martes, 1 de diciembre de 2015

HUMILDAD, PERO DE VERAS

"Por tanto, pruébese cada uno a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa" -  1 Corintios 11:28

    Era el momento de servir la Cena del Señor; los encargados de repartir el pan y la copa caminaron a través de los pasillos del templo acercando los elementos a cada uno de los hermanos. Al llegarle el turno a una hermana, esta hizo señal con su cabeza de que no participaría. Cuando finalizó el culto, el pastor inquirió prudentemente acerca de la razón de su negativa, sólo para descubrir que la hermana en cuestión no participaba porque no creía que era digna de hacerlo en la condición espiritual que se encontraba. 
    Suena a una humildad ejemplar ¿verdad? Así parece, pero no lo es en absoluto. Es una completa actitud de obstinación, orgullo y falta de disposición para confesar y abandonar la situación que en apariencia está siendo un impedimento para participar de los símbolos de la muerte de Jesús. El apóstol Pablo no está dando una alternativa para no participar, sino un mandato, cuya única opción que deja entrever es la necesidad de confesar el pecado, abandonarlo y con un corazón examinado recordar la muerte del Señor. Cualquier creyente quien ante la celebración de la cena se niega a participar por considerar que no es digno, lo único que está diciendo es que por ahora prefiere continuar en su falta o actitud necia aunque esta deshonre al Señor.
    La santa cena es una tremenda oportunidad para recordar que la muerte de Jesús, no solamente nos ha librado de la condenación sino que también es el recuerdo que nos permite examinarnos continuamente para vivir en santificación práctica. Quien utiliza la excusa del ejemplo de hoy, solamente está diciendo, "no estoy pensando en cambiar de actitud por ahora, pero tampoco quiero participar indignamente" ¡Qué insensatez! ¿Acaso piensas que eso te hace más humilde? Por cierto que no; todo lo contrario, te ubica entre los que deshonran y menosprecian el sacrificio de Cristo. La verdadera humildad consiste en examinarse, confesar el pecado y participar de la cena, agradecido al Señor por su muerte a tu favor. Recuerda, Jesús dijo "haced esto en memoria de mí" (Lc. 22:19); por lo tanto no se trata de ti.
    La próxima vez que celebres en tu iglesia con los hermanos el partimiento del pan, recuerda que es el momento en que Dios te coloca entre la espada y la pared; quiere que sepas que su sacrificio te ha hecho digno, pero que tu debes vivir a la altura de esa dignidad. No lo deshonres.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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