jueves, 30 de abril de 2015

ATRÁPAME SI PUEDES

"Cuanto está lejos el oriente del occidente, hizo alejar de nosotros nuestras rebeliones." - Salmo 103:12

    Perdón. ¡Qué palabra! El tesoro más grande que un ser humano puede tener es el perdón. Sin embargo pocos se aventuran quizá a definir su significado; y como en todos los idiomas, las palabras tienen un valor más profundo cuando se conoce el mismo. Perdón es una palabra que significa, básicamente, "enviar fuera, lejos." Cualquiera sea la culpa que un individuo posea, la palabra perdón aplicada a su situación en particular declara su alejamiento de dicha culpa.  
    El perdón es un asunto relativo cuando se trata de la relación entre dos personas, no porque el mismo no sea genuino cuando se lo otorga sino porque la misma condición imperfecta del hombre no puede garantizar jamás el olvido permanente por parte del ofendido. Sin embargo, esto no afecta directamente nuestra alma porque no vamos a dar cuenta ante otro ser humano por nuestros pecados, sino ante Dios.
    Cuando se habla del perdón de las rebeliones por parte de Dios, ese es un asunto completamente diferente. La biblia es explícita cuando declara que hemos venido a este mundo con una naturaleza pecaminosa que no tiene méritos en sí misma para la obtención del perdón de Dios a quien hemos ofendido "He aquí, en maldad he sido formado, en pecado me concibió mi madre." (Sal. 51:5). Por el contrario, la condenación es la expectativa segura porque el corazón del hombre no puede alejar de sí sus rebeliones. Lo único que puede esperar es que su maldad lo alcance a su debido tiempo, "sabed que vuestro pecado os alcanzará." (Nm. 32:23). En el año 2002, Hollywood realizó la película "Atrápame si puedes" donde un agente federal persiguió hasta el cansancio a un falsificador. El infractor parecía ser el victorioso siempre, pero finalmente, cayó.
    Son miles de historias las que pueden contarse sobre tantos que han puesto fin a su existencia con la esperanza de alejar de sí mismos la conciencia el pecado. Nunca hallaron perdón y creyeron que lo obtendrían de esa manera. Otros implementan prácticas, pasatiempos, filosofías, religiones, todo tipo de control mental y actividades diversas con el sólo propósito de lograr una paz interior que nunca llegará mientras las rebeliones contra Dios no se alejen del alma definitivamente y para siempre.
   Entonces ¿quién puede lograr semejante cosa? Pues Dios mismo. El salmista lo dijo (El) hizo alejar nuestras rebeliones. Dios es el autor del perdón. Trata de alcanzar el oriente yendo hacia el occidente y te diré si tus pecados, cuando son perdonados por Dios, pueden ser alguna vez recordados por él. Nunca. Y la razón de que los hizo alejar fue porque otro se encargó de llevarlos lejos de nosotros: Su Hijo Jesucristo, "he aquí el cordero de Dios que quita (lleva, aleja) el pecado del mundo." (Jn. 1:29). Ahora, el asunto más importante es saber si tu eres uno de los que se hallan entre los "nosotros" del pasaje de hoy. No vas a poder alejar jamás tus pecados de tu alma, a menos que lo haga otro por ti. Ese es Jesús el Cristo. "...el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia..." (Ef. 1:7) ¡Gloria a Dios! ¡Hay perdón eterno en él!

