martes, 8 de diciembre de 2015

Q.E.P.D.

"¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?"  - Romanos 6:1-2

    Ignorando que la gracia de Dios que operó en la salvación, no es una licencia para pecar sino una dádiva para vivir honrándole a él en obediencia; muchos creyentes definitivamente no comprenden cómo es posible considerarse muertos al pecado. Una sencilla pero interesante historia ayudará al lector a recordar esto y comprenderlo mejor.
    En su comentario sobre el libro de Romanos, John Phillips comparte la historia acerca de un anciano creyente de años, gruñón y severo en su juicio hacia otros cristianos. Un día llegó a la iglesia el nuevo pastor, un joven dinámico y definitivamente piadoso y útil al Señor. Año tras año el viejo creyente criticó una y otra vez al joven pastor, sin lograr que este decayera en su servicio. Luego de cinco largos años, un hermano le preguntó al pastor cómo le había sido posible resistir las continuas críticas del anciano. "Hermano" -dijo el joven ministro- "hace cinco años que yo he muerto al anciano que tu mencionas." Este joven había captado la verdad de lo que significaba morir al pecado.
    Un muerto nunca tendrá ninguna reacción a ninguna cosa que se le ponga delante; ningún entretenimiento, ninguna comida, ninguna imagen; no responderá si lo tocan o golpean o si lo critican. Está muerto. Es esto lo que ha ocurrido con todos los creyentes; en el mismo momento que fueron salvos por la muerte de Cristo, fueron identificados con todo lo que él hizo por ellos. Ya sabes que Cristo murió por ti; ahora aprende que tú estabas allí también cuando él murió. La cruz terminó con el poder del pecado y los creyentes pueden hacer uso de esta verdad todos los días de su vida.
    Llegará el día en que los hijos de Dios no solamente serán librados del poder del pecado sino también de la presencia del pecado. Mientras tanto, si tu eres hijo de Dios, recuerda esta verdad, porque no necesitas obedecer a los designios del pecado que desea arruinar tu vida de la misma manera que un cadáver no responde ante ninguna cosa que le ocurra. 
    Bendice al Señor que ha vencido el pecado, y en cuanto a tu vieja vida, pues talla en su lápida, Q.E.P.D.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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