sábado, 28 de febrero de 2015

¿A QUÉ HORA REGRESAMOS?

"Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar... Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto... ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto!" - Números 11:4, 5, 18

    Era cuestión de tiempo para que se manifestara el corazón de los dubitativos y murmuradores. Sólo hace falta agua caliente para que el saquito de té descubra lo que hay en su interior, pero el agua no  tiene sabor. La gente extranjera no tenía la culpa, simplemente ayudó a manifestar lo que había en el interior de los israelitas, añoranza por la vida pasada, lo cual dieron a conocer llorando. Cuando el alma no ha aprendido a apreciar la gracia de Dios y la persona del Salvador, se inicia entonces en la duda de todo lo que atañe a la verdad de la Escritura, las promesas, la manera y eficacia de la salvación, la soberanía de Dios, la teología, la moral cristiana, la iglesia, la piedad, etc. 
    Comienza a mirar de reojo lo que dejó en el pasado y comienza también a recordar el pescado de Egipto. Los placeres de la carne hacen olvidar rápidamente la esclavitud de la carne para servir a la injusticia. Pero no solamente esto, también el corazón inicia el peligroso y pecaminoso razonamiento de la comparación, al punto de mirar la vida sin Cristo como "mejor". No recuerda que Cristo dijo "en el mundo tendréis aflicción", ni que el corazón es probado "cuando viene la persecución o la aflicción por causa de la palabra." 
    Claro está que este es un eficaz ejemplo de incredulidad e irregularidad espiritual que permite la manifestación del corazón en circunstancias adversas. El Señor Jesucristo examinó hasta lo más profundo a los doce apóstoles cuando, frente a una numerosa deserción de oyentes, les dijo: "¿Queréis acaso iros también vosotros?" (Jn. 6:67). El apóstol Pablo escribió, no sin lágrimas seguramente, "porque Demas me ha desamparado, amando este mundo," (2 Ti. 4:10)
    No es un detalle menor cuando un alma le atribuye felicidad a una vida independiente de Dios, cuando juntamente con Asaf el salmista, llega a expresar: "Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia;" (Sal. 73:13); él también vio la prosperidad de los impíos coronados de soberbia y por lo tanto fue tentado a resbalar. Pero no resbaló porque llegó al santuario de Dios. Dos cosas hizo la prueba en Israel, manifestó la incredulidad de su corazón y dejó en evidencia la gracia de Dios.  A la pregunta "¿Queréis acaso iros también vosotros?" ¿qué respondes? Es un asunto serio y solamente un corazón transformado podrá decir: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." (Jn. 6:68) De lo contrario buscarás más pescado egipcio el resto de tu vida.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 27 de febrero de 2015

OBEDECER, ESPERAR, ANDAR


"Cuando la nube se detenía sobre el tabernáculo muchos días, entonces los hijos de Israel guardaban la ordenanza de Jehová, y no partían. Y cuando la nube estaba sobre el tabernáculo pocos días, al mandato de Jehová acampaban, y al mandato de Jehová partían." - Números 9:19-20

    La liberación de Israel de la esclavitud de Egipto había sido absolutamente gloriosa y magnífica, a tal punto que Dios mismo lo describe como habiendo sacado a su pueblo "sobre alas de águilas" (Ex. 19:4). Pero una vez ocurrido esto, la responsabilidad del pueblo era obedecer, esperar y andar de acuerdo a lo que Dios les indicara. 
    Una vez construido el tabernáculo, la presencia de Dios se hizo visible sobre el mismo a través de la columna de nube y de fuego, de día y de noche respectivamente. El requisito primordial era obedecer al movimiento de la misma, y la obediencia se constataba en dos sencillas áreas: Esperar y Andar, nada más. Pero las dos opciones posibles no son indicación de tarea sencilla para el corazón y solamente la fe hace viable la obediencia en cualquiera de las dos.
    ¿Qué es lo que nos ayuda a obedecer? ¿Qué es lo que hacia que el pueblo acampara o anduviera? La presencia visible de Dios. No había manera de equivocarse. No somos llamados a adelantamos a lo que creemos que es mejor o a retrasarnos por considerarlo más apropiado; somos responsables de hacer caso a la palabra de Dios.
    Quizá sea esperar una de las cosas más difíciles porque generalmente los tiempos de Dios no son los nuestros, y por esta razón el salmista con sabiduría divina escribió: "Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. no te alteres con motivo del que prospera en su camino, por el hombre que hace maldades." (Sal.37:7). 
    Piensa en esto, acampar también significaba descanso, y mientras el pueblo descansaba, recuperaba fuerzas y siempre contemplaba la presencia de Dios. Los tiempos de espera son también tiempos de reposo y contemplación. Dios nos alimenta abundantemente y nos fortalece para una nueva marcha, un nuevo emprendimiento, una nueva relación; y el conocimiento que adquirimos de él en tiempos de espera es algo que jamás quedará sin aprovecharse ya que de por sí, es esta una ambición sublime a los ojos de Dios, "Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en entenderme y conocerme, que yo soy Jehová" (Jer. 9:24).
    Por tanto, obedece siempre y espera o anda según la presencia de Dios te lo indique, "Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios." (Ro. 8:14).

¡Dios te bendiga!

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jueves, 26 de febrero de 2015

DIOS NO BUSCA ORIGINALES

"Y el que ofreció su ofrenda el primer día fue Naasón hijo de Aminadab, de la tribu de Judá...... El duodécimo día, el príncipe de los hijos de Neftalí, Ahira hijo de Enán. Su ofrenda fue un plato de plata de ciento treinta siclos de peso, y un jarro de plata de setenta siclos, al siclo del santuario, ambos llenos de flor de harina amasada con aceite para ofrenda; una cuchara de oro de diez siclos, llena de incienso; un becerro, un carnero, un cordero de un año para holocausto; un macho cabrío para expiación; y para ofrenda de paz, dos bueyes, cinco carneros, cinco machos cabríos y cinco corderos de un año." - Números 7:12-83

    Quien haya leído toda la Biblia en más de una ocasión, sabe que al llegar al libro de Números debe prepararse mentalmente en el capítulo siete porque contiene una de las lecturas más monótonas de todas sus páginas. Más de setenta versículos nos dicen exactamente lo mismo uno tras otro. Es la descripción de la ofrenda traída al tabernáculo para el funcionamiento del mismo, algo que con toda seguridad hemos de ubicar cronológicamente antes del capítulo cuarenta de Éxodo, pero que aparece ahora por la temática del libro de Números.
    Un versículo tras otro leemos exactamente lo mismo, la misma ofrenda, la misma cantidad de elementos; una réplica exacta durante doce días consecutivos. Los levitas que recibían cada día las cosas sin duda tenían ya preparado el lugar y distribución de todos los elementos según lo que fuese; los carros, las cucharas, las jarras, los becerros, los bueyes, etc; cada cosa en su lugar. No había nada fuera de lo común en esto salvo el hecho de que día a día aumentaba la cantidad y el espacio era menor. Sin embargo, había algo distinto que Moisés observaba diariamente; esto es, el oferente. 
    Cada día era un rostro distinto, otra persona, y una expectativa nueva. Era un momento individual y personal donde cada una de las doce tribus se veía identificada. Porque lo que le daba valor a la ofrenda no era lo que se daba sino quién y cómo lo daba. No había lugar ni atención para la originalidad en la dádiva. La importancia radicaba en el individuo y no en la ofrenda. Cuando todo estuviera completado, nadie podría señalar las ofrendas y gloriarse de haber dado más o apesadumbrarse de haber dado menos.
    El Espíritu Santo registró las ofrendas idénticas de doce días para mostrarnos lo que se logra a través del esfuerzo y servicio de toda una congregación de personas que honran al Señor de igual manera. No es la originalidad lo que cuenta sino la obediencia. Dios no está en búsqueda de tu originalidad sino de tu devoción diaria, única y personal. No busques para ti grandezas; piensa de ti con cordura conforme a la medida de fe que Dios te ha dado.
    Pero también el mismo Espíritu registró los distintos nombres para enseñarnos que Dios no se olvida de nadie y que él se interesa en cada individuo que le ama y le sirve, y tú no eres la excepción, y por esta misma razón debes procurar llegar, como cada uno de los príncipes durante doce días delante del altar,  que es para nosotros la cruz de Cristo y allí entregar, no ofrendas originales sino vidas integras, individuales y únicas para un servicio trascendente que extienda su gloria en el mundo sin Cristo.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 25 de febrero de 2015