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 29 de abril de 2015

MEMORIA AGRADECIDA


"Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los filisteos habían hecho de Saúl, se levantaron todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl y los cuerpos de sus hijos, y los trajeron a Jabes; y enterraron sus huesos debajo de una encina en Jabes, y ayunaron siete días." - 1 Crónicas 10:11-12

    Hombres valientes de Jabes de Galaad, ciudad a 11 km al este del río Jordán, en territorio de Gad. ¿Qué motiva a estos hombres a recorrer más que esa distancia en la noche (1 Sam. 31:12) hasta Bet-Seán al otro lado del Jordán? Gratitud. Memoria agradecida. 
    Cuarenta años antes estos hombres que eran sólo niños fueron librados junto a sus padres de la opresión y amenazas por parte del rey amonita Nahas, cuyo nombre significa "serpiente", por parte del rey Saúl (1 Sam. 11), ahora muerto a manos de los filisteos. Durante cuatro décadas, nunca olvidaron el asunto, transmitieron la historia una y otra vez. Al momento de poner en práctica la gratitud confesa, no hubo vacilación alguna.
    Toda una lección para nosotros, una absoluta muestra de lealtad no importando qué clase de persona llegó a ser Saúl. "No te niegues a hacer el bien a quien es debido, cuando tuvieres poder para hacerlo" (Pr. 3:27). No sólo pensando cómo tenemos que ser agradecidos a diario por la liberación que Cristo hizo a nuestro favor del poder de la Serpiente antigua; sino también agradecidos a todos aquellos que han dedicado tiempo para ayudarnos, alentarnos, sostenernos y protegernos en momentos de crisis espiritual.
   ¿Recuerdas en este día alguien a quien no has mostrado gratitud y ahora es importante que lo demuestres? ¿Alguien que ha invertido tiempo en tu vida? Quizá hoy es tiempo de hacer un esfuerzo a su favor y expresar gratitud como no lo has hecho aún. Los hombres de Jabes de Galaad vieron la oportunidad y no pusieron excusas y su valentía acompañó el agradecimiento.
    Piensa, ora y vive con gratitud.

¡Dios te bendiga!

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martes, 28 de abril de 2015

LA HABITACIÓN MÁS FIRME

"Tus testimonios son muy firmes; la santidad conviene a tu casa, oh Jehová, por los siglos y para siempre." - Salmo 93:5

   Una y otra vez la palabra de Dios atestigua de la veracidad de la voz de Dios. No hay razón para dudar en absoluto de todo lo que Dios ha dicho en ella. Cuando su ley es catalogada como "testimonios" es porque muestra como ella refleja la certeza de las demandas divinas y las responsabilidades del hombre para con la misma.  No hay cláusulas intermedias de acuerdos para una obediencia progresiva o que de lugar a discusión alguna. Dios declara sus testimonios y no hay ningún tipo de legislación que pueda anular los mismos. 
    La razón de esto se debe a que la palabra de Dios está ligada a su santidad, que es absoluta. Dios es perfecto en su naturaleza y en sus actos. Por esto el salmista dice que ninguna otra cosa es conveniente para Dios como habitación sino su vínculo con la santidad. Así lo atestiguó por medio del profeta Isaías "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad..." (57:15). 
    Es esta una condición eterna en la naturaleza de Dios "por los siglos y para siempre." Piensa en esto, ninguna cosa que Dios pida al hombre tiene otro propósito que santificar su nombre y contagiar de este mismo atributo a quien obedece a su palabra. "Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad." (Jn. 17:17). El término hebreo que expresa que los testimonios de Dios son "firmes" no es otro que אָמֵן amén; una palabra con la que estamos más que familiarizados por usarlo cuando oramos. Pero sobre todas las cosas, es un título del Hijo de Dios, "He aquí el Amén, el testigo fiel y verdadero..." (Ap. 3:14), y significa "así sea." Jesucristo es el mayor ejemplo de la firmeza de los testimonios de Dios.
    Nos gusta pensar en el amén como una seguridad sobre las promesas de Dios para nosotros, pero es también una seguridad del juicio de Dios sobre los desobedientes. No existe una sola cosa que él haya hablado para nuestro bien que no será cumplida a la perfección; pero tampoco se debe olvidar que ninguna impiedad que se burle de su santidad será pasada por alto. ¡Cuánto debemos dar gracias a Dios por la santidad de su palabra y la firmeza de la misma! ¡Cuánto debemos procurar ampararnos bajo la certeza de su voz! 

¡Dios te bendiga!

