lunes, 24 de agosto de 2015

PRIVILEGIOS INESPERADOS

"Palabra que envió el profeta Jeremías a Seraías hijo de Nerías, hijo de Maasías, cuando iba con Sedequías rey de Judá a Babilonia, en el cuarto año de su reinado. Y era Seraías el principal camarero. Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia." - Jeremías 51:59-60

    Conforme a Jeremías 32:12, parece ser un hecho que Seraías era hermano de Baruc, amanuense del profeta. Con otro oficio -camarero del rey- distinto al de su hermano;  tenía acceso al palacio y a la presencia del rey como muy pocos. Su labor (pues así lo implica "mnuhah",  el término hebreo original para "camarero") era el de un oficial de armas que proveía a los soldados alimentos y caballos descansados y acondicionados. Es evidente que su carácter y piedad no se vieron afectados por tener que servir a un rey que "hizo lo malo ante los ojos de Jehová" (Jer. 52:2); por el contrario su vida fue preservada cuando iba al lado de un rey encadenado y ciego (52:11) hacia Babilonia. Pero lo más sorprendente y quizá bendecido que le ocurrió en su vida fue gozar de un privilegio inesperado; casi como rasguñando el tiempo y las posibilidades. Dios lo eligió a él para una labor única.
    Seraías habría de ser el responsable de hacer pública la última profecía de Jeremías cuando llegara a Babilonia - "Escribió, pues, Jeremías en un libro todo el mal que había de venir sobre Babilonia, todas las palabras que están escritas contra Babilonia. Y dijo Jeremías a Seraías: Cuando llegues a Babilonia, y veas y leas todas estas cosas, dirás: Oh Jehová, tú has dicho contra este lugar que lo habías de destruir, hasta no quedar en él morador, ni hombre ni animal, sino que para siempre ha de ser asolado. Y cuando acabes de leer este libro, le atarás una piedra, y lo echarás en medio del Eufrates, y dirás: Así se hundirá Babilonia, y no se levantará del mal que yo traigo sobre ella; y serán rendidos. Hasta aquí son las palabras de Jeremías." (51:60-64). 
    ¡Qué gran momento y qué grande ministerio! Porque la profecía de Jeremías contra Babilonia prefiguró también la caída final de los imperios que se levantaron y se levantarán contra Cristo (Ap. 18:21). Nunca sabemos qué es lo que Dios va a pedirnos en la próxima hora, semana, mes o año. Es imposible imaginar el alcance que puede tener la obediencia inmediata; pero puede que como a Seraías, también se nos haga responsables simplemente por dar un anuncio, ya sea de juicio o de esperanza. Porque somos (para Dios) "grato olor de Cristo en los que se salvan, y en los que se pierden; a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, y a aquéllos olor de vida para vida" (2 Cor. 1:14); y así como Seraías no fue obnubilado por el esplendor de Babilonia, tampoco debemos serlo nosotros ante las aparentes glorias de este mundo; y ser fieles a aquello a que hemos sido llamados. Siempre hay que estar preparados.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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