MARCANDO LA DIFERENCIA

"Todo el tiempo de su nazareato, será santo para Jehová." - Números 6:8

    Aunque los únicos que podían servir en el tabernáculo de reunión eran los sacerdotes y levitas, todos de la tribu de Leví; no obstante Dios hizo provisión para cualquiera que deseara consagrar su vida al servicio de Dios a través del voto del nazareato. La escritura no pone límites a este período de consagración y también admite la finalización del mismo por voluntad de quien lo contrajera, respetando las leyes durante el período de consagración, y al terminarlo.
    El término "Nazareo" significa en el hebreo "consagrado mediante separación" ya que esto es lo que indicaba que haría la persona durante el tiempo estipulado. La consagración era hecha mediante un "voto"; el cual también es un término particular cuyo significado se relaciona con la palabra "maravilla", es decir fuera de lo ordinario. Es importante notar que las indicaciones del voto representaban la dedicación a Dios; es decir que ninguna persona tomaba el voto simplemente para limitarse de hacer cosas que normalmente haría en la vida cotidiana sino especialmente para llevar a cabo otras en servicio a Dios pero con absoluta dedicación y constancia. El nazareo marcaba la diferencia entre el común del pueblo.
    Pero sobre todas las cosas, la manera de describir al nazareo se presenta en el pasaje de hoy: "santo para Jehová"; y es esta la razón que debemos tomar con seriedad al meditar en su lectura, ya que no es una característica ajena al creyente en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo, escribiendo a los Corintios les dijo: "Por lo cual, Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, Y no toquéis lo inmundo; Y yo os recibiré, y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso." (2 Cor. 6:17-18).
   Son muchos los que hoy en día se muestran diferentes al mundo como grupos y personas religiosas; con vestimenta, con libros y revistas, con distintos sacramentos, a través de liturgias, rezos, plegarias y tradiciones todo lo cual pretende elevarse como votos garantidos de una vida consagrada. Pero solamente los hijos de Dios, comprados por la sangre de Cristo, pueden marcar la diferencia; y esto lo pueden hacer únicamente viviendo en santidad, es decir separados de algo y apegados a otra cosa, tal como lo dice Pablo a los Corintios. 
    Mira que tus "votos" y "consagraciones" no sean meras tradiciones pasajeras que no poseen ningún valor intrínseco ni eterno a los ojos de Dios. Lo que sirve es solamente una vida apartada del pecado como lo describe la Biblia y apegada al Dios tres veces santo como también la escritura lo establece. Cristo es el único medio para lograr tal fin, no la religión. El mundo necesita personas "maravillosas, fuera de lo ordinario" que muestren que vivir para Cristo es absoluta y trascendentalmente mejor.

¡Dios te bendiga!

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martes, 24 de febrero de 2015

EL EQUIPO COMPLETO

"todos los que entran en compañía para ministrar en el tabernáculo de reunión." - Números 4:35

    De acuerdo al capítulo cuatro de Números, el total de levitas en condiciones de ministrar en el tabernáculo al tiempo que Moisés los censó fueron ocho mil quinientos ochenta; muchos menos que la cantidad de personas aptas para la guerra que poseían otras tribus. La batalla espiritual tenía menos gente a disposición que las batallas humanas y sin embargo, debían cumplir su trabajo.
    Por esta razón era menester de que a pesar que los levitas se distribuían el trabajo por familias, al momento de su turno entraran en compañía para ministrar en el tabernáculo. Es un detalle de magna importancia que no hemos de dejar de ponderar. El armado y desarmado del tabernáculo era tan minucioso y serio que resultaba imprescindible que los que realizaban su labor lo hicieran al mismo tiempo, en compañía y como un ministerio, no como una tarea sin relevancia. Todos dependían de todos; los gersonitas de los coatitas y los meraritas de los gersonitas; y cada grupo juntos y ministrando al Señor.
    Es causa de desazón observar que el pueblo de Dios en tantas oportunidades están juntos en compañía pero no ministran al Señor. Otros, ministran, pero no lo hacen en compañía de sus hermanos en la fe. Y un tercer grupo, simplemente están juntos pero no hay sentido ni de unidad ni de ministerio. La iglesia de Cristo en cada grupo local de creyentes debe velar por el mantenimiento de este cordón de tres dobleces, unidad, compañía y ministerio. Son inseparables, son el atractivo del cuerpo de Cristo. Es la garantía de una iglesia local victoriosa cuando el pastor puede decir de sus hermanos lo que dijo Pablo a los filipenses acerca de Timoteo: "Pues a ninguno tengo del mismo ánimo, y que tan sinceramente se interese por vosotros. Porque todos buscan lo suyo propio, no lo que es de Cristo Jesús. Pero ya conocéis los méritos de él, que como hijo a padre ha servido conmigo en el evangelio." (Fil. 2:20-22).
    Con cuanta razón la exhortación a los hebreos llegó oportunamente cuando la escritura inequívocamente declara "Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca." (He. 10:24-25). Qué triste es que quienes se jactan de vivir en el capítulo de la fe de Hebreos 11, no tengan reparo en desobedecer mandatos tan explícitos como los versículos citados arriba. Existen pocas dudas de que las familias levitas no se animaran unos a otros al momento de ministrar, estando algunos tristes o cansados, o desganados o molestos; cada vez que tocaba su turno, eran muchos los que debían moverse y animarse unos a otros a fin de que estuviera el equipo completo.
    No puedes vivir un cristianismo aislado, no existe tal cosa; debes velar por estar en compañía de aquellos que temen al Señor. "Yo me alegré con los que me decían: A la casa de Jehová iremos." (Sal. 122:1); "¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía!" (Sal. 133:1).  ¡Amén!

¡Dios te bendiga!

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lunes, 23 de febrero de 2015

SIEMPRE LA MISMA RUTINA

"Y cuando el tabernáculo haya de trasladarse, los levitas lo desarmarán, y cuando el tabernáculo haya de detenerse, los levitas lo armarán; y el extraño que se acercare morirá." - Números 1:51

    Los nuevos emprendimientos y actividades casi siempre generan grandes expectativas; y dependiendo de diferentes factores que van desde aspectos temperamentales a condiciones físicas distintas, en algunas oportunidades lo que fue un gran entusiasmo se transforma en una tediosa rutina que afecta el estado de ánimo y pone a prueba el sentido de responsabilidad adquirida. 
    El libro de Números contiene muchas instrucciones sobre organización tribal y levítica para el correcto funcionamiento de la marcha de Israel a través del desierto y hacia la tierra prometida. Dios ordenó a Moisés desde el tabernáculo mismo, que se encargara de distribuir la marcha y hacer el censo de todo el pueblo para conocer la condición demográfica y su vital importancia inclusive para enfrentar eventuales guerras. Dentro de estas instrucciones se encontraban también las que concernían a los levitas y su responsabilidad única de armar y desarmar el tabernáculo. Ninguno que no fuera de la tribu de Leví tenía acceso al trabajo encomendado a ellos. 
    Resulta interesante meditar en este trabajo encomendado a ellos si recordamos la cantidad de elementos que conformaban la hechura del tabernáculo descrito en el libro de Éxodo. El trabajo era arduo, minucioso y pesado, pero sobre todas las cosas siempre igual. Nada variaba entre un acampe y otro, continuamente los mismo; los mismos artefactos, el mismo mobiliario, la misma posición, etc. Sin embargo, una y otra vez terminada la labor, la presencia de Dios se hacía visible en el santuario, de día con una nube, de noche en llama de fuego. El trabajo resultaba satisfactorio siempre.
    El apóstol Pablo escribió a los Gálatas, "No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos." (6:9). Si el Espíritu Santo no entendiera que nuestra tendencia es al cansancio en hacer bien, nunca hubiera dejado esta verdad en su palabra. Hemos de velar porque nuestro servicio al Señor no se transforme en una rutina que impida que veamos su presencia en lo que nos ha sido encomendado. Como sacerdocio espiritual cargamos con nosotros la responsabilidad de mantener en orden lo que concierne a un santuario santo que Dios pueda usar sin impedimento. Tu rutina de todos los días puede transformarse en un ministerio oportuno en las manos de Dios. Madres que velan por sus hijos, padres que mantienen constancia en sus trabajos con buen testimonio, detrás de un mostrador o escritorio; con una herramienta o un bolígrafo en sus manos. Pero es el ministerio misionero que Dios te ha dado. 
    Ten mucho cuidado de mantener vivo el sentido de responsabilidad y la frescura de una labor que es resultado de la provisión divina para tu vida. Ninguna otra persona podía hacer el trabajo de los levitas, como tampoco nadie puede hacer aquello que Dios te ha llamado a realizar. Es una verdad que rápidamente olvidamos aquella que nos asegura que "somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." (Ef. 2:10). Mantengamos viva la expectativa diaria de la tarea que cada uno tenemos que emprender.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 22 de febrero de 2015

¿QUÉ ES ESE RUIDO?