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lunes, 27 de abril de 2015

DEVOLUCIÓN VOLUNTARIA

"De Judá dieron a los hijos de Aarón la ciudad de refugio, esto es, Hebrón..." - 1 Crónicas 6:57

    Hebrón es una ciudad importante en la Biblia. Se menciona sesenta y ocho veces y el significado de su nombre es "comunión." Su primera aparición es en Génesis 13 y desde allí entendemos su relevancia ya que se nos dice que Abram "moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová." (13:18). Luego el patriarca compró ese lugar y allí enterró a Sara, y luego él mismo y su hijo Isaac y Jacob su nieto con sus respectivas esposas fueron también enterrados allí.
    Ya para el tiempo de Moisés, Hebrón era habitada por los gigantes hijos de Anac y cuando Josué conquistó la tierra, los hijos de Arba descendientes de Anac le habían cambiado el nombre por Quiriat-arba (ciudad de Arba) "Mas el nombre de Hebrón fue antes Quiriat- arba; porque Arba fue un hombre grande entre los anaceos." (Jos. 14:15).
    Entonces Caleb apareció en escena; un descendiente de Judá quien dijo a Josué en medio de la conquista de Canaán, "Dame, pues, ahora este monte, del cual habló Jehová aquel día; porque tú oíste en aquel día que los anaceos están allí, y que hay ciudades grandes y fortificadas. Quizá Jehová estará conmigo, y los echaré, como Jehová ha dicho." (Jos. 14:12). El nombre Caleb significa "perro" un animal despreciado en los tiempos bíblicos. Sin embargo, él conquistó Hebrón del dominio de Arba. 
    Cuando las tribus de Israel tuvieron que dar ciudades para los levitas sacerdotes donde habitar, ¿qué hizo Caleb? El dio Hebrón. La ciudad conquistada con esfuerzo y sacrificio. No tuvo reparo alguno en ceder esto para los hijos de Aarón. Y ellos, a su vez, la transformaron en una de las ciudades de refugio más importantes de la nación. 
    Un sencillo repaso por la historia de Hebrón nos favorece grandemente el corazón. El ejemplo de Caleb, un "perro", y su batalla para recuperar "Comunión" para luego entregarla a quienes servían en el tabernáculo es del todo instructivo. De la misma forma el Señor Jesucristo, despreciado y desechado entre los hombres, recuperó en el calvario la comunión que el hombre perdió en Edén y la gloria de la misma ha sido entregada al Padre. Y es también un ejemplo de cómo hemos de dar lo mejor a Dios quien nos ha dado todo lo que tenía, su propio Hijo, por recuperar nuestra comunión con él. "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor." (1 Cor. 1:9)

¡Dios te bendiga!

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domingo, 26 de abril de 2015

¿TIENES PREGUNTAS PARA DIOS?

"Me acordaba de mis cánticos de noche; meditaba en mi corazón, y mi espíritu inquiría: ¿Desechará el Señor para siempre, no volverá más a sernos propicio? ¿Ha cesado para siempre su misericordia? ¿Se ha acabado perpetuamente su promesa? ¿Ha olvidado Dios el tener misericordia? ¿Ha encerrado con ira sus piedades? Dije: Enfermedad mía es esta..." - Salmo 77:6-10

