"En estos días no había rey en Israel; cada uno hacía lo que bien le parecía." - Jueces 21:25
En cuatro oportunidades, esto es repetido en el libro de Jueces, una vez cada cinco capítulos básicamente. No es un dato menor, y menos aún que sea la expresión con la que el libro finaliza. Es la foto carnet de Israel a los pocos años de tomar posesión de la tierra prometida.
Una posición de privilegio bendecida, no es garantía de un corazón obediente y agradecido. Ninguna condición o circunstancia exterior, por más dichosa que sea, puede cambiar lo que hay en el interior de una nación o persona. Una relación correcta con Dios, sí lo hace; pero Israel estaba lejos de tenerla. Los últimos capítulos del libro de Jueces son una imagen de decadencia abrupta y violenta. Sansón, un juez licencioso e incontrolado; y luego, la nación se hunde en una idolatría admitida y promovida libremente; y de allí la inmoralidad de los que debían ser líderes espirituales y finalmente, la guerra civil.
¡Qué triste estado es aquel al que arriban quienes viven para hacer lo que se les dé la gana de hacer! Sin control, sin dominio propio, pero en especial, sin tener en cuenta la autoridad de Dios y su palabra para honrarlo. "Por nuestra lengua prevaleceremos; nuestros labios son nuestros; ¿quién es señor de nosotros?" (Sal. 12:4). ¿No esta acaso una precisa descripción de lo que vivimos hoy en día? Claro que sí, porque "lo mío", "lo nuestro" y "lo que me gusta" es el lenguaje de quienes siempre han despreciado el señorío de Cristo sobre sus vidas. Cuan cierto es el Espíritu Santo al describir la confesión de los nacidos de nuevo: "Si confesares con tu boca que Jesús es el SEÑOR..." (Ro. 10:9).
El nuevo nacimiento, es la única cosa que pone al hombre en correcta relación con Dios, no solamente una relación de Padre-hijo, sino una verdadera, única y bendecida relación de dependencia. La independencia de Dios que Adán y Eva forjaron en el huerto de Edén al desobedecer, el Señor Jesucristo la destruyó y conquistó en la cruz del Calvario, de manera que quienes son llamados por la gracia de Dios no pueden desoír la exhortación de Pedro, "Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado, para no vivir el tiempo que resta en la carne, conforme a las concupiscencias de los hombres, sino conforme a la voluntad de Dios. Baste ya el tiempo pasado para haber hecho lo que agrada a los gentiles, andando en lascivias, concupiscencias, embriagueces, orgías, disipación y abominables idolatrías." (1 Pe. 4:1-3).
¿No quieres dejar de vivir para ti mismo? ¿No deseas clamar con el apóstol Pablo "¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?" (Ro. 7:24); entonces, corre a Cristo y ponte bajo la luz del evangelio para la salvación de tu alma y para vivir de allí en más bajo su bandera y reinado.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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