miércoles, 15 de abril de 2015

ESCOGIENDO BIEN

"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." - Salmo 27:4

    Cuando escribió este salmo, David se hallaba bajo la opresión y persecución de Saúl, que quería matarlo. Al leerlo con estas circunstancias en mente, se hacen más claras las imágenes que él describe de ejércitos acampando contra él o guerra que se levante contra él. Pero también son estimulantes para el alma sus afirmaciones acerca de sus anhelos y perspectivas. Porque en medio de la adversidad, David no reclama el trono que sabía ya le había sido otorgado por Dios, sino disfrutar de Dios en su casa.
    David era pastor, poeta y profeta, pero no era sacerdote ¿cómo entonces deseaba estar en la casa de Jehová todos los días de su vida? ¡Oh, es que si el pudiera, eso es lo que haría! Aunque ministerialmente no le sería posible, sin embargo, él le ha demandado eso al Señor y eso es aquello en que concentraría sus fuerzas de búsqueda. Una sola cosa: Estar ahí para contemplar e inquirir en la hermosura de su Dios. Tenía una pasión, pero era pasión con discernimiento.
    Una sola cosa, pero bien escogida, y bien hecha. Esa es la filosofía espiritual de David, y es también la de todos aquellos quienes tienen su corazón colocado en un plano superior que no busca ni encuentra su plenitud en lo temporal. Por supuesto que seguimos viviendo con los pies sobre la tierra, pero es la mentalidad de extranjero y peregrino la que no permite arraigarse en la cotidianidad. Tal fue la manera de pensar del apóstol Pablo también, "una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:13-14).
    Todo el trajín de las innumerables responsabilidades y compromisos que naturalmente adquirimos en la vida diaria, y la urgencia misma en sí,  tienden a desdibujar y oscurecer lo que es verdaderamente necesario. El alma precavida estará atenta para no perder de vista el correcto objetivo escogiendo bien a la hora de darle valor a las cosas que no son perecederas como lo es la formación espiritual del alma y el conocimiento profundo y práctico de la persona de Jesucristo. No quieres escuchar su voz de reprensión cuando has estado tan atareado y ocupado en lo trivial, la misma que sonó en el hogar de Betania, "Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada"(Lc. 10:41-42). Escoge bien todos los días. Escoge contemplar al Salvador y sus virtudes.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
    


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