    Algunas personas no están dispuestas a hablar de sus dudas, expresar sus incertidumbres y manifestar sus inquietudes. Es como si hacer eso fuera exponer vulnerabilidad. Pero hay ocasiones en la vida del hijo de Dios en que las dudas asaltan por doquier. Las dudas no cambian nuestra posición delante de Dios. El salmista hablaba consigo mismo y se llenó de cuestionamientos acerca de Dios y su persona. Nota que él no estaba dudando de Dios sino mas bien del trato u obrar de Dios. Su meditación fue un inquirir profundo desde su corazón.
    Los seis cuestionamientos de Asaf casi nos resultan irreverentes, pero sólo es necesaria una mínima cuota de sinceridad para reconocer cómo tantas veces luchamos con preguntas sin respuestas que atacan los mismísimos fundamentos de nuestra fe. Es el pasatiempo favorito del diablo atormentar a los hijos de Dios con dudas y temores que eventualmente estancarían sus vidas para impedir el avance de la gracia en sus corazones. 
    Pero no tenemos aquí solamente el testimonio de las dudas de Asaf, también tenemos el de la seguridad de Asaf. ¿Dónde comenzó este testimonio? Con un reconocimiento de su condición. Las dudas eran su enfermedad, no la realidad de la persona o el trato de Dios, "enfermedad mía es esta..." y a partir de esto inició su contemplación de "la diestra del Altísimo", "las obras, las maravillas y los caminos del Santo." Un repaso de su teología, de cómo es Dios en verdad,  hizo añicos las dudas y todas las preguntas oscuras de su alma. ¡Alabado sea Dios! ¡Nosotros tenemos la historia de toda la Biblia! ¡Tenemos la historia de la cruz de Cristo! Toda duda sombría y amenazante para el alma se diluyen como una gota de agua sobre una roca caliente. 
    No rehuyas el reconocer que tienes dudas, preguntas e incertidumbres. No hagas un suicidio intelectual para tu alma; pero tampoco dejes de considerar toda la evidencia que la palabra de Dios presenta. Toma el Calvario como base para tu examen. Ya verás; algunas enfermedades precisan de análisis precisos para ser descubiertas. Repasa tu teología, cuánto conoces de Dios y qué conoces de él. Pronto dirás "estoy enfermo" y seguidamente tu corazón confesará, "Tú eres el Dios que hace maravillas."

¡Dios te bendiga!

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sábado, 25 de abril de 2015

HOMBRE ILUSTRADO, HOMBRE FELIZ

"Y Jabes fue más ilustre que sus hermanos, al cual su madre llamó Jabes, diciendo: Por cuanto lo di a luz en dolor. E invocó Jabes al Dios de Israel, diciendo: ¡Oh, si me dieras bendición, y ensancharas mi territorio, y si tu mano estuviera conmigo, y me libraras de mal, para que no me dañe! Y le otorgó Dios lo que pidió." - 1 Crónicas 4:9-10

    En el medio de una larga lista de nombres, todos importantes ellos; el Espíritu Santo se deleita en dejarnos una nota sobre el logro de un individuo en medio de cientos de ellos. Su comentario en las listas se detiene para destacar a una persona, Jabes el varón ilustre por encima del resto de sus hermanos. El vocablo hebreo para "ilustre" es "hombre rico." Jabes era una hombre rico, pero su nombre significa "el que causa dolor." Así lo llamó su madre cuando lo dio a luz, recordando el hecho. 
    Quizá fue el dolor del parto o quizá fue dolor en sus circunstancias. Lo cierto es que el niño llevó el nombre de la aflicción. Pero nada de esto logró derrumbar a Jabes, especialmente en lo que respecta a su relación con Dios. Jabes buscó la bendición de Dios, "¡Oh, si me dieras bendición..."; la provisión de Dios, "y ensancharas mi territorio"; la compañía de Dios, "y si tu mano estuviera conmigo"; y la protección de Dios, "y me libraras de mal, para que no me dañe." En todo Dios le respondió, porque pidió.
    No somos llamados a orar de la misma forma. No necesariamente la oración de Jabes es un modelo para imitar, pero de lo que sí no hay duda es que la oración que surge de la aflicción es más importante que lo ilustrado, rico o bienaventurado que uno pueda ser materialmente. La oración de Jabes es un triunfo de la gracia de Dios en la vida de un hombre de aflicción. 
    No hay error alguno en lo que el Espíritu Santo dejó inspirado sobre Jabes, por el contrario hay abundante ejemplo para nosotros; lo sabemos porque el mismo autor de la escritura volvió a recordarnos que la práctica de este antepasado de Jesucristo de la tribu de Judá era encomendable de todas maneras, pues Santiago se encargó de registrarlo, "¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración." (Stgo. 5:13). Por eso y quizá nada más, Jabes era un hombre ilustrado y un hombre feliz. 
    Que nuestro testimonio pueda ser igual al de los santos del Antiguo Testamento quienes como Jabes también pudieron orar y confesar, "En mi angustia invoqué a Jehová, y clamé a mi Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de él, a sus oídos." (Sal. 18:6)

¡Dios te bendiga!

