"Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces." - 1 Samuel 18:10-11
Es un gran contraste el que observamos entre Saúl y David en todo momento que los hallamos en el primer libro de Samuel. Pero es quizá el versículo de hoy uno de los pasajes que resumen mucho de este contraste; David tenía un arpa en su mano mientras que Saúl tenía una lanza. David usaba su arpa para servir y Saúl su lanza para asesinar. David servía a quién le odiaba, Saúl odiaba a quien le servía. David estaba allí tocando por la voluntad de Dios, Saúl también reinaba porque Dios lo permitió. No hay un error de cálculo o presunción en el joven pastor, tampoco hay una ordenanza divina para Saúl de ejecutar una venganza.
¿Qué habrá pensado David? ¿Cuáles habrán sido muchas de sus inquietudes mientras habiendo sido un instrumento en la mano de Dios, no solamente para vencer a Goliat, o apacentar ovejas y componer salmos, sino también para traer sosiego al estado de ánimo del rey, ahora estaba peligrando su vida?
De una cosa estamos seguros y es que nunca dudó de la mano de Dios; jamás creyó que Dios le había abandonado, al menos no lo pensó en este momento. Algunos de los salmos de este joven fueron escritos en este período de su vida y ellos atestiguan del estado de su corazón, "En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?" (Sal. 11:1); "Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia" (Sal. 59:16). ¿Estás bajo mucha presión laboral, o en circunstancias familiares o sociales a las cuales llegaste por depender del Señor y que ahora parecen ser tediosas? No temas y no huyas; el día de la angustia no es un asunto anormal para la vida de los hijos de Dios, pero sabe que él no te desampara. Espera y observa.
Las lecciones que David aprendió bajo la dura e injusta mano de Saúl, sabía él, pasaban primero por el tamiz divino para llegar como un remedio efectivo para el bien de su alma; y así lo percibió cuando dijo, "Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece" (Sal. 11:4-5). ¡Oh, sí!, estas aflicciones son para tu bien y son para el desarrollo de tu piedad que te harán más semejante a Cristo, y tú recuerda las palabras de Pedro, "pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello" (1 Pe. 4:16).
No te preocupes de los que llevan lanza y procuran herirte en tus circunstancias providenciales; ocúpate siempre de tener un arpa a mano con que servir incluso a los que te aborrecen. Es parte del vituperio de Cristo que tienes el privilegio de llevar.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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