proteger el corazón y los pensamientos; en ese orden, primero los afectos, y luego el razonamiento por intermedio de la soberana influencia de Jesucristo. Tal es el poder de la oración que lamentablemente tan poco aprecia el pueblo de Dios. Sin embargo, y aún siendo cierto que el Espíritu de Dios opera sobrenaturalmente en los creyentes otorgando esta paz en contraste con la ansiedad y el afán; es igualmente cierto que el intelecto es despertado para escoger sabia y adecuadamente las cosas en las que concentrará su atención, es decir, sus pensamientos.
En la última exhortación a los filipenses, el apóstol Pablo los alienta a consolidar su atención en las cosas que fortalecerán el carácter, "todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo"; y las que fortalecerán la pureza, "todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre"; de manera que puedan hacer las elecciones adecuadas con la mente, "si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad." Nuestra tendencia es concentrarnos en las tragedias, desdichas y eventuales temores de lo que podría ocurrirnos en equis situación, pero la palabra de Dios nos orienta para hacerlo en lo que promueve firmeza de carácter.
En cierta oportunidad, un barco hacía su incursión al puerto a través de islas cercanas a la costa cuando una dama preguntó al capitán de la nave si sabía dónde se encontraban las rocas y bancos de arena. "No Señora," respondió, "pero sé dónde se encuentra el agua profunda." De la misma manera nosotros debemos preocuparnos por lo que sabemos y no por lo que no conocemos. La oración es lo que da inicio a este proceso; la oración es un ejercicio que, entre otras cosas, está pensado para hacernos pensar bien.
Todas y cada una de estas cosas que el apóstol Pablo menciona, se encuentran en la palabra de Dios; ella provee lo necesario para desarrollar una manera de pensar que honra a Dios y promueve cristianos de carácter estable. Ora con la Biblia, derrota el afán con esta práctica y disfruta de la paz de Dios que resulta de obedecer su prescripción infalible.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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