"Después de separarnos de ellos, zarpamos y fuimos con rumbo directo a Cos, y al día siguiente a Rodas, y de allí a Pátara. Y hallando un barco que pasaba a Fenicia, nos embarcamos, y zarpamos. Al avistar Chipre, dejándola a mano izquierda, navegamos a Siria, y arribamos a Tiro, porque el barco había de descargar allí. Y hallados los discípulos, nos quedamos allí siete días..." - Hechos 21:1-4
El Señor Jesucristo dijo a sus discípulos "En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros" (Jn. 13:35); el mismo Juan escribió años después "Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad" (1 Jn. 3:18), y el apóstol Pablo, quien es parte del relato del texto de hoy, escribió a los hermanos de Roma "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros" (Ro. 12:10). Muchos otros pasajes del Nuevo Testamento nos enseñan y encomiendan acerca de esto, pero es agradable verlo reflejado en la práctica. Dos palabras en los versículos de hoy nos ayudan a entender la profundidad del amor que Pablo tenía por los hermanos.
En primer lugar, cuando Lucas utiliza el término "separarnos", nos encontramos con una expresión que originalmente significa "ser arrancados con violencia". Solamente hace falta ver cómo lloraron los hermanos y Pablo en Mileto en la despedida final, para entender lo que significó esta separación fraternal. La próxima palabra a destacar es "hallados" cuyo significado implica también "una búsqueda intensa que se propone lograr un objetivo." Al llegar a Tiro, Pablo y los hermanos que le acompañaban hicieron lo imposible hasta que encontraron los discípulos que nunca habían conocido antes (al menos no hay mención de una iglesia fundada en Troas antes de esto).
Es una lección importante la que se aprende de ambas situaciones, una de despedida y otra de encuentro; porque no siempre los hermanos sufren la separación entre ellos, y no siempre disfrutan encontrarse nuevamente. Lamentablemente, quienes se ausentan y se acostumbran a no congregarse a menudo llegan a ser "extraños" para la congregación, el apego se pierde y el amor se enfría. Por otro lado, los hermanos que mantienen una comunión activa con el Señor y la congregación, sienten la ausencia de otros y esperan ansiosos el día de verlos otra vez; disfrutan encontrarse entre semana y aprecian el amor fraternal de cada uno.
¿Cómo está tu nivel de comunión y amor fraternal? ¿Te cuesta no ver a tus hermanos? ¿Esperas ansioso el día en que vuelves a verlos? ¡Qué gran ejemplo nos dejaron Pablo, Lucas y los demás compañeros de viaje! Cuánto debemos recordar la sencilla pero sublime exhortación que el escritor de Hebreos nos dejó en simples pero transcendentales palabras, "Permanezca el amor fraternal" (He. 13:1)
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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