"Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor." - Éxodo 29:20
Quienes han tenido la oportunidad de participar en la iglesia desde la niñez probablemente hayan escuchado y cantado con alguna que otra variación, la canción que llegando a su fin dice "//Cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies//; pues tu Padre celestial te vigila con afán; cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies." Difícil será superar o mejorar este mensaje para los niños tan claro y para los adultos tan evidente. Sin embargo, en esta sencilla canción para niños hay teología básica sobre santificación.
Al establecer las leyes y normativas sacerdotales la ley de Moisés preveía la santificación de los sacerdotes para el desempeño de sus ministerios. El mismo incluía esta ceremonia de esparcimiento de la sangre del carnero sobre el altar y la unción con la misma sangre del animal sobre los pulgares derechos de la mano y el pie y el lóbulo de la oreja derecha. OIR, OBRAR y ANDAR en santidad es el mensaje que comunica el acontecimiento ordenado por Dios. No hay duda que ellos, como sacerdotes, debían ser el primer ejemplo de cómo debía ser el resto del pueblo.
El Nuevo Testamento nos asegura que somos un "real sacerdocio" (1 Pe. 2:9), y como tales se nos exhorta a OÍR BIEN "Por esto, mis amados hermanos, todo hombre sea pronto para oír," (1:19); OBRAR BIEN "quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras." (Tito 2:14); y ANDAR BIEN "El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo." (1 Jn. 2:6). La obra de la redención de Cristo por su sangre no sólo nos limpia, pero también nos santifica "Y el mismo Dios de paz os santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo." (1 Tes. 5:23); esto coloca al creyente en una posición de piedad práctica garantizada por la obra del Espíritu en su vida.
Peregrino y extranjero, no ceses de considerar a diario la importancia que reviste el hecho de honrar a Dios en cada aspecto práctico de tu vida, oyendo, obrando y andando para la gloria de Dios. Que el poder de la cruz santifique a diario cada una de estas áreas de tu vida; que tu sacerdocio espiritual no tenga ningún tipo de estorbo para dar a conocer a Jesucristo al mundo. "Cuida tus ojos, oídos, labios, manos, pies..."
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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