"La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron." - Salmo 85:10
Todos hemos experimentado en varias oportunidades la dicha de encontrarnos con los que amamos luego de un largo período de separación. Es entonces el tiempo de ponerse al día en cada detalle, pero sobre todo, el tiempo de disfrutar la compañía de aquellos a quienes tanto apreciamos. Son momentos únicos que generan alegría y entusiasmo. Pero a veces, los encuentros no son tan esperados ni apreciados. A veces sólo hay enfrentamientos hostiles.
Por mucho tiempo la misericordia y la verdad se estuvieron buscando, pero no para saludarse sino para oponerse mutuamente; sin embargo el encuentro no hallaba su momento oportuno. El pecado en el hombre distanció a la misericordia y la paz de la verdad y la justicia. La misericordia de Dios y su paz no hallaban lugar alguna en su trato con el hombre porque lo que este merece siempre es un trato justo y verdadero de parte del Dios tres veces Santo.
El pecado no puede ser pasado por alto y el juicio y condenación es lo único que puede esperar el ser humano desde que nace. Cuando la misericordia de Dios decía: "Perdón para el pecador"; la verdad de Dios decía: "¡No! Castigo para el pecador." La misericordia dice: "Dios es amor"; la verdad dice: "Dios es luz." Cada vez que la Biblia usa el término hebreo que aquí se traduce como "encuentro", siempre tienen una connotación de hostilidad. Dios no puede mostrar misericordia a expensas de la verdad.
De manera que el encuentro se llevó a cabo y el choque definitivo se produjo. El lugar elegido para esto fue el Calvario. Allí la verdad y la justicia cayeron con toda su fuerza sobre el pecado que Dios aborrece, pero en la persona de su Hijo. La misericordia de Dios y la paz de Dios tuvieron finalmente su oportunidad. La misericordia halló lugar a pesar de la verdad y la justicia y la paz pudieron besarse. Ya no hay más hostilidad. Ahora sólo hay un canto de gratitud que se expresa de esta manera: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios." (Ro. 5:1-2). ¿Tú has visto este encuentro en la Palabra de Dios y en tu propia vida? Espero que sí.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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