"Con todo esto, su hermana la rebelde Judá no se volvió a mí de todo corazón, sino fingidamente, dice Jehová. Y me dijo Jehová:Ha resultado justa la rebelde Israel en comparación con la desleal Judá." - Jeremías 3:10-11
Poco imagina el lector el contexto histórico en que el profeta Jeremías escribió estas palabras. Cierto es que en versos anteriores al texto de hoy él dice: "Me dijo Jehová en días del rey Josías...", pero si desconoce quién fue este rey no percibirá el peso de este juicio divino sobre la actitud de Judá y el por qué del fingimiento del pueblo. De acuerdo al relato bíblico "No hubo otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni después de él nació otro igual." (2 Reyes 23:25)
¿Confundido? ¿Es que acaso el fingimiento estuvo presente aún cuando un rey con semejante calibre espiritual estaba reinando sobre Judá? ¿No leemos en la historia de este rey los cambios y reformas profundas que llevó a cabo durante su reinado? ¿Cómo es posible entonces que Jeremías hable de fingimiento en la nación? La siguiente porción de la escritura en la historia del rey Josias debe ser suficiente para aclararlo: "Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de Jehová pacto de caminar en pos de Jehová y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. E hizo que se obligaran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín; y los moradores de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, del Dios de sus padres." (2 Crónicas 34:31-32)
He aquí la respuesta, Josias tuvo una conversión verdadera, genuina y única, pero como cualquier conversión proveniente del Espíritu de Dios, también intransferible. Josías "hizo que se obligara" al pueblo a hacer algo que no estaba en sus corazones. De afuera todo parecía real, pero Dios y el profeta Jeremías solamente vieron fingimiento. Cuando ejercemos presión sobre otros para que amen a Dios, para que crean en el evangelio, para que sirvan a Cristo, para que asistan a la casa de Dios, o para cualquier otra cosa que implique una actitud espiritual, el resultado siempre será el mismo: Fingimiento.
Pastores que obligan a los creyentes, padres que ejercen presión sobre los hijos, maestros que importunan a sus alumnos; todo esto sólo dará como resultado un servicio fingido. Ante una situación como esta, los que naturalmente se niegan a oír el evangelio o rechazan servir a Cristo resultan más justos que los que fingen hacerlo de corazón, como Israel en comparación con Judá.
Hoy debemos examinar nuestra motivación, sea que estamos fingiendo en lo que hacemos, o que seamos sinceros en servir al Señor pero presionando a otros a tener la misma disposición de corazón que tenemos nosotros. Debe haber un corte definitivo para que no haya una condenación futura, y recordar entonces la promesa de la palabra de Dios, "Tu pueblo se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu poder" ( Sal. 110:3)
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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