martes, 4 de agosto de 2015

CIEN AÑOS Y UN SACUDÓN

"Todas tus fortalezas serán cual higueras con brevas, que si las sacuden, caen en la boca del que las ha de comer"- Nahúm 3:12

    Pasó un siglo desde que el profeta Jonás predicara su sermón de ocho palabras: "De aquí a cuarenta días, Nínive será destruida" (3:4); con un resultado milagroso en aquella oportunidad, un avivamiento y arrepentimiento nacional sin precedentes. Ahora, Nínive estaba otra vez hundida en idolatría, arrogancia y violencia. La historia constata que la soberbia de la ciudad de Nínive se debía en gran parte a su aparente invulnerabilidad, "con muros de más de treinta metros de altura y con una fosa de alrededor de quince metros de ancho y dieciocho de profundidad." (MacArthur).
    Pero Dios utilizó al profeta Nahúm cien años después de Jonás y con un par de metáforas (ver 3:13 también) destaca cómo las defensas de Nínive en las cuales ella se confiaba, serían derribadas con la misma facilidad con la que cae la breva de la higuera cuando es sacudida en el verano. Así lo predijo, y así aconteció de manera tan simple como lo describió el profeta. Cien años de arrogancia y jactancia vana y un sólo sacudón la volvió en derrota y destrucción final.
    Que no haya ninguna duda de que Nínive es ejemplo para todos de cómo, tarde o temprano, llega un juicio divino para quienes hacen de sus fortalezas económicas, sociales o personales una muralla de seguridad que creen inexpugnable e imbatible. A Dios no le lleva mucho tiempo demostrar el grave error de semejante creencia. Cada ser humano que encuentra un motivo para descansar fuera de la confianza en Dios, fuera de Jesucristo y su obra completa; tendrá que lamentar la estrepitosa caída de su vanidad ilusoria. Un infarto, una enfermedad terminal, un accidente, un mal negocio y todo se cae tan fácilmente como una breva madura. 
    Detente a pensar un momento; Nahúm habla de "todas tus fortalezas" que no sirven de nada y sin embargo, haciendo eco de las palabras de David puedes hallar la fortaleza única que es absolutamente confiable y eficaz para poder hacer la misma confesión que te evitará un final demoledor: "Te amo, oh Jehová, fortaleza mía. Jehová, roca mía y castillo mío, y mi libertador; Dios mío, fortaleza mía, en él confiaré; mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio" (Sal. 18:1-2). Deja de confiar en tus murallas y descansa en el único que promete seguridad - "Porque fuiste fortaleza al pobre, fortaleza al menesteroso en su aflicción, refugio contra el turbión, sombra contra el calor; porque el ímpetu de los violentos es como turbión contra el muro" (Is. 25:4)

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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