"Infundiré en sus corazones tal cobardía, ... que el sonido de una hoja que se mueva los perseguirá" - Levítico 26:36

    Todos hemos pasado por la misma situación en alguna oportunidad: Solos, en una casa grande y de noche donde cualquier pequeño sonido dispara nuestros pensamientos para crear las imágenes más extrañas sobre lo que podría ser; fruto quizá de la mezcla de alguna que otra experiencia, la industria cinematográfica, lectura de un libro, mitos, etc. Ruidos que cambian nuestro estado de ánimo a los cuales no hay que darles necesariamente importancia.
    Lo que no es posible evitar ni cambiar son los pequeños sonidos que las circunstancias generan y que no permiten descansar a quienes no poseen una limpia conciencia. La segunda mitad del capítulo veintiséis de Levítico describe las eventuales consecuencias de un pueblo de Dios caminando en oposición con él. El Señor les aseguró que el mínimo movimiento de una hoja pondría de relieve la cobardía de sus corazones rebeldes. Es más, les dijo que tan leve sonido sería para ellos como una espada que desencadenaría una abrupta derrota.
    Tal es la condición de todos aquellos que no han decidido transitar por el camino de la obediencia, pues así lo describe Pablo a Timoteo, "manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos" (1 Ti. 1:19). Primeramente, están quienes viven perseguidos por la culpa al rechazar el refugio que ofrece Cristo en la cruz para la limpieza del pecado y la conciencia de obras muertas. Cualquier circunstancia adversa en la vida, la más simple, genera cobardía, temor y angustia y un razonamiento que busca hallar una respuesta razonable a través de la expresión "¿qué mal habré hecho yo?" La conciencia es despertada con el simple movimiento de una hoja, y la mente recuerda los problemas con familiares, hijos, cónyuge, trabajo y cualquier situación pasada que tenga una nota desdichada pero no solucionada.
    Pero también, en segundo lugar, la conciencia no deja tranquilos a los hijos de Dios que desobedecen la voz del Espíritu por su Palabra, y quienes continúan con una relación lejana al Señor y autosuficiente y cuyos corazones, como la iglesia de Laodicea también expresan "Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad" (Ap. 3:17)  con el sólo fin de pretender acallar lo que no es posible: La voz de Dios a través de la conciencia. ¡Cobardes, que no asumen sus faltas ante el Dios santo!
    La vida de obediencia es el camino de una limpia conciencia; y ninguna cosa puede perturbar a quienes transitan por ella confiados en las virtudes de Cristo para mantener victoriosa la senda de cada día, confesando el pecado y buscando el rostro de Dios. No hay un sólo ruido que perturbe al hombre o mujer que examinan sus corazones permanentemente ante la iluminación de la Escritura y el dictamen del Espíritu Santo quien tiene la última palabra.
     Toda vez que las más sencillas circunstancias adversas te incomoden, hazte un tiempo para examinar tu conciencia y buscar la dirección de Dios para vivir sin temor ni aflicciones innecesarias.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 21 de febrero de 2015

LIBERTAD GARANTIZADA

"Entonces harás tocar fuertemente la trompeta en el mes séptimo a los diez días del mes; el día de la expiación haréis tocar la trompeta por toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia." - Levítico 25:9-10

    Una de las leyes levíticas más particulares encomendada a Israel a través de Moisés, es la ley del jubileo. Cada cincuenta años toda la tierra vendida a otros, volvía al dueño de su posesión de herencia original, las deudas eran saldadas y los esclavos eran liberados. Sin duda que de esta forma se mantenía el equilibrio social y económico al condicionar la chance de riqueza ilimitada en cualquier individuo de la nación y en el control de la tiranía. El año cincuenta también marcaba el descanso de la tierra, la cual no sería sembrada ni cosechada, prometiendo Dios la provisión abundante el año anterior para que nadie tuviese escasez alguna.
    El año del jubileo (del Heb. "jobel" יֹבֵל - cuerno de carnero) se hacía sonar la trompeta (sofar) que daba comienzo al año de libertad, el mismo día de la expiación, que era la única vez en el año en que el sacerdote entraba detrás del velo para expiar los pecados de la nación. ¡Qué tremendo momento para los esclavos y deudores! ¡Qué magnífico día aquel en el cual oían la trompeta de la liberación definitiva! El profundo anhelo por la liberación era una realidad que vibraba con esa apreciada nota emitida por el sofar de los sacerdotes. ¡Libertad!
    Tantos individuos viven día a día, permanentemente deseando liberación espiritual; a pesar de que consideren que lo que les hace falta es más dinero, más tiempo, o más salud, o más oportunidades que, según ellos, les garantizarán la libertad que anhelan. En verdad su ceguera de alma y su sordera de corazón, les impide ver y oír dónde está la libertad verdadera, la que les proporcionará el fin de la esclavitud de sus almas.
    El sonido de la libertad para todos ellos, ya se ha oído una vez para siempre. El corazón del jubileo se encarnó en el Hijo de Dios. La trompeta que marcó el fin de la esclavitud para todo aquel que cree, ya se oyó en el calvario con el grito de: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?"(Mr. 15:34) y con la final nota de "Consumado es" (Jn. 19:30) El Señor Jesucristo, el Dios eterno encarnado, es el verdadero jubileo para el pecador esclavo de deleites diversos y sin paz en su alma. El otorga libertad y perdón; no hay otro sonido que vale, no hay otra garantía para saldar la deuda.
    ¿Estás sin paz? ¿Esclavo y apesadumbrado? ¿Eres deudor ante el Juez eterno y no sabes cómo pagar tu deuda? Te ruego en este día oigas la trompeta del jubileo en los labios de Cristo que dice: "Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar." (Mt. 11:28)

¡Dios te bendiga!

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viernes, 20 de febrero de 2015

CON FECHA DE VENCIMIENTO

"Y cuando ofreciereis sacrificio de acción de gracias a Jehová, lo sacrificaréis de manera que sea aceptable. En el mismo día se comerá; no dejaréis de él para otro día. Yo Jehová." - Levítico 22:29-30

    Por lo general es una buena costumbre fijarse la fecha de vencimiento de algún producto que adquirimos para consumo ya sea alimento u otra cosa que tenga que mantenerse en condiciones para su uso dentro de un plazo razonable. Algunos productos tienen varias semanas y hasta un año para ser utilizado; otros menos. Es más que seguro que es debido a los conservantes que las cosas tienen más duración de la normal. O incluso aquellas que no lo tienen, alcanzan duración considerable dentro del refrigerador.
    En la Biblia, la gratitud a Dios por medio de la acción de gracias es un tema reiterado tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Es un asunto recurrente y de mucho valor. Y por lo que se observa, Dios tiene una manera distinta de garantizar la calidad de nuestra gratitud. Su duración es de 24 hs. Así, el Señor le dio a Moisés mandamientos específicos y concretos en cuanto a la manera en que debía ser ofrecido el sacrificio de acción de gracias para que sea aceptable. Uno de los requisitos principales era que se debía comer el mismo día; nada servía para el siguiente. Una de las razones principales de esto era que la ofrenda representaba la manera en que Cristo agradó a Dios en su sacrificio; fue de manera completa y nada hizo necesario que se ofreciera más veces. Por consiguiente,  en la ley levítica, Dios garantizaba la frescura y la calidad espiritual de la actitud del corazón del adorador agradecido.
    Dios obra de manera diaria con nosotros,"Bendito el Señor; cada día nos colma de beneficios El Dios de nuestra salvación. Selah" (Sal. 68:19), y así también nosotros debemos conducirnos. No es posible ni aceptable a los ojos de nuestro Salvador que le pongamos conservantes a nuestra gratitud, siempre recordando el pasado y nunca siendo específicos en agradecimiento en cuanto a lo que Dios hace en el día a día con nosotros. Cuando David cantó de la protección de Dios, tuvo cuidado en confesar cómo se conduciría diariamente, "Así cantaré tu nombre para siempre, pagando mis votos cada día." (Sal. 61:8) y "Cada día te bendeciré." (Sal. 145:2).
    Motivos siempre hay para ser agradecidos a Dios los siete días de la semana; solamente su obra de salvación por la fe sola en su Hijo crucificado por nuestros pecados, es razón suficiente para anunciar con gratitud de día en día su salvación. Aprendamos a ser adoradores de 24 hs, con fecha de vencimiento, siempre meditando en todos los beneficios con los cuales Dios nos colma diariamente. Tómate el tiempo en la jornada de hoy para listar exactamente las cosas por las cuales quieres ofrecer acción de gracias al Señor y abunda en adoración desde la mañana hasta la noche. No dejes nada para el otro día.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 19 de febrero de 2015

