"Matad a viejos, jóvenes y vírgenes, niños y mujeres, hasta que no quede ninguno; pero a todo aquel sobre el cual hubiere señal, no os acercaréis; y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo." - Ezequiel 9:6
El libro de Ezequiel comienza con una descripción de la visión de la gloria de Dios, un tema recurrente en el libro, especialmente por la revelación paulatina de su abandono de la tierra de Israel (ver 9:3; 10:18-19; 11:23). Ellos debían ser los encargados de dar a conocer la gloria de Dios entre todas las naciones - "Proclamad entre las naciones su gloria, en todos los pueblos sus maravillas" (Sal. 96:3); un gran privilegio concedido por pura gracia a ellos en medio de todos las otras naciones. Pero con este gran privilegio, venía también una gran responsabilidad "Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa" (Éx. 19:6). Israel no fue responsable sino un mal ejemplo, corrompiéndose y viviendo en impiedad nacional.
Este pecado fue particularmente marcado en los líderes religiosos de la nación; ellos no hicieron nada por detener la impiedad del pueblo "Los sacerdotes no dijeron: ¿Dónde está Jehová? y los que tenían la ley no me conocieron; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaron en nombre de Baal, y anduvieron tras lo que no aprovecha" (Jer. 2:8). Ahora, el profeta Ezequiel en visión de Dios ve el juicio sobre Israel que comienza específicamente con los líderes - "y comenzaréis por mi santuario. Comenzaron, pues, desde los varones ancianos que estaban delante del templo."
No es sopresa que el apóstol Pedro entendiera que este es el obrar de Dios que utiliza para mostrar al mundo que un pueblo que lleva su nombre debe vivir en consistencia con ello - "Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios?" (1 Pe. 4:17). Cuando la iglesia no cumple su responsabilidad de ser luz en el mundo; responsabilidad que le fue concedida al ser privilegiada con la redención de Cristo en la cruz; entonces Dios usa su juicio para purificación y fortalecimiento de la misma. En este sentido, algo ocurre tanto colectiva como individualmente en la iglesia - "mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo" (1 Cor. 11:32). ¿Te has puesto a considerar que algunos de tus graves inconvenientes y sufrimientos puedan ser un llamado de atención del Señor para tu vida? ¿Será quizá que tienes en poco la gloria de Dios y él tiene que disciplinarte porque te ha escogido y pagado el precio de la sangre de su Hijo para que seas instrumento de honra? El comienza con su pueblo porque el mundo tendrá su cuota de juicio en su momento también.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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