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viernes, 24 de abril de 2015

¡YA VERÁS CUANDO TE ENCUENTRE!

"La misericordia y la verdad se encontraron; la justicia y la paz se besaron." - Salmo 85:10

    Todos hemos experimentado en varias oportunidades la dicha de encontrarnos con los que amamos luego de un largo período de separación. Es entonces el tiempo de ponerse al día en cada detalle, pero sobre todo, el tiempo de disfrutar la compañía de aquellos a quienes tanto apreciamos. Son momentos únicos que generan alegría y entusiasmo. Pero a veces, los encuentros no son tan esperados ni apreciados. A veces sólo hay enfrentamientos hostiles.
    Por mucho tiempo la misericordia y la verdad se estuvieron buscando, pero no para saludarse sino para oponerse mutuamente; sin embargo el encuentro no hallaba su momento oportuno. El pecado en el hombre distanció a la misericordia y la paz de la verdad y la justicia. La misericordia de Dios y su paz no hallaban lugar alguna en su trato con el hombre porque lo que este merece siempre es un trato justo y verdadero de parte del Dios tres veces Santo. 
    El pecado no puede ser pasado por alto y el juicio y condenación es lo único que puede esperar el ser humano desde que nace. Cuando la misericordia de Dios decía: "Perdón para el pecador"; la verdad de Dios decía: "¡No! Castigo para el pecador." La misericordia dice: "Dios es amor"; la verdad dice: "Dios es luz." Cada vez que la Biblia usa el término hebreo que aquí se traduce como "encuentro", siempre tienen una connotación de hostilidad. Dios no puede mostrar misericordia a expensas de la verdad.
    De manera que el encuentro se llevó a cabo y el choque definitivo se produjo. El lugar elegido para esto fue el Calvario.  Allí la verdad y la justicia cayeron con toda su fuerza sobre el pecado que Dios aborrece, pero en la persona de su Hijo. La misericordia de Dios y la paz de Dios tuvieron finalmente su oportunidad. La misericordia halló lugar a pesar de la verdad y la justicia y la paz pudieron besarse. Ya no hay más hostilidad. Ahora sólo hay un canto de gratitud que se expresa de esta manera: "Justificados, pues, por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo; por quien también tenemos entrada por la fe a esta gracia en la cual estamos firmes, y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios." (Ro. 5:1-2).  ¿Tú has visto este encuentro en la Palabra de Dios y en tu propia vida? Espero que sí.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 23 de abril de 2015

POR ALGO ESTÁN EN LA BIBLIA

"Adán, Set, Enós, Cainán, Mahalaleel, Jared, Enoc, Matusalén, Lamec, Noé..." - 1 Crónicas 1:1-4

