"...para poder discernir entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, y para enseñar a los hijos de Israel todos los estatutos que Jehová les ha dicho..." - Levítico 10:10-11
Si existían algunas dudas entre los sacerdotes y levitas acerca de la seriedad e importancia de su consagración y ministerio, el capítulo 10 de Levítico se las evacuó completamente. Fue de manera lamentable y no como Dios quería ilustrarlo a ellos por supuesto. La muerte de Nadab y Abiú, hijos de Aarón al inicio del capítulo por ofrecer fuego extraño y evidentemente bajo el efecto del alcohol, dejó en absoluta evidencia que la santidad de Dios y el ministerio son asuntos sumamente sublimes y que no dan lugar a medias tintas o puntos intermedios. Dios es santo y los suyos deben marcar la diferencia con lo que es profano y causa de aborrecimiento en su corazón.
Sin un entendimiento claro y concreto de esto, los ministros jamás podrían aprender a discernir y menos enseñar a otros. Cuando Dios comunicó a Moisés este mandato para Aarón y sus hijos acerca de "poder discernir" utilizó el verbo hebreo "badal" que significa "cortar" y cuya primera aparición en la Biblia se halla en Génesis 1:4 "y separó Dios la luz de las tinieblas." Entonces, no es menor su significado y haremos bien en comprender la implicación que tiene no sólo para el sacerdocio de Aarón sino para todos los quienes confesamos transitar por la senda de la separación del pecado.
Cuando el hábito de cortar correctamente se pierde, entonces la línea de separación y diferencia entre lo santo y lo profano, y entre lo inmundo y lo limpio, se desdibuja, se tuerce y comienza el triste recorrido del razonamiento del corazón impuro para apoyar y defender lo que Dios aborrece. Entonces las palabras del profeta Isaías son aplicables en un ciento por ciento: "¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos!" (5:20).
Nunca faltan los ignorantes voluntarios de la Escritura que suponen que el Espíritu Santo les dará como por arte de magia la dirección correcta; pero el mandamiento del texto de hoy claramente dice que eran los sacerdotes los que tenían que "poder discernir"; el ejercicio del discernimiento es parte de un proceso que incluye la instrucción y el conocimiento, no la presunción de imaginar lo que a cada uno le parece que está bien o está mal. Entonces, cada hijo de Dios habrá de velar por adquirir la información espiritual pertinente de la Palabra de Dios para honrar a Dios "cortando bien" y usando ese mismo aprendizaje para enseñar a otros a hacer lo mismo.
Fíjate en este día si estás dividiendo bien y marcando correctamente en tu propia vida lo que es santo y lo que es profano. Juzga con la palabra de Dios y no con tu razonamiento si tu filosofía de vida, costumbres, gustos y pareceres coinciden con lo que Dios ha establecido definitivamente. No pierdas el filo en el corte diario de tu conducta y principios.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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