CALCULANDO BIEN

"No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado." - Levítico 19:17

    Al físico alemán Albert Einstein (1879-1955) se le atribuye la quizá no tan bien conocida frase "Si todo te da igual, estás haciendo mal las cuentas." La frase es en realidad un juego de palabras que, utilizando las ciencias exactas, critica una filosofía de pensamiento que no es provechosa en absoluto para quien la sostiene y practica. Es que ningún ser humano puede vivir de tal manera que "todo le dé igual", o que todo le dé lo mismo, para expresarlo de otra forma; y no padecer consecuencias negativas , ya que cuando se vive de esta manera, si no sufre quien tercamente insiste en ello, sufren los que lo rodean en su entorno más íntimo.
    Lamentablemente, este sistema de pensamiento también ha penetrado en el cristianismo bíblico, y tal cual lo expresa el versículo de hoy, son muchos los que procurando no asumir la responsabilidad de solucionar conflictos con el prójimo que lo ha herido, prefieren ignorar excusándose bajo la misma premisa de "me da igual", y pronto aprenden que "están haciendo mal las cuentas" porque el enojo aparece como una fuente de males que termina haciéndole partícipe del mismo pecado de quien o quiénes los han ofendido. El Espíritu Santo en su inspiración a Moisés, escogió el término hebreo "yakah"(יָכַח) y que básicamente significa "clarificación de una conducta moral a través de una argumentación". El pecado es un asunto entre pecador y Dios, incluso cuando el hombre ha pecado contra el hombre; Dios es siempre el primer ofendido por el pecado. Pero la ruptura de relación entre dos individuos y que no es solucionada, no solamente contagia el aborrecimiento y la participación del pecado ajeno sino que también condiciona en su totalidad el perdón de Dios. 
    ¿Qué, pues deben hacer todos los hijos de Dios? Hacer caso al pasaje de hoy. Salomón lo expresó de esta manera: "Mejor es reprensión manifiesta que amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece."(Pr. 27:5-6). Se trata de ayudar a otro a no permanecer en falta y se trata de evitar que tú y yo cerremos el oído de Dios a nuestras oraciones. Es una cuestión de cumplir las palabras de Cristo, "Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas." (Mt. 7:12).
    ¿Cuánto hace que en tu iglesia caminas por el pasillo contrario al que utiliza el hermano o hermana en la fe con quién estás ofendido u ofendida? ¿Cuánto tiempo llegando al filo del horario del culto y abandonando el templo cuando el pastor ora al final del mensaje para evitar a la persona que te ha ofendido cuando termina la reunión? ¿Tanto tiempo llevas no participando de la Cena del Señor con la excusa de una falsa humildad cuando en realidad lo que estás haciendo es decidir seguir aborreciendo? En pocas palabras ¿cuánto hace que "te da igual" lo que hacen o no hacen los otros? Oye bien, la calculadora del cielo no falla y te garantizo que continuamente da el mismo resultado: Estás haciendo mal las cuentas. Habla con tu prójimo, arregla tus cuentas y no participes en pecados ajenos. Hazlo hoy.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 18 de febrero de 2015

VACIAR PRIMERO, PARA LLENAR DESPUÉS

"No haréis como hacen en la tierra de Egipto, en la cual morasteis; ni haréis como hacen en la tierra de Canaán, a la cual yo os conduzco, ni andaréis en sus estatutos. Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis, andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios." - Levítico 18:3-4

    Dios le dejó bien en claro a los hijos de Israel que ellos debían evitar comportarse como lo hacían en Egipto en la idolatría, el lugar donde estuvieron cuatrocientos treinta años en cautividad; y también evitar practicar lo que verían en la tierra Canaán a donde serían introducidos para tomarla como posesión. Las prácticas de estas naciones eran su filosofía de vida; un detalle de sus abominaciones se describe en el resto del capítulo dieciocho de Levítico y también en los que siguen. Basta una simple lectura para que comprendamos la gravedad de las mismas. Era una mandamiento concreto e incondicional: No haréis, ni andaréis. Es notable que Dios llama a estas prácticas paganas "estatutos"; tal es el grado de enemistad entre el pecado y lo santo. La filosofía idólatra de este mundo establece sus propios mandatos y conduce a sus súbditos a una absoluta esclavitud "¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia?" (Ro. 6:16). 
    Pero el mandato de Dios contenía también un aspecto positivo, es decir, Israel debía poner en práctica lo que había aprendido de Dios a través de su ley; ellos tenían la responsabilidad de velar por lo santo y justo, andando delante del Señor en su vida diaria. En otras palabras, no participar de la filosofía y abominaciones de las naciones paganas no era ninguna garantía si ellos no se conducían en obediencia a la voz de Dios. Tenían que vaciarse de algo primero, para llenar luego el vacío con otra cosa. 
    Es un grave error el que comenten muchos hijos de Dios cuando viven permanentemente buscando evitar lo que inevitablemente los corrompe pero sin proporcionar a sus almas el alimento que suplante toda una manera de pensar y conducirse que caracteriza a los hombres sin Cristo. El propósito de los mandamientos para Israel era mucho más que enseñarles quién y cómo era Dios; el asunto también buscaba mostrarles a ellos que había razones superiores en las cuales ellos podían deleitarse y concentrar su atención y corazón.
    La palabra de Dios no nos ha sido dejada para mostrarnos límites y prohibiciones y advertencias sobre el pecado solamente; sino especialmente para mostrarnos el gozo y la plenitud que existe en amar a Dios y servirle de corazón. La obediencia debe ser una satisfacción a los hijos de Sión; no pueden honrar a Dios por temor, sino por amor; la santidad y la justicia han de transformarse en el anhelo diario que no tendrá comparación con ninguna cosa que ofrezca la corrupción de este mundo. Ese es el mejor salvaguarda contra el pecado diario. He aquí la diferencia entre creyentes maduros conforme al corazón de Dios y aquellos que solamente creen que para ser santos hay que "dejar de hacer cosas." Si quieres disfrutar de las bendiciones de lo alto, vacíate primero y llénate luego de la plenitud y el gozo de Cristo por su palabra. 

¡Dios te bendiga!

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martes, 17 de febrero de 2015

RAZONES DIVINAS

"Así apartaréis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre ellos." - Levítico 15:31

    Mientras que la lectura de ciertos capítulos de Levítico pueden parecer absolutamente fuera de comprensibilidad para nosotros por la temática de los mismos, los mandatos allí establecidos no lo eran para Israel saliendo de una nación pagana donde habían estado cautivos y yendo hacia un territorio donde la inmoralidad, irreverencia y todo tipo de pecado eran moneda corriente. A través de situaciones que tenían que ver con eventualidades físicas tanto para el hombre como para la mujer, Dios les ilustró una y otra vez la diferencia existente entre la pureza y la impureza.
    Finalizando esta amplia sección de las leyes levíticas concernientes a la pureza ceremonial, Dios concluye especificando el propósito principal y radical de todo lo instituido: Apartar a los hijos de Israel de sus impurezas... para que no mueran por sus impurezas... Esta es sin duda alguna la razón principal que concernía a ellos como pueblo; pero el asunto central era otro, a saber, "mi tabernáculo que está entre ellos." Lo que definía las impurezas era la presencia de Dios entre ellos y era imposible acercarse a Dios sin estar apartado de las mismas. 
    Sería siempre una gran tristeza y afrenta que los hijos de Israel "murieran por sus impurezas" teniendo todos los medios para ser apartados de ellas en la manera que Dios lo había comunicado a Moisés que debían hacerlo. Pero el mandato indica que esa era una posibilidad. Morir en sus impurezas.  Qué cosa tan triste es saber que aunque los medios para una vida de santidad y apartada de pecado están a disposición de todos los herederos de la salvación, muchos los ignoran y deben ser tratados por el Espíritu Santo con severidad santa para que no contaminen el testimonio de Cristo con una vida licenciosa y libertina. 
    ¿Quién hay que pretenda la libertad de acercarse al trono de gracia sin apartarse de pecados concretos y conocidos, practicados y no abandonados? ¿Quién hay que crea que Dios ha cambiado sus estándares santos para dejar sin juicio la iniquidad consciente de su pueblo o pasando por alto las transgresiones de sus hijos? El es el mismo "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2:14). 
    Examina hoy y recuerda todos los medios que el Señor te ha dejado en su palabra y que tienen como propósito apartarte prácticamente de cualquier iniquidad que te incapacite para acercarte a él con limpia conciencia. Recuerda la oración del salmista: "Si en mi corazón hubiese yo mirado a la iniquidad, El Señor no me habría escuchado." (Salmo 66:18).

¡Dios te bendiga!

