"Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" - Apocalipsis 6:15-17
¿Quién no ha participado de alguna sencilla charla o discusión acerca de cómo no le gustaría morir? Se oyen distintas opiniones, desde no morir ahogado, o quemado, o en un accidente aéreo y de otras tantas maneras indeseables. Nunca falta quien acota, "yo quisiera morir durmiendo, sin darme cuenta; como pasar de un sueño a otro." Es que la muerte es un asunto que genera un temor innato; ya lo enseña la Biblia cuando dice que Jesús vino a "librar a todos los que por el temor de la muerte estaban durante toda la vida sujetos a servidumbre." (He. 2:15). Sin embargo, la misma palabra de Dios revela que habrá un tiempo en que los hombres desearán morir, y de una de las peores maneras: Sepultados por montes y peñas. ¿Y cuál sería la razón para un deseo semejante? Es porque eso sería mejor que enfrentar el rostro de un Cristo airado.
Los cuatro evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan registran lo que fue la única manifestación pública de Jesús en un momento de ira; es el que tiene que ver con la purificación del templo (Mt. 21; 12-13; Mr. 11:15-18; Lc. 19:45-46 y Jn. 2:13-22). Por lo general, la vida de Jesús se dio a conocer a los hombres con la característica de un cordero inocente e indefenso, y es porque vino para dar su vida. Sin embargo, al llegar al libro de Apocalipsis, una extraña cualidad lo señala como un Juez justo a través de una expresión aparentemente incongruente: La ira del Cordero. Una expresión que refleja la naturaleza inmutable de Cristo, conocido como el Cordero de Dios (Jn. 1:29) y que ahora es reconocido en su ira por parte de los que rechazan su salvación y señorío.
Si bien este acontecimiento ocurrirá en su contexto profético futuro, de acuerdo a los tiempos establecidos en el desarrollo de los eventos finales de la historia del hombre y del mundo; el lector sacará provecho del mismo al constatar que algo temeroso como la muerte por parte del ser humano, será deseado y de la peor manera. Tal es el resultado de una vida obstinada y sin Dios, que desearán ocultarse del rostro de Jesucristo en su momento de mayor ira contra el pecado. Se completará el tiempo de la paciencia de Dios (2 Pe. 3:9; 15) y se iniciará el período de sus juicios.
¡Cuán diferente es la porción de quienes han obedecido al evangelio y han sido partícipes de la esperanza de la vida eterna! Ellos pueden dejar en manos de Dios la manera en que morirán, pero lo hacen con una esperanza que contrasta espléndidamente con la de aquellos que se pierden, diciendo: "En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza" (Sal. 17:15); y "Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová; no escondas tu rostro de mí" (Sal. 27:8-9) ¿En qué situación te hallas ubicado?
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
No hay comentarios :
Publicar un comentario