    A menudo olvidamos que el mundo está conformado por individuos con vidas únicas y con historias únicas. Nadie es más o menos importante que otro a la hora de ver el valor que tienen las almas a la luz de la eternidad; ya que Jesucristo mismo lo calculó, "Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?" (Mr. 8:36-37).
    En el relato bíblico, una y otra vez el Espíritu Santo registró nombres de personas que vivieron en un momento de la historia y cuyos nombres contribuyen a perpetuar el mensaje de salvación de parte de Dios para con el hombre.
    Este es el caso con los primeros nombres mencionados en el pasaje de cabecera cuyo significado demuestra que no es una elección aleatoria sino definida por parte del autor de la escritura. Observa:  Adán "hombre"; Set "señalado"; Enós "mortal"; Cainán "angustia"; Mahalaleel "Dios bendito"; Jared "descender"; Enoc "enseñanza"; Matusalén "con la muerte vendrá"; Lamec "desesperación"; Noé "consuelo, alivio".
    El mensaje más importante para el hombre está en estos nombres individuales, toma nota: "El hombre ha sido señalado con una mortal angustia. Pero el Dios bendito descenderá para enseñarnos que con su muerte vendrá el desesperado alivio." Presta atención, porque no tienes que esperar a llegar al Nuevo Testamento para saber que Dios tenía preparado un plan de salvación para tu alma a través de la muerte y resurrección de Cristo.  
    Tú y yo hemos sido señalados por la angustia de la muerte a causa de nuestros pecados, pero el mensaje del evangelio nos dice que Dios mismo ha descendido para aliviarnos finalmente de una eternidad de condenación. Aquí lo tienes, ilustrado en nombres personales. ¿Ya lo has creído?
    No sólo sabemos que el mensaje está presente en detalles como estos, sino también aprendemos que tú y yo como individuos somos importantes en la cadena de desarrollo del plan de Dios para con otras personas. Vales, y vales mucho.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 22 de abril de 2015

LICUADO DE BANANAS

"La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma..." - Salmo 19:7

    ¿Has visto los vehículos de alta gama últimamente? La aerodinámica, el confort, toda la tecnología de avanzada, la velocidad. Tú miras uno de estos modelos y dices: "¡Es perfecto!" Sin embargo, si quieres prepararte un licuado de bananas con ese vehículo, no puedes. ¿Significa eso que no es perfecto? Claro que no; porque no fue fabricado con ese propósito.
    Cuando la Biblia se declara a sí misma como "perfecta", significa que es completa y suficiente para lo que es su fin, convertir el alma. Son muchos los que buscan en la Biblia respuestas sobre cosas que ella nunca va a proveer. De manera que quienes hacen preguntas equivocadas a la palabra de Dios no solamente no obtendrán lo que quieren sino que también se formarán un concepto incorrecto sobre ella.
    La Biblia nos ha sido dejada para convertir el alma, y cuando esto sucede por obra del Espíritu de Dios, entonces los asuntos que antes nos planteaban interrogantes difíciles en la vida, ellos mismos llegan a ser secundarios y, en muchos casos, innecesarios.
    Si nunca lo has hecho todavía, te ánimo a preguntarle a la palabra de Dios las cosas que son relevantes de verdad; ¿Para qué estoy aquí? ¿Por qué la muerte es tan dolorosa? ¿Puede el hombre vivir sin Dios? ¿Cuál es la razón del sufrimiento? ¿Qué pasará después de tu muerte? ¿Quién es Jesucristo? 
    Pero sobre todas las cosas hallarás en la escritura la verdad sobre cómo es posible que el alma sea convertida; leerás sobre el pecado y el juicio de Dios sobre el mismo en la persona de su Hijo, aprenderás de qué manera tus pecados pueden ser perdonados y borrados para siempre. En una palabra, encontrarás las respuestas perfectas que solamente ella puede darte. Haz esto y verás el poder de Dios, y si quieres licuado de bananas, cómprate una licuadora.

¡Dios te bendiga!

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martes, 21 de abril de 2015

SIN RENCORES

"Entonces David, asiendo de sus vestidos, los rasgó; y lo mismo hicieron los hombres que estaban con él. Y lloraron y lamentaron y ayunaron hasta la noche, por Saúl y por Jonatán su hijo, por el pueblo de Jehová y por la casa de Israel, porque habían caído a filo de espada." - 2 Samuel 1:11-12