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lunes, 16 de febrero de 2015

LA OPINIÓN QUE VALE

"... llaga de lepra es, y el sacerdote le reconocerá, y le declarará inmundo." - Levítico 13:3
"... el sacerdote declarará limpio al que tenía la llaga, y será limpio." - Levítico 13:17

    Mientras Dios estableció leyes precisas e inequívocas acerca de la impureza ceremonial de la lepra, también dejó en claro quién era el responsable por dar la opinión final acerca de la limpieza o la impureza del individuo que la poseía. El sacerdote es mencionado cincuenta y dos veces en el capítulo trece de Levítico. No hay lugar a dudas acerca del rol que tenía el mismo como representante divino para que cualquiera del pueblo obtuviera de él una opinión final y definitiva sobre la condición de su llaga. No importaba cómo se sintiera, qué es lo que veía, cómo le parecía que estaba la llaga o cualquier otra valoración de la misma, positiva o negativa; no era el individuo quien estaba capacitado para dar esa opinión. Sólo el sacerdote, su dictamen era el único valedero y confiable.
    Debemos dar gracias a Dios que esto es exactamente lo que ocurre con nuestras vidas y nuestros pecados y conciencias. Es únicamente el juicio de Cristo el que establece nuestra limpieza o suciedad, nuestra salvación o condenación. El es el "misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo." (Heb. 2:17). Ningún hombre, no importa su investidura, podrá jamás establecer judicial y prácticamente nuestra condenación o justificación. Esta verdad valiosa que la escritura presenta reiteradas veces y de maneras diferentes, directas o indirectas,  es una bendición y es una advertencia. Una bendición porque nos exime del razonamiento y el juicio del hombre, y es una advertencia porque es imposible de pasar por alto el escrutador ojo divino. Si soy justificado, no importa si me siento leproso o inmundo, "el gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios," (Heb. 4:14) es quien ha firmado el contrato. Pero si soy inmundo y leproso, ninguna almohada de plumas, ni la mejor sombra a la orilla de un río podrá disfrazar mi conciencia como persona justificada ante "los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta." (Heb. 4:13).
    En última instancia yo tendré que dar cuenta ante Dios, y tú tendrás que dar cuenta ante Dios. En vista de semejante e ineludible acontecimiento, es menester que lo que pese sobre mi conciencia y la mantenga alerta, no sean las opiniones o el juicio humano, sino la verdad de Dios y la opinión de Jesucristo, y que sea su palabra la que juzgue de manera permanente mi conducta en cada jornada y conserve y sustente la certeza de la justificación por la fe. El es quien declara limpio o inmundo al pecador. ¡Gloria a Dios, la salvación es de Jehová!

¡Dios te bendiga!

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domingo, 15 de febrero de 2015

ESTO SÍ, ESTO NO

"...para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho..." - Levítico 10:10-11

    Si existían algunas dudas entre los sacerdotes y levitas acerca de la seriedad e importancia de su consagración y ministerio, el capítulo 10 de Levítico se las evacuó completamente. Fue de manera lamentable y no como Dios quería ilustrarlo a ellos por supuesto. La muerte de Nadab y Abiú, hijos de Aarón al inicio del capítulo por ofrecer fuego extraño y evidentemente bajo el efecto del alcohol, dejó en absoluta evidencia que la santidad de Dios y el ministerio son asuntos sumamente sublimes y que no dan lugar a medias tintas o puntos intermedios. Dios es santo y los suyos deben marcar la diferencia con lo que es profano y causa de aborrecimiento en su corazón.
    Sin un entendimiento claro y concreto de esto, los ministros jamás podrían aprender a discernir y menos enseñar a otros. Cuando Dios comunicó a Moisés este mandato para Aarón y sus hijos acerca de "poder discernir" utilizó el verbo hebreo "badal" que significa "cortar" y cuya primera aparición en la Biblia se halla en Génesis 1:4 "y separó Dios la luz de las tinieblas." Entonces, no es menor su significado y haremos bien en comprender la implicación que tiene no sólo para el sacerdocio de Aarón sino para todos los quienes confesamos transitar por la senda de la separación del pecado.
    Cuando el hábito de cortar correctamente se pierde, entonces la línea de separación y diferencia entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, se desdibuja, se tuerce y comienza el triste recorrido del razonamiento del corazón impuro para apoyar y defender lo que Dios aborrece. Entonces las palabras del profeta Isaías son aplicables en un ciento por ciento: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!" (5:20).
    Nunca faltan los ignorantes voluntarios de la Escritura que suponen que el Espíritu Santo les dará como por arte de magia la dirección correcta; pero el mandamiento del texto de hoy claramente dice que eran los sacerdotes los que tenían que "poder discernir"; el ejercicio del discernimiento es parte de un proceso que incluye la instrucción y el conocimiento, no la presunción de imaginar lo que a cada uno le parece que está bien o está mal. Entonces, cada hijo de Dios habrá de velar por adquirir la información espiritual pertinente de la Palabra de Dios para honrar a Dios "cortando bien" y usando ese mismo aprendizaje para enseñar a otros a hacer lo mismo.
    Fíjate en este día si estás dividiendo bien y marcando correctamente en tu propia vida lo que es santo y lo que es profano. Juzga con la palabra de Dios y no con tu razonamiento si tu filosofía de vida, costumbres, gustos y pareceres coinciden con lo que Dios ha establecido definitivamente. No pierdas el filo en el corte diario de tu conducta y principios.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 14 de febrero de 2015

SIEMPRE ENCENDIDO

"El fuego arderá continuamente en el altar; no se apagará." - Levítico 6:13

    Este era el requisito principal que todos los sacerdotes debían recordar. Una pequeña frase expresada por Dios a Moisés en medio de las leyes de los sacrificios. Única, pero vital. Dado que los primeros ocho capítulos de Levítico son instrucciones a los sacerdotes, no es sino hasta el capítulo 9 que aprendemos que la primera ministración pública de Aarón fue por medio de una ofrenda de reconciliación entre el pueblo y Dios y es allí donde sabemos cómo fue encendido el altar por vez primera: "Y salió fuego de delante de Jehová, y consumió el holocausto con las grosuras sobre el altar; y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron sobre sus rostros." (9:24).
    De allí en más, día y noche, la llama del altar permanecía encendida; los sacerdotes y levitas continuamente alimentaban el fuego para que nunca se apague. Dios estaba dando una doble señal a su pueblo;  PRIMERO, les estaba diciendo que él fue quien descendió a ellos y que siempre podían acercarse a él, que siempre el Dios que los redimió de la esclavitud y los hizo su especial tesoro, estaba allí, accesible y dispuesto a recibirlos. En SEGUNDO lugar, les estaba diciendo que no podían acercase de otra manera que no sea a través del sacrificio, únicamente la confesión del pecado y la ofrenda era lo que el altar del holocausto admitía sobre el mismo. El fuego encendido no era para otra cosa.
    Que bien haremos en recordar que tenemos acceso a la presencia de Dios constantemente y de la misma manera, solamente por medio del Calvario. Dios encendió el fuego primeramente, enviando a su Hijo, "Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo." (1 Jn. .4:14). Siempre está a disposición nuestra. A diferencia de los sacerdotes, nosotros no debemos mantener el fuego encendido porque la obra de Cristo es permanente y eterna. Igualmente, nos recuerda que jamás nos podremos acercar a Dios con efectividad alguna sino por los méritos de su Hijo, "porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre." (Ef. 2:18). 
    Hay sin embargo, un aspecto que sí hemos de cuidar y considerar con atención: Un altar no frecuentado es un altar sin sentido, a pesar de estar encendido. ¡Qué necedad y falta de devoción es la que demostramos tan a menudo cuando no acudimos a la cruz para gloriarnos en ella! ¡Qué gran demostración de autosuficiencia y de espíritu profano comunica el pueblo de Dios cuando no se acerca al altar de Dios para beber de sus beneficios! Mantengamos, en este sentido, siempre encendido el poder de la cruz en nuestras vidas y deleitémonos en los méritos de nuestro Sumo Sacerdote Jesús quien siempre está para aliviar las cargas de su pueblo.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 13 de febrero de 2015

¿DE VERDAD? ¡PUES NO LO SABÍA!

"Si alguna persona del pueblo pecare por yerro, haciendo algo contra alguno de los mandamientos de Jehová en cosas que no se han de hacer, y delinquiere; luego que conociere su pecado que cometió, traerá por su ofrenda una cabra, una cabra sin defecto, por su pecado que cometió." - Levítico 4:27-28

    Dijo el apóstol Pablo: "Porque aunque de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado" (1 Cor. 4:4). Algunas veces tantos creyentes pueden afirmar lo mismo con completa confianza hasta que en su lectura bíblica, en un mensaje o través de alguna otra persona o circunstancia llegan a tener conocimiento de una falta cometida contra el Señor o contra el prójimo. Dios no pasa por alto el pecado en sus hijos, quiere un pueblo santo.
    El hecho de que esta ley se promulgara en el libro de Levítico que era el "Manual del sacerdote" indica la importancia que reviste el andar en pureza y limpieza para Dios y para todo su pueblo. Dios siempre ve el pecado como tal y como algo "que no se ha de hacer", y así espera que lo veamos nosotros también. La ignorancia no nos justifica y la conciencia puede no percibirlo hasta que la iluminación del Espíritu se hace presente en ella por medio de la palabra de Dios.
    El asunto que importa, estimado lector, es qué cosa hacemos una vez que "conocemos el pecado cometido". La escritura no hace diferencias y el mandato es igual para todos: Tratar el pecado en el lugar de juicio y con un sustituto; y has de notar que, una vez más el pecado es trasladado a la víctima y confesado en el momento. Cada vez que tomas conocimiento de un pecado cometido debes regresar a la cruz inmediatamente. Eso es siempre asi conforme a 1 Juan 1:9.
    Es notable que en cuanto a las instrucciones de pecados por yerro en los sacerdotes, éstos debían untar con sangre también en los cuernos del altar del incienso, mobiliario que en el tabernáculo habla de la oración. Los creyentes como real sacerdocio han de recordar que la oración se ve limitada por el pecado, y si ha sido cometido contra el prójimo, será de más urgencia aún que sea confesado.
    ¿Acaso no hay ningún tipo de prevención para todo esto? ¿No existe manera de evitar los yerros que igualmente fueron cargados por Cristo en la cruz? Ya lo creo, y David, experimentado en la confesión y la oración, nos dejó un modelo para seguir e imitar cada día; él oraba: "¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos. Preserva también a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí; entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión." (Salmo 19:13-14).
    Hagamos de ésta nuestra oración diaria, busquemos en estas palabras mantener nuestras conciencias y nuestro sacerdocio espiritual en condiciones óptimas para servir a nuestro Salvador.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 12 de febrero de 2015

