"Preso, pues, el rey, le trajeron al rey de Babilonia en Ribla, y pronunciaron contra él sentencia. Degollaron a los hijos de Sedequías en presencia suya, y a Sedequías le sacaron los ojos, y atado con cadenas lo llevaron a Babilonia." - 2 Reyes 25:6-7
Era cuestión de tiempo para que todo lo dicho por el profeta Jeremías al rey Sedequías tuviera cumplimiento ya que la palabra de Dios no puede ser evadida ni anulada. Lo que es lamentable en el caso de este joven rey de aproximadamente treinta y dos años al tiempo de su sentencia; es que ya había solicitado a Jeremías su ayuda espiritual cuando mandó a pedirle "Ruega ahora por nosotros a Jehová nuestro Dios" (Jer. 37:3). Pero poco sentido tiene pedir oración cuando no estamos dispuestos a obedecer; y este es el caso de Sedequías que jamás inclinó su corazón a la obediencia sino que se mantuvo en su soberbia ocultada bajo un espíritu de temor por lo que le acontecería.
Lejos de Jerusalén, otro profeta también comunicó el oráculo de Dios contra Sedequías. Fue el sacerdote Ezequiel quien describió la cautividad futura del rey de una manera un tanto insólita y que pudo comprenderse finalmente el día de la sentencia en Ribla. Ezequiel dijo: "Mas yo extenderé mi red sobre él, y caerá preso en mi trampa, y haré llevarlo a Babilonia, a tierra de caldeos, pero no la verá, y allá morirá." (Ez. 12:13). Sedequías fue llevado a la tierra de Babilonia sin sus ojos; estuvo allí, pero no la vio. De hecho, la última imagen que el rey contempló con sus ojos en este mundo fue ver cómo degollaban a todos sus hijos. Las cadenas conque le llevaron a Babilonia eran de bronce (el término hebreo nehset se refiere a "cadenas de bronce"). El bronce en la Biblia conlleva, entre otras cosas, la figura de juicio. Este fue el final de un hombre advertido pero endurecido.
Nunca sabes qué será lo último que veas en esta vida, pero ten por cierto que si hay una práctica de desobediencia habitual en ella, ninguna circunstancia será jamás en absoluto segura. El desobediente siempre tiene que pensar que el juicio y no la dicha, es lo que más probablemente cosechará. Luego que eso acontezca quizá quedará en su retina el recuerdo amargo de aquellas consecuencias que podrían haber sido evitadas si oía las amonestaciones de la escritura. Salomón dijo: "El buen entendimiento da gracia; mas el camino de los transgresores es duro" (Pr. 13:15). Sedequías vivió el resto de su vida con la imagen de las cabezas de sus hijos rodando en tierra de Ribla. El cronista describe así el final de Jerusalén: "Y Jehová el Dios de sus padres envió constantemente palabra a ellos por medio de sus mensajeros, porque él tenía misericordia de su pueblo y de su habitación. Mas ellos hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya remedio." (2 Cr. 36:15-16). ¿Qué será lo último que tu veas? Si quieres ver bien en el futuro, aprende a oír bien en el presente.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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