"¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar. Muy limpio eres de ojos para ver el mal, ni puedes ver el agravio..." - Habacuc 1:12-13
Al profeta Habacuc lo ubicamos históricamente como un contemporáneo de Jeremías, Daniel, Ezequiel y Sofonías; un profeta que, como éstos mencionados, también tuvo que difundir un mensaje de juicio sobre la nación a causa de sus pecados e idolatría. Pero Habacuc era un hombre con un gran dilema; no comprendía por qué Dios podía usar una nación pagana para castigar a su propio pueblo; "¿por qué ves a los menospreciadores, y callas cuando destruye el impío al más justo que él" (1:13b). Si hay algo que es bueno destacar de Habacuc es cómo no dejó de expresar sus cuestionamientos delante de Dios; en toda su profecía se lo observa preguntando y llegando a conclusiones que fueron el resultado de la respuesta de la palabra de Dios a su vida.
En medio de tantas dudas, temores e incertidumbres, Habacuc obtuvo con certeza un conocimiento más profundo de la persona de Dios que desintegró toda su problemática y le dio definitivamente una actitud de fe que cambió para siempre su visión del futuro que enfrentaba la nación. Para ello hizo dos cosas fundamentales. Primero, esperó - "Sobre mi guarda estaré, y sobre la fortaleza afirmaré el pie, y velaré para ver lo que se me dirá, y qué he de responder tocante a mi queja. Y Jehová me respondió..." (2:1-2). En segundo lugar, oyó - "Mas Jehová está en su santo templo; calle delante de él toda la tierra... Oh Jehová, he oído tu palabra, y temí... Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios..." (2:20, 3:2, 16). El profeta entonces se sostuvo, frente a las dudas, en las verdades acerca de cómo es Dios: El es Jehová; es Dios; es Santo; es una Roca; es un Dios que no puede ver el mal.
A menudo, cuando atravesamos circunstancias que no podemos encuadrar en nuestros razonamientos ni en nuestro conocimiento espiritual; cuando no parece haber un sostén del que podemos tomarnos para atravesar la tormenta de dudas, miedos y quebrantos; cuando ningún versículo de la Biblia parece ser el adecuado; es menester que esperemos y escuchemos y echemos mano de las verdades que no se pueden cambiar y que están en la Palabra de Dios, aquellas cosas que sus atributos nos garantizan estabilidad y seguridad. "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy, y por los siglos" (He. 13:8); "Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús" (2 Cor. 2:14); "porque todas las promesas de Dios son en él Sí, y en él Amén" (2 Cor. 1:20). No te desesperes, conserva en tu mente y corazón lo que sabes y nada podrá derribar tu fe; así podrás, en medio de las pruebas, confesar junto con Habacuc "Con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación" (3:18).
¡Dios te bendiga!
-Biblia, Mate y Oración-
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