viernes, 17 de abril de 2015

CUIDADO CON QUIEN HABLAS

"Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano." - 1 Samuel 27:1

    No importa cuántas batallas y circunstancias David pudo vencer en el pasado confiando en Dios, porque eso no fue garantía para él en el momento que comenzó a "hablar consigo mismo." Cuando hizo esto, David llegó a conclusiones erradas, a tomar decisiones increíbles y a creer en desenlaces equivocados. Dios le había ungido por rey, pero cuando habló en su corazón, concluyó que "sería muerto por Saúl"; había confesado confiar en Dios en el día de su temor, sin embargo cuando habló en su corazón, razonó que "no habría nada mejor que vivir con los filisteos"; el Señor le había librado contando sus huidas muchas veces, pero cuando habló en su corazón cambió de parecer sobre la forma en que la liberación llegaría.
    No nos alcanzaría el tiempo para leer y meditar en todas las veces que los salmos muestran a David confiando en Dios y confesando su certeza de que sólo él era su escudo y fortaleza. Pero, una vez más, todo eso se disipa cuando cambia de referente de confianza y, al igual que con David, también nuestro corazón y no más Dios llega a ser aquel con quien hablamos y por quien decidimos. Para David, esta mala decisión significó vivir mintiendo y matando y ocultándose de lo que hacía. Una mentira necesita de otra mentira más grande para mantenerse en pie.
    Si dejamos de consultar al Señor prontamente buscaremos en nuestros razonamientos y en nuestro entendimiento justificar una manera de obrar a la que rotularemos como de "nada será mejor que esto." David estaba en lo cierto, Saúl se ocupaba de él; pero al hablar consigo mismo y no con Dios, olvidó que su Pastor se ocupaba de él mucho antes que su enemigo lo hiciera. Recuerda: Si quieres salvar tu vida, la perderás (Mr. 8:35)
    Busca al Señor en todo momento. Rehusa llegar a conclusiones fuera de la dirección de su palabra. Ora, busca apoyo en otros también para orar. Recurre a la guía del Espíritu para establecer una perspectiva clara y celestial sobre las circunstancias que te toca enfrentar. Y si tu corazón ha de decirte algo, que sea lo que David dijo en cierta ocasión, "Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová" (Sal. 27:8). 

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración- 
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
    

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