QUE NO TE FALTE AGUA


"Y puso la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar, y puso en ella agua para lavar. Y Moisés y Aarón y sus hijos lavaban en ella sus manos y sus pies." - Éxodo 40:30-31

    La primera vez que Moisés levantó el altar del holocausto, ofreció sacrificios en el mismo; pero luego de eso la fuente de bronce ocupó un lugar intermedio entre el altar y el tabernáculo de reunión. Habilitados para ministrar, sin embargo no podían hacerlo sin pasar por la fuente.
    La limpieza ceremonial era imprescindible para quienes ministraban en el santuario. El altar era lo primero, allí se ofrecían los sacrificios diarios, pero la fuente no podía ser pasada por alto nunca, no importa que el sacrifico por el pecado hubiese sido ya ofrecido.
    La cruz es para nosotros el altar del santuario; en ella nuestros pecados fueron juzgados para siempre; pero la comunión Dios y el servicio diario hacia él requieren de una constante limpieza. Nunca debes descuidar en tu vida la fuente entre el tabernáculo de reunión y el altar. Desde la fuente puedes mirar hacia atrás al altar y decir: "¡Oh, gracias a Dios por la cruz de Cristo!"; y también mirar hacia adelante y decir: "¡Qué gloriosa libertad tengo para entrar al santuario!"; pero parado al lado de la fuente, expresas permanentemente: "Así que, amados, puesto que tenemos tales promesas, limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios." (2 Cor. 7:1)
    ¡Qué gloriosa verdad! ¡Qué dicha celestial que llena el alma del creyente que vive recordando su redención y anhelando la comunión mientras reconoce su imperiosa necesidad de estar limpio a diario para agradar a su Salvador.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 11 de febrero de 2015

ILUMINANDO MEJOR



"Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro." - Éxodo 37:23

    Todo en el tabernáculo nos habla de Cristo y de su gloria tal como lo confirma el salmista inspirado y lo asevera de esta manera, "En su templo todo proclama su gloria." (29:9). Cada cosa representa algo del Dios trino y todas son instructivas en su figura para el creyente. Es en este sentido que el candelabro representa a Cristo como la luz del mundo (Jn. 8:12).
    Pero no hay lugar a dudas que también representa a su iglesia como la luz del mundo, a cada hijo de Dios en particular, "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt. 5:14).
    Para el adecuado funcionamiento del candelabro, Dios instruyó a Moisés para que los sabios artesanos también realizaran en oro puro algunos utensilios imprescindibles, entre ellos las despabiladeras, cuya función principal en parte era remover la pequeña ceniza formada en el pabilo de cada lamparilla para que pudieran tener la llama acondicionada para una correcta iluminación. Un pequeño pero necesario utensilio.
    El creyente temeroso de Dios comprenderá la figura inmediatamente; pues es consciente de que su testimonio por Cristo sólo será efectivo si no hay nada que obstaculice o disminuya la luz del evangelio en su vida. Son las Escrituras las primeras despabiladeras que han de estar a mano para avivar el fuego o quitar las cenizas del pecado que limitan el testimonio de la luz en su vida.
    Recuerda que para los sacerdotes el uso de las despabiladeras era un asunto diario, la única manera de que el candelero tuviera luz de manera permanente. Quien descuida la voz de Dios día a día, no tiene ningún tipo de garantía bíblica de ser de utilidad a este mundo sumido en tinieblas. Te ruego que hagas de la Palabra de Dios el asunto primordial de tu vida para que otros vean a La Luz del mundo. ¡Despabílate!

¡Dios te bendiga!

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martes, 10 de febrero de 2015

VIENDO CON LIBERTAD

"El entonces dijo: Te ruego que me muestres tu gloria." - Éxodo 33:18

    En su primer contacto explícito con Dios en la zarza en el desierto, Moisés dijo: "Iré ahora y veré esta grande visión..." (Ex. 3:3). En aquella oportunidad tuvo un memorable encuentro con la santidad de Dios; ahora, Moisés que ya ha visto al Todopoderoso obrar maravillas y estar en medio de su pueblo, desea algo más, ruega a Dios que le muestre su gloria. Quizá antes se contuvo "dentro de los límites de la moderación y la sobriedad" (Calvino), pero ahora desea mucho más. Moisés, por su curiosidad, tuvo la gracia de conocer a Dios en suelo santo, mas ahora y a pesar de descubrir que no viviría para contarlo Moisés deseaba penetrar en las profundidades de Dios, su gloria.
    Por el capítulo 34 de Éxodo, sabemos que Moisés no solamente fue privado de ver a Dios de la manera que deseaba, sino que tampoco pudo hacer lo mínimo sin que primero tuviera en sus manos las tablas alisadas donde Dios escribiría por segunda vez los diez mandamientos. Una imagen ilustrativa de que el hombre sólo puede acercarse a Dios únicamente bajo sus reglas. Pero la ley quebrantada por el hombre es la puerta cerrada a la gloria de Dios, "Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios." (Ro. 3:23) Privado de ver lo que deseaba, frente al magnificencia de Jehová, Moisés sólo pudo apresurarse a bajar su cabeza hacia el suelo y adorar (Ex. 34:9). 
    Pero ¡oh, cuán glorioso es llegar al Nuevo Testamento y leer el testimonio de Juan! "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Jn. 1:14). Lo que Moisés no pudo bajo el antiguo pacto, nosotros lo apreciamos en el nuevo pacto, a través de Jesucristo, porque hallamos en él "la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios."(2 Cor. 4:4). Cristo es "el resplandor de su gloria" (Heb. 1:3). El evangelio es la expresión más pura y perfecta de la gloria de Dios porque el evangelio es Cristo mismo. 
    Vemos la gloria de Dios cuando contemplamos a Jesucristo en la Escritura; Dios se deleita en mostrarnos su gloria. ¡Bendita realidad que no hace acepción de personas entre los escogidos de Dios sino que busca asemejarnos a él "Porque a los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo," (Ro. 8:29). Cual Moisés en Sinaí, nosotros también en el Calvario, apresurémonos a bajar nuestras cabezas y adorar en la libertad que "la gracia y la verdad que vinieron por medio de Jesucristo" (Jn. 1:17) nos ha sido dada para siempre.

¡Dios te bendiga!

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lunes, 9 de febrero de 2015

CELO FICTICIO

"Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo." - Éxodo 32:17-18

    Josué era hombre de guerra, Moisés no. Moisés había estado en contacto directo con Dios, Josué no. Pero ambos estaban en lo cierto, aunque Moisés conocía la verdad por revelación de Dios. Josué como experimentado en batalla distinguía "el clamor del pueblo que gritaba" pero Moisés por revelación de Dios distinguía "voz de cantar." El pueblo de Israel, sumido en el pecado de la idolatría por el becerro de oro recién fundido y formado por Aarón mientras su hermano recibía las tablas de la ley, ahora tenía una falsa adoración; una adoración confusa e insana, resultado de haber dejado al Dios vivo de lado.
    "Dios no es Dios de confusión, sino de paz" (1 Cor. 14:33); pero cuando Satanás introduce sus artimañas en los creyentes que ignoran voluntariamente a Dios para dar atención a sus propias imaginaciones e invenciones espirituales, entonces aparece un celo ficticio que deshonra a Dios y confunde a los que oyen. Lo que debería ser alabanza, parece un grito de guerra a los oídos de muchos. Lo piadoso se confunde con lo contemporáneo con la excusa de ser un verdadero celo que contagiará a otros. "Yo he oído ese tipo de música en otro lado, no veo que sea diferente en esta iglesia a lo que hicieron en ese estadio la semana pasada." 
    Las indulgencias de la carne se transforman en adoración religiosa, en piedad activa y en celo espiritual tallado con el buril de un Aarón descuidado que quiere satisfacer a un pueblo desenfrenado. En vez de adorar a Jehová "en la hermosura de la santidad" lo hacen en la originalidad de su obstinación. La alabanza, entre otras cosas, deja de ser "suave y hermosa" (Sal. 147:1) y pasa a ser "atractiva y popular." La oración deja de ser "piadosa y reverente" y pasa a ser "clamores de guerra y declaraciones" impuestas a Dios.
    Solamente quienes han estado cerca de Dios podrán discernir cuando el celo es una ficción y el enemigo de las almas ha logrado introducir sutilmente su filosofía infernal dentro del pueblo de Cristo. Las atracciones de este mundo persisten en su intento de simular piedad y pasión, pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos y pronto se hallarán listos para mantener en alto la bandera del adorador que busca honrar a Dios y no agradar a los hombres ni sus costumbres. ¿Acaso tu celo es ficticio? ¿Acaso crea confusión en vez de dirección para otros? Examina tu andar.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 8 de febrero de 2015