    ¡Qué tremenda imagen nos deja David en estas circunstancias! Saúl lo había perseguido incesable e incansablemente, había procurado matarlo todas las veces que tuvo la oportunidad de hacerlo, le quitó su esposa, le deshonró ante Jonatán su mejor amigo, lo juzgó sin contemplación y jamás lo dejó tranquilo durante los cuarenta años de su reinado. Sin embargo, en el momento que David se enteró de su muerte, lloró y lamentó profundamente. Saúl murió considerando a David su peor enemigo; para David sin embargo, había muerto el ungido de Jehová. Nunca guardó rencor.
    ¿Y tú? ¿Tienes enemigos que cuando sufren te causa felicidad? Muchos no están dispuestos a admitirlo abiertamente pero en verdad se regocijan cuando la persona que siempre los trata con desprecio o con un lenguaje altanero, tienen algún problema o situación que les ocasiona algún tipo de sufrimiento. Piensan: "Ahí tienes un poco de tu propia medicina" o "¿Ves? Ahora me toca a mí pasarla bien cuando tu sufres"
    Sin embargo, este no es el espíritu que la escritura aprueba, por el contrario, ella dice: "Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes, cuando tropezare, no se alegre tu corazón" (Pr. 24:17)  y también, "Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran." (Ro. 12:14-15). David se deleitaba en la ley de Jehová día y noche (Sal.1:2) y la guardaba en medio de su corazón (Sal. 40:8), y por esta razón entendemos que él pudo ser victorioso sobre el odio y la envidia de Saúl. No existe alguna cualidad natural para esto, pero cuando el Espíritu Santo revive la voz de Dios en el corazón, entonces se produce una conducta que es incomprensible para el mundo, pero que es normal y esperada en el hijo de Dios.
    ¿Acaso no era esto lo que acontecía en el corazón de David? ¿No recordaría lo que Dios mandaba? "No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová." (Lv. 19:18).
    Cualquiera sea la situación que tú enfrentes, recuerda dos cosas que nunca debes decir, "No digas: Yo me vengaré"; y "No digas: Como me hizo, así le haré; daré el pago al hombre según su obra." (Pr. 20:22 y 24:9). Vive sin rencores y vivirás mejor. Pero sobre todas las cosas, ama a los que te aborrecen. Eso hizo Jesucristo.

¡Dios te bendiga!

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lunes, 20 de abril de 2015

¿SABES LO QUE DIOS ESTÁ MIRANDO?

"JAH, si mirares a los pecados, ¿quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en ti hay perdón, para que seas reverenciado." - Salmo 130:3-4

   Una simple ecuación puede darnos una idea de lo que implica la expresión "los pecados" porque la palabra de Dios es enfática al responder por doctrina o por ilustración a la pregunta ¿Cuántos pecados hacen a un pecador? Sólo uno. Pero el salmista no habla de uno sino de todos los pecados. Sin embargo, lo que le da el verdadero peso a esto no es la cantidad de pecados que se cometen sino quién es el que los mira. Pecado es errar al blanco y la marca que Dios ha establecido como perfecta es su propia santidad.
   Que estamos acostumbrados a ver y participar del pecado no es ninguna sorpresa para nadie. El asunto aquí es que Dios es santo y, en las palabras del profeta Habacuc "muy limpio de ojos para ver el mal" (1:13). Pero el problema es aún mayor ya que, no importa que nosotros confesemos nuestros pecados, igualmente no nos acordaríamos nunca de todos ellos. Nuestros corazones son corruptos y nuestras mentes se confunden e inclusive muchas veces ni siquiera comprendemos lo que constituye un pecado. Pero Dios sí, y los ve.
    De manera que sorprende la expresión del salmista "si mirares"; ¿por qué? ¿acaso no los mira? Pues la Biblia dice que sí lo ha hecho pero de manera que pueda ser hallado el perdón y Dios sea reverenciado. ¿Cómo es posible? De una sola forma. El Calvario. Allí, Dios miró el pecado colocado sobre su propio Hijo y lo condenó con toda su ira. Esta es la verdad que la Biblia nos señala: "Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él" (2 Cor. 5:21).
    ¿Y cómo es posible el perdón para que Dios sea reverenciado? Así lo declara también el Nuevo Testamento, "a quien Dios puso como propiciación (satisfacción) por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Ro. 3:25-26). Observa lo que dice el texto también, "en ti hay perdón", porque Dios es quien puede condenar y Dios es quien provee la justificación que se halla solamente en la persona de su Hijo. ¿Qué es lo que Dios verá si mira tus pecados? ¿Verá la justicia de Cristo o verá que no podrás mantenerte? ¡Acude a Cristo, que Dios pueda verlo a él en tu vida!

