sábado, 28 de febrero de 2015

¿A QUÉ HORA REGRESAMOS?

"Y la gente extranjera que se mezcló con ellos tuvo un vivo deseo, y los hijos de Israel también volvieron a llorar... Nos acordamos del pescado que comíamos en Egipto... ¡Ciertamente mejor nos iba en Egipto!" - Números 11:4, 5, 18

    Era cuestión de tiempo para que se manifestara el corazón de los dubitativos y murmuradores. Sólo hace falta agua caliente para que el saquito de té descubra lo que hay en su interior, pero el agua no  tiene sabor. La gente extranjera no tenía la culpa, simplemente ayudó a manifestar lo que había en el interior de los israelitas, añoranza por la vida pasada, lo cual dieron a conocer llorando. Cuando el alma no ha aprendido a apreciar la gracia de Dios y la persona del Salvador, se inicia entonces en la duda de todo lo que atañe a la verdad de la Escritura, las promesas, la manera y eficacia de la salvación, la soberanía de Dios, la teología, la moral cristiana, la iglesia, la piedad, etc. 
    Comienza a mirar de reojo lo que dejó en el pasado y comienza también a recordar el pescado de Egipto. Los placeres de la carne hacen olvidar rápidamente la esclavitud de la carne para servir a la injusticia. Pero no solamente esto, también el corazón inicia el peligroso y pecaminoso razonamiento de la comparación, al punto de mirar la vida sin Cristo como "mejor". No recuerda que Cristo dijo "en el mundo tendréis aflicción", ni que el corazón es probado "cuando viene la persecución o la aflicción por causa de la palabra." 
    Claro está que este es un eficaz ejemplo de incredulidad e irregularidad espiritual que permite la manifestación del corazón en circunstancias adversas. El Señor Jesucristo examinó hasta lo más profundo a los doce apóstoles cuando, frente a una numerosa deserción de oyentes, les dijo: "¿Queréis acaso iros también vosotros?" (Jn. 6:67). El apóstol Pablo escribió, no sin lágrimas seguramente, "porque Demas me ha desamparado, amando este mundo," (2 Ti. 4:10)
    No es un detalle menor cuando un alma le atribuye felicidad a una vida independiente de Dios, cuando juntamente con Asaf el salmista, llega a expresar: "Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia;" (Sal. 73:13); él también vio la prosperidad de los impíos coronados de soberbia y por lo tanto fue tentado a resbalar. Pero no resbaló porque llegó al santuario de Dios. Dos cosas hizo la prueba en Israel, manifestó la incredulidad de su corazón y dejó en evidencia la gracia de Dios.  A la pregunta "¿Queréis acaso iros también vosotros?" ¿qué respondes? Es un asunto serio y solamente un corazón transformado podrá decir: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna." (Jn. 6:68) De lo contrario buscarás más pescado egipcio el resto de tu vida.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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