TEOLOGÍA BÁSICA

"Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor." - Éxodo 29:20

    Quienes han tenido la oportunidad de participar en la iglesia desde la niñez probablemente hayan escuchado y cantado con alguna que otra variación, la canción que llegando a su fin dice "//Cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies//; pues tu Padre celestial te vigila con afán; cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies." Difícil será superar o mejorar este mensaje para los niños tan claro y para los adultos tan evidente. Sin embargo, en esta sencilla canción para niños hay teología básica sobre santificación.
   Al establecer las leyes y normativas sacerdotales la ley de Moisés preveía la santificación de los sacerdotes para el desempeño de sus ministerios. El mismo incluía esta ceremonia de esparcimiento de la sangre del carnero sobre el altar y la unción con la misma sangre del animal sobre los pulgares derechos de la mano y el pie y el lóbulo de la oreja derecha. OIR, OBRAR y ANDAR en santidad es el mensaje que comunica el acontecimiento ordenado por Dios. No hay duda que ellos, como sacerdotes, debían ser el primer ejemplo de cómo debía ser el resto del pueblo.
     El Nuevo Testamento nos asegura que somos un "real sacerdocio" (1 Pe. 2:9), y como tales se nos exhorta a OÍR BIEN "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír," (1:19); OBRAR BIEN "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2:14); y ANDAR BIEN "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo." (1 Jn. 2:6). La obra de la redención de Cristo por su sangre no sólo nos limpia, pero también nos santifica "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo." (1 Tes. 5:23); esto coloca al creyente en una posición de piedad práctica garantizada por la obra del Espíritu en su vida. 
    Peregrino y extranjero, no ceses de considerar a diario la importancia que reviste el hecho de honrar a Dios en cada aspecto práctico de tu vida, oyendo, obrando y andando para la gloria de Dios. Que el poder de la cruz santifique a diario cada una de estas áreas de tu vida; que tu sacerdocio espiritual no tenga ningún tipo de estorbo para dar a conocer a Jesucristo al mundo. "Cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies..."
    
¡Dios te bendiga!

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sábado, 7 de febrero de 2015

VALE LA PENA MIRAR

"Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines." - Éxodo 25:20

    Los rostros de los querubines no fueron realizados con sus miradas hacia el techo del Lugar Santísimo, apuntando al cielo, sino hacia abajo, al propiciatorio; lugar donde la sangre era esparcida. No hay duda alguna de la imagen que el Espíritu Santo quiere dejarnos a nosotros puesto que el propiciatorio (gr. hilasterion - satisfacción) es el lugar donde la ira de Dios por el pecado y la ley quebrantada, representada por las tablas de la ley dentro del arca, era satisfecha completamente al momento de esparcir la sangre del sacrificio. Los querubines miran con atención permanentemente este acontecimiento. No hay otra cosa que vale la pena mirar para ellos. El salmista habla de quien habita entre los querubines "Oh Pastor de Israel, escucha; tú que pastoreas como a ovejas a José, que estás entre querubines, resplandece." (80:1); los querubines miran al Pastor de Israel, pero ¿qué ven?; ven la sangre derramada de ese Pastor, su propio Creador y no pueden dejar de observar. 
    No existe duda alguna que esto es lo más sorprendente para el cielo y el universo entero; y el Nuevo Testamento se encarga de decirnos por qué "siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia," (Ro. 3:24-25). Cristo mismo es el propiciatorio y el sacrificio; quien se interpuso entre la ira de Dios y la ley quebrantada por cada uno de nosotros, recibiendo en sí mismo el castigo por nuestros pecados y obteniendo nosotros la justicia divina por causa de su satisfacción eterna. Esto es el evangelio. Esto es digno de mirar y no dejar de contemplar todos los días.
    Es entonces una aseveración admirable la que el apóstol Pedro hace en su primera epístola: "A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles."(1 Pe. 1:12). Los ángeles anhelan mirar y seguir mirando cómo el Pastor eterno sufrió tal contradicción de pecadores. Ellos contemplan día y noche la obra más portentosa, gloriosa y sempiterna de la humillación de Cristo por los pecadores y su victoria absoluta. Ellos anhelan mirar; anhelan sondear en las profundidades del evangelio sobre cómo pudo ser posible un plan tan perfecto, justo, santo y glorioso que engrandeciera a Dios y salvara al pecador.
    También nosotros, redimidos, deberíamos contemplar continuamente las glorias del evangelio y no apartar nuestra vista y corazón de sus beneficios para con nosotros puesto que ninguna otra cosa será el tema central en toda la eternidad. Vale la pena mirar.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 6 de febrero de 2015

EL QUID DE LA CUESTIÓN

"Si vieres el asno del que te aborrece caído debajo de su carga, ¿le dejarás sin ayuda? Antes bien le ayudarás a levantarlo." - Éxodo 23:5

    Muchos cristianos que llegan a este punto en la lectura de la Escritura, comienzan a cabecear adormecidos ante esta serie de legislaciones mosaicas que parecen no tener relevancia para su vida cotidiana. Lejos de ser verdad, hallamos aquí el espíritu de la enseñanza del Nuevo Testamento de Mateo 5:43-44 "Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;" En el curso ordinario de la vida, el hombre natural jamás escogería levantar el asno de su enemigo caído bajo su carga, sino que pasaría de largo y continuaría con los quehaceres diarios sin la mínima carga de conciencia; pero Dios manda a su pueblo a hacer lo opuesto, y con mucha sabiduría Dios utiliza un asno, animal que debía ser redimido con un cordero por ser doméstico pero no limpio para el pueblo. 
    Y aquí yace el mismo razonamiento divino que Cristo usó en los evangelios al exhortar a los fariseos por su hipocresía religiosa cuando criticaban a Jesús por sus bondades para con los hombres "Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de vosotros, si su asno o su buey cae en algún pozo, no lo sacará inmediatamente, aunque sea en día de reposo?"(Lc. 14:5). Tanto para Israel como para los fariseos, el mensaje era el mismo: Si hacemos esto con un animal de carga ¿cuánto más no lo hemos de hacer con un ser humano que posee alma eterna? El quid de la cuestión se halla en algunos versículos antes en el libro de Exodo, "Y me seréis varones santos." (22:31). Solamente personas redimidas y regeneradas pueden obrar de esta manera. Y eso es exactamente lo que se espera de ellos: Diferencia - santidad.
    Entonces ¿por qué reaccionas de otra manera cuando ese compañero de trabajo que ser burla de tu fe y te hace el ridículo todos los días, cae enfermo o rompe su vehículo en la calle y tú lo ignoras? ¿Por qué no te inmutas cuando el hijo de tu vecino que te hace la vida imposible, cae de su bicicleta frente al mercado donde tú fuiste de compras? ¿Acaso tienes que mostrarte enojado y amargado con la cajera del supermercado que siempre tiene mala cara? ¡Cuántas de estas cosas y más ocurren a diario en la vida de los hijos de Dios! Se espera que amemos a nuestros enemigos "Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles?" (Mt. 5:46-47). 
    El Hijo de Dios nos amó "cuando aún éramos pecadores"y nos hizo participantes de su naturaleza divina. Ahora, medita en esto y habla con tu vecino, compañero de trabajo o familiar que siempre te lleva a maltraer. Ayúdalo ni bien tengas oportunidad. Eres parte de un pueblo santo.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 5 de febrero de 2015

