sábado, 7 de febrero de 2015

VALE LA PENA MIRAR

"Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines." - Éxodo 25:20

    Los rostros de los querubines no fueron realizados con sus miradas hacia el techo del Lugar Santísimo, apuntando al cielo, sino hacia abajo, al propiciatorio; lugar donde la sangre era esparcida. No hay duda alguna de la imagen que el Espíritu Santo quiere dejarnos a nosotros puesto que el propiciatorio (gr. hilasterion - satisfacción) es el lugar donde la ira de Dios por el pecado y la ley quebrantada, representada por las tablas de la ley dentro del arca, era satisfecha completamente al momento de esparcir la sangre del sacrificio. Los querubines miran con atención permanentemente este acontecimiento. No hay otra cosa que vale la pena mirar para ellos. El salmista habla de quien habita entre los querubines "Oh Pastor de Israel, escucha; tú que pastoreas como a ovejas a José, que estás entre querubines, resplandece." (80:1); los querubines miran al Pastor de Israel, pero ¿qué ven?; ven la sangre derramada de ese Pastor, su propio Creador y no pueden dejar de observar. 
    No existe duda alguna que esto es lo más sorprendente para el cielo y el universo entero; y el Nuevo Testamento se encarga de decirnos por qué "siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia," (Ro. 3:24-25). Cristo mismo es el propiciatorio y el sacrificio; quien se interpuso entre la ira de Dios y la ley quebrantada por cada uno de nosotros, recibiendo en sí mismo el castigo por nuestros pecados y obteniendo nosotros la justicia divina por causa de su satisfacción eterna. Esto es el evangelio. Esto es digno de mirar y no dejar de contemplar todos los días.
    Es entonces una aseveración admirable la que el apóstol Pedro hace en su primera epístola: "A éstos se les reveló que no para sí mismos, sino para nosotros, administraban las cosas que ahora os son anunciadas por los que os han predicado el evangelio por el Espíritu Santo enviado del cielo; cosas en las cuales anhelan mirar los ángeles."(1 Pe. 1:12). Los ángeles anhelan mirar y seguir mirando cómo el Pastor eterno sufrió tal contradicción de pecadores. Ellos contemplan día y noche la obra más portentosa, gloriosa y sempiterna de la humillación de Cristo por los pecadores y su victoria absoluta. Ellos anhelan mirar; anhelan sondear en las profundidades del evangelio sobre cómo pudo ser posible un plan tan perfecto, justo, santo y glorioso que engrandeciera a Dios y salvara al pecador.
    También nosotros, redimidos, deberíamos contemplar continuamente las glorias del evangelio y no apartar nuestra vista y corazón de sus beneficios para con nosotros puesto que ninguna otra cosa será el tema central en toda la eternidad. Vale la pena mirar.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
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