Josué era hombre de guerra, Moisés no. Moisés había estado en contacto directo con Dios, Josué no. Pero ambos estaban en lo cierto, aunque Moisés conocía la verdad por revelación de Dios. Josué como experimentado en batalla distinguía "el clamor del pueblo que gritaba" pero Moisés por revelación de Dios distinguía "voz de cantar." El pueblo de Israel, sumido en el pecado de la idolatría por el becerro de oro recién fundido y formado por Aarón mientras su hermano recibía las tablas de la ley, ahora tenía una falsa adoración; una adoración confusa e insana, resultado de haber dejado al Dios vivo de lado.
"Dios no es Dios de confusión, sino de paz" (1 Cor. 14:33); pero cuando Satanás introduce sus artimañas en los creyentes que ignoran voluntariamente a Dios para dar atención a sus propias imaginaciones e invenciones espirituales, entonces aparece un celo ficticio que deshonra a Dios y confunde a los que oyen. Lo que debería ser alabanza, parece un grito de guerra a los oídos de muchos. Lo piadoso se confunde con lo contemporáneo con la excusa de ser un verdadero celo que contagiará a otros. "Yo he oído ese tipo de música en otro lado, no veo que sea diferente en esta iglesia a lo que hicieron en ese estadio la semana pasada."
Las indulgencias de la carne se transforman en adoración religiosa, en piedad activa y en celo espiritual tallado con el buril de un Aarón descuidado que quiere satisfacer a un pueblo desenfrenado. En vez de adorar a Jehová "en la hermosura de la santidad" lo hacen en la originalidad de su obstinación. La alabanza, entre otras cosas, deja de ser "suave y hermosa" (Sal. 147:1) y pasa a ser "atractiva y popular." La oración deja de ser "piadosa y reverente" y pasa a ser "clamores de guerra y declaraciones" impuestas a Dios.
Solamente quienes han estado cerca de Dios podrán discernir cuando el celo es una ficción y el enemigo de las almas ha logrado introducir sutilmente su filosofía infernal dentro del pueblo de Cristo. Las atracciones de este mundo persisten en su intento de simular piedad y pasión, pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos y pronto se hallarán listos para mantener en alto la bandera del adorador que busca honrar a Dios y no agradar a los hombres ni sus costumbres. ¿Acaso tu celo es ficticio? ¿Acaso crea confusión en vez de dirección para otros? Examina tu andar.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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