"Hizo asimismo sus siete lamparillas, sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro." - Éxodo 37:23
Todo en el tabernáculo nos habla de Cristo y de su gloria tal como lo confirma el salmista inspirado y lo asevera de esta manera, "En su templo todo proclama su gloria." (29:9). Cada cosa representa algo del Dios trino y todas son instructivas en su figura para el creyente. Es en este sentido que el candelabro representa a Cristo como la luz del mundo (Jn. 8:12).
Pero no hay lugar a dudas que también representa a su iglesia como la luz del mundo, a cada hijo de Dios en particular, "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt. 5:14).
Para el adecuado funcionamiento del candelabro, Dios instruyó a Moisés para que los sabios artesanos también realizaran en oro puro algunos utensilios imprescindibles, entre ellos las despabiladeras, cuya función principal en parte era remover la pequeña ceniza formada en el pabilo de cada lamparilla para que pudieran tener la llama acondicionada para una correcta iluminación. Un pequeño pero necesario utensilio.
El creyente temeroso de Dios comprenderá la figura inmediatamente; pues es consciente de que su testimonio por Cristo sólo será efectivo si no hay nada que obstaculice o disminuya la luz del evangelio en su vida. Son las Escrituras las primeras despabiladeras que han de estar a mano para avivar el fuego o quitar las cenizas del pecado que limitan el testimonio de la luz en su vida.
Recuerda que para los sacerdotes el uso de las despabiladeras era un asunto diario, la única manera de que el candelero tuviera luz de manera permanente. Quien descuida la voz de Dios día a día, no tiene ningún tipo de garantía bíblica de ser de utilidad a este mundo sumido en tinieblas. Te ruego que hagas de la Palabra de Dios el asunto primordial de tu vida para que otros vean a La Luz del mundo. ¡Despabílate!
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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