lunes, 17 de agosto de 2015

O LA OBEDECES, O LA DESTRUYES

"Y envió el rey a Jehudí a que tomase el rollo, el cual lo tomó del aposento de Elisama secretario, y leyó en él Jehudí a oídos del rey, y a oídos de todos los príncipes que junto al rey estaban. Y el rey estaba en la casa de invierno en el mes noveno, y había un brasero ardiendo delante de él. Cuando Jehudí había leído tres o cuatro planas, lo rasgó el rey con un cortaplumas de escriba, y lo echó en el fuego que había en el brasero, hasta que todo el rollo se consumió sobre el fuego que en el brasero había. Y no tuvieron temor ni rasgaron sus vestidos el rey y todos sus siervos que oyeron todas estas palabras." - Jeremías 36:21-24

    ¿Qué se suponía que debía hacer un rey al estar frente a la voz de Dios? ¿Cuál era su responsabilidad como líder de la nación? Moisés lo dejó establecido bajo la dirección del Espíritu Santo cuando dio indicaciones acerca de cómo debían ver la ley de Dios y dijo: "Y cuando se siente sobre el trono de su reino, entonces escribirá para sí en un libro una copia de esta ley, del original que está al cuidado de los sacerdotes levitas; y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para que aprenda a temer a Jehová su Dios, para guardar todas las palabras de esta ley y estos estatutos, para ponerlos por obra; para que no se eleve su corazón sobre sus hermanos, ni se aparte del mandamiento a diestra ni a siniestra; a fin de que prolongue sus días en su reino, él y sus hijos, en medio de Israel." (Dt. 17:18-20) 
    Si esta palabra hubiera estado en el corazón de Joacim rey de Judá para obedecerla; con toda probabilidad nunca hubiera reaccionado de la manera que lo hizo ante la voz de Dios proclamada por escrito a través de Jeremías y por la mano de Baruc su escribiente. Pero el rey tenía un corazón cerrado para la ley de Dios y su temeridad al quemar el rollo indicaba una disposición natural de su parte: Destruir la palabra de Dios, no tenerla en cuenta y hacerla físicamente ausente de su presencia. Es, en un sentido, algo posible de lograr cuando una persona ignora voluntariamente lo que Dios ha dicho. Son muchos los que toman el cortaplumas de la vida cómoda, de las excusas de la carne y de la mente natural y prenden fuego a la voz de Dios en el brasero de sus pecados favoritos, de su religiosidad dominguera y de su cristianismo humanista, blasfemo e impío. No poseen temor de Dios.
    No hay punto intermedio cuando se trata de estar frente a la palabra de Dios, se obedece o se destruye físicamente, quitándola de la vista. Es verdad que no se puede destruir definitivamente la voz de Dios de la mente y del corazón "Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón" (He. 4:12). De manera que cuando Dios quiera volverá a hablar al hombre, volverá a recordarle quién es El y qué es lo que desea de cada individuo. Volverá a mostrarle su condición, regresará para recordarle qué ha hecho Cristo y le dirá que "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio, así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan" (He. 9:27)
    Lector, te ruego que obedezcas lo que sea que Dios ha estado diciéndote ya desde tiempo atrás. No hagas físicamente imposible el escuchar la voz de Dios, sino sujétate con humildad a la voluntad de Dios y disfruta los beneficios de seguir al Buen Pastor en sumisión.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, Mate y Oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso

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