PARA SIEMPRE SIERVO

"Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre." - Exodo 21:5-6

    La motivación lo es todo. En medio de las leyes mosaicas sobre los siervos y los diferentes casos en que se concretaba la permanencia o no del siervo en casa de su amo; esta declaración se destaca por la decisión voluntaria del servidor de quedar en casa de su señor por amor. Fue comprado en el pasado, sirvió porque tenía dueño y ahora que tiene la oportunidad de quedar libre, escoge quedar; no por temor, no por amenazas, tampoco por incertidumbre por su futuro, sino que su motivación es el amor por su señor. No obstante su voluntad propia y amor por su señor, el siervo era sometido a la perforación de su oreja, marca que lo identificaba públicamente como pertenencia perpetua de su amo.
    No es sino hasta que el pecador perdido se transforma en pecador perdonado que su alma se llena de amor por su Salvador - "Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero." (1 Jn 4:19); es obra del Espíritu Santo que derramó en nosotros el amor de Dios abundantemente. Cristo en el alma transforma las motivaciones, servir a Dios no es el resultado de doctrinas estudiadas, mandamientos impuestos o tradiciones de hombres; servir a Dios es voluntario porque las buenas nuevas transforman al enemigo de Dios en amante de Dios, de servidumbre al pecado a esclavitud por amor al Cristo Redentor.
   Son los siervos de Cristo los únicos que colocan su oído en la cruz para que sea perforado por obra del Espíritu Santo y de esta forma nunca más escuchar otra voz, sino la del Buen Pastor pues él mismo declaró: "Sacrificio y ofrenda no te agrada; has abierto mis oídos; holocausto y expiación no has demandado. Entonces dije: He aquí, vengo; en el rollo del libro está escrito de mí; el hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón."(Salmo 40:6-8). No es diferente en el santo regenerado, ama a Dios, ama hacer su voluntad y no hay otra cosa en su corazón que no sea la ley de su Salvador y por esa misma razón quiere la marca del servicio en su propia alma perforada en el Calvario y que le identifique para siempre como siervo de Cristo.
    No valían de nada las palabras de compromiso del siervo y de amor confeso por su amo sin su oreja perforada. De la misma manera Jesús dijo "¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo?" (Lc. 6:46); de modo que tú debes velar por saber si tu amor por Dios es solamente un romance religioso o es fruto de la liberación y redención de tu alma por la sangre de Cristo derramada en el poste de condenación.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 4 de febrero de 2015

¿HAS OLVIDADO QUIÉN ES TU SALVADOR?

"Y viéndolo los hijos de Israel, se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? porque no sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da para comer." - Exodo 16:15

    Poco tiempo después de la salida de Egipto y el cruce del Mar Rojo, Israel comenzó a quejarse contra Dios por la falta de comida y agua. Muy pronto ellos mostraron lo que había en sus corazones y que la liberación física de la esclavitud no determinó en todos la liberación espiritual de sus almas por falta de fe en la promesa. Mas Dios en su gran misericordia mostró una y otra vez sus bondades para con aquellos que había rescatado para siempre de mano de Faraón. La historia de la provisión de Dios para con su pueblo en el desierto incluye el Maná como una de las primeras manifestaciones de gracia y bondad para con todos ellos, alimentándolos por el resto de los cuarenta años que estarían rodeando el desierto antes de entrar en la tierra prometida. El maná fue provisión del cielo para ellos, "Sin embargo, mandó a las nubes de arriba, y abrió las puertas de los cielos, e hizo llover sobre ellos maná para que comiesen, Y les dio trigo de los cielos. Pan de nobles comió el hombre; Les envió comida hasta saciarles." (Sal. 78:23-25). Aún siendo una provisión celestial, los israelitas lo nombraron con una pregunta "¿qué es esto? porque no sabían qué era."
    Inequívocamente el Nuevo Testamento corrobora que el maná es una figura del Señor Jesucristo "Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo." (Jn. 6:32-33). La figura paralela es divinamente ocurrente, puesto que de la misma forma que el maná alimentó físicamente al pueblo, así también Cristo alimenta espiritualmente a los suyos.
  Pero el pueblo le llamó "¿Qué es esto?" y de la misma manera el Hijo de Dios recibió el cuestionamiento de parte del mundo y de los suyos, "En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron." (Jn. 1:10-11). No fue un error, fue el cumplimiento de la profecía de Isaías "...le veremos, mas sin atractivo para que le deseemos. Despreciado y desechado entre los hombres..." (Is. 53:2-3). 
    Sin embargo, lo que resalta uno de los evangelistas, es cómo sus propios cercanos trataron a Cristo como fue considerado el maná por Israel en el desierto, "...y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?"(Mr. 4:41). Terminando su ministerio, Jesús preguntó a Felipe, "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe?" (Jn. 14:8). ¿Acaso piensas que no es posible que tú olvides quién es realmente el Salvador? ¿Piensas que tu visión espiritual nunca se empaña para dejar de ver a Cristo tal y cual lo revelan las Escrituras? Las flaquezas espirituales del hijo de Dios en este mundo no son otra cosa que una pérdida de enfoque sobre quién es su Redentor; "¡Oh gálatas insensatos! ¿quién os fascinó para no obedecer a la verdad, a vosotros ante cuyos ojos Jesucristo fue ya presentado claramente entre vosotros como crucificado?" (Gál. 3:1).  Abrumado por las circunstancias adversas, las tentaciones, aflicciones y pecados, el creyente pierde de vista la grandeza de Cristo y frente a la abundancia de sus virtudes y riquezas reveladas en la Escritura el cristiano no hace más que preguntar: "¿Quién es este del que tanto hablan estas páginas?" Pierde su visión y olvida a su Salvador en medio del dolor y las penurias. 
    ¿Y qué dice tu alma de Cristo en este día? ¿Qué descripción hace de tu Señor? ¿Cuánto hace que ya no sabes quién es él, que has dejado de contemplar su gloria y bondades? Mira nuevamente a la cruz y oye al Espíritu Santo decir de Cristo a tu alma: "Es el pan que Jehová os da para comer." 

¡Dios te bendiga!

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martes, 3 de febrero de 2015

NO TE DEJARÉ IR FÁCILMENTE

"Y fue dado aviso al rey de Egipto, que el pueblo huía; y el corazón de Faraón y de sus siervos se volvió contra el pueblo, y dijeron: ¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?" - Éxodo 14:5

    Es absolutamente claro que todos, egipcios e israelitas, fueron testigos del poderoso brazo de Jehová para liberar a su pueblo Israel de la servidumbre de Egipto. Faraón, que se negó más de una decena de veces en dejarlos ir, finalmente les rogó que se fueran. Israel despojó a los egipcios cuando salió y la victoria de Dios sobre los ídolos de Egipto y toda la nación se hizo completamente evidente. Dios liberó a su pueblo y la esclavitud llegó a su fin; fue una completa y absoluta redención marcada por sangre y recordada para siempre en la pascua por toda la nación hebrea. Israel era ahora un pueblo comprado por sangre; su dueño ya no era Faraón, sino Jehová quien los redimió de una sola vez y de manera completa.
    Poco tiempo después, muy pocas horas quizá, Faraón y sus siervos cuestionaron duramente lo que había acontecido, mostrando lo profundo de sus intenciones con la pregunta que contiene una gran instrucción para nuestras almas, "¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir a Israel, para que no nos sirva?" No iba a ser así de fácil, Faraón aún quería a los hebreos como siervos para siempre. Faraón y sus siervos no admitirían hasta la muerte que Israel dejara de prestar servicios a Egipto, su rey y su estilo de vida.
    ¿Acaso no es esta una figura excelente y profundamente instructiva para el hijo de Dios que ha sido librado para siempre por la redención a través de la sangre de Jesucristo? "Consumado es" - dijo el Hijo del Hombre antes de entregar su espíritu; y ese final fue el comienzo de la liberación de la esclavitud del pecado para todos aquellos quienes confían en los méritos del Salvador para el perdón todas sus transgresiones. "Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres"- (Juan 8:36). Mas al igual que Faraón con Israel y a pesar de la completa y total liberación, también los nacidos de nuevo reciben la misma amenaza y cuestionamiento de su antiguo dueño, el ahora enemigo de sus almas, Satanás: "¿Cómo hemos hecho esto de haber dejado ir este convertido para que no nos sirva?" Y comienza de esta manera una profunda lucha espiritual, pues el león rugiente clama como Faraón a la conciencia y el alma de los redimidos: "Perseguiré, apresaré, repartiré despojos; Mi alma se saciará de ellos; sacaré mi espada, los destruirá mi mano." (Ex. 15:9). 
    El Nuevo Testamento lo pone con estas palabras: "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis."(Gál. 5:1), hablando de nuestra propia naturaleza caída; pero también desde la misma oposición del diablo, "...vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;" (1 Pe. 5:8). No hay tregua. No hay punto medio. Hemos sido librados para servir al Dios vivo, pero Satanás no cesará en su empeño para que le sirvamos aún a él. ¿Qué hemos de hacer? Confiar en las mismas promesas en que confió la nación de Israel: "Soplaste con tu viento; los cubrió el mar; se hundieron como plomo en las impetuosas aguas. ¿Quién como tú, oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como tú, magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios? Extendiste tu diestra; la tierra los tragó. Condujiste en tu misericordia a este pueblo que redimiste; lo llevaste con tu poder a tu santa morada." (Ex. 15:10-13) y sumarle aquellas con las que Pablo exhortó a las iglesias de Galacia: "Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu." (5:24-25).


¡Dios te bendiga!

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