"...nosotros los comeremos como pan..." - Números 14:9
Negro o blanco, una cosa o la otra; así se podría definir también la posición que toma el creyente frente a decisiones cruciales que lo señalarán como victorioso o derrotado. La Escritura dice, "y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe." (1 Jn. 5:4). Caleb es una inmejorable ilustración en este caso. La suya es una declaración de fe. No es una declaración presumida como las que pululan hoy en día que ponen a Dios "bajo la obligación" de otorgar sí o sí lo que "declara" una persona.
Caleb demostró otro espíritu porque al igual que Josué, creyó lo que Dios había prometido; y lo que para diez personas y todo un pueblo más parecía ser una gigantesca imposibilidad, para los ojos de la fe de Caleb era un simple bocado de pan fácil de deglutir. La promesa de Dios era la máquina panificadora de Caleb, todo lo que parecía un temeroso obstáculo era procesado en ella.
Tu confianza en la palabra de Dios es lo que cuece en el horno a todos los hijos de Anac que a grandes voces te catalogan como una diminuta langosta. Todas y cada una de las tentaciones que te toca enfrentar, todos los conflictos y tribulaciones y temores futuros, todas las artimañas del enemigo de tu alma, todas las pasiones de la carne y los deseos de este mundo, se vuelven harina comestible para los que han asido el escudo de la fe.
Tú puedes comer como pan cada una de estas circunstancias si solamente oyes a Dios antes que contemplar a los anaceos que buscan establecer territorio en tu alma. Cuando Caleb hizo callar al pueblo, dejó un ejemplo para imitar que nosotros hemos de tomar con seriedad y utilizar la misma fórmula de victoria con el espíritu de la misma escritura preguntando exactamente lo mismo: "¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?" (Ro. 8:31).
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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