¡Dios te bendiga!

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domingo, 19 de abril de 2015

BATALLANDO Y DEFENDIENDO


"Contigo desbarataré ejércitos, y con mi Dios asaltaré muros." Salmo 18:29

    Nunca se sugiere de manera alguna en toda la Escritura que los hijos de Dios deben ocuparse solos de enfrentar sus batallas espirituales. No es posible porque no está en la naturaleza de Dios ni en sus promesas abandonar a aquellos que "son participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo." (2 Pe. 1:4). Pero es nuestra responsabilidad "hacer morir lo terrenal que hay en (nosotros)" (Col. 3:5). 
    David siempre estuvo rodeado de enemigos con los cuales batallar y de ejércitos a los cuales vencer. Las victorias de David tal como nos las relatan los libros históricos del A.T son fabulosas: Una tras otra y de manera consecuente, "porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba." (1 Cr. 18:6). 
    En su confesión en este salmo, David describe dos tipos de enfrentamientos. En primer lugar, un enfrentamiento de carácter defensivo - "Desbarataré ejércitos", esto es, enfrentar a aquellos que en la guerra batallaban para vencerle. El verbo "desbaratar" (Heb."ruts") se refiere a un movimiento rápido y efectivo, darse prisa. No podemos ser negligentes y pausados en el momento de enfrentar los enemigos espirituales, sino siempre preparados para "desbaratar" todo lo que atente contra nuestra fidelidad a Dios. "Huye también de las pasiones juveniles," (2 Ti. 2:22), "¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?" (Ro. 6:2). En segundo lugar, David habla de un enfrentamiento ofensivo - "con mi Dios asaltaré muros"; David también debía sortear obstáculos para obtener victorias contundentes. 
    En ciertas ocasiones el pecado se encuentra no en la tentación de hacer algo sino en la tentación de no hacerlo. "Sigue la justicia, la fe, el amor y la paz , con los que de corazón limpio invocan al Señor." Existe un detalle más que nunca debe ser olvidado y es que en ambos tipos de enfrentamientos, David fue cuidadoso de atribuir los laureles a Dios, "Contigo... Con mi Dios."
    Ten cuidado de atribuirle la gloria de cualquier beneficio y adelanto espiritual solamente a Dios. Pablo recordó a Filemón acerca de "todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús." (Flm. 6b). Dios ha prometido dar una victoria contundente a sus hijos, ya sea que se enfrenten a tentaciones o desafíos; tú no eres la excepción, sólo cuida de darle el crédito a El en todo avance espiritual que hagas en el día de hoy y los que vendrán.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 18 de abril de 2015

¿QUÉ DICE DIOS?

"Di a mi alma: Yo soy tu salvación." - Salmo 35:2b

    Se ha dicho muchas veces que cuando las personas repiten cosas que no son ciertas, llegan a creer que son verdad. Algunos llegan a creer que son insuperables con cierta habilidad, otros que no hay quien los iguale en asuntos prácticos. Pero nada de esto es tan delicado como creer que uno tiene una relación con Dios de Padre - hijo, cuando en realidad es invento de la imaginación o de la religiosidad practicada por años. 
    Se puede decir que uno cree mucho en Dios, que tiene mucha fe, que siempre confía en la divina providencia, que acepta la Biblia como libro sagrado, que siempre hace todo confiando en que Dios ve el corazón, que nunca deja de orar, etc. 
    Pero el asunto vital no es lo que un individuo dice de sí mismo, sino lo que Dios declara al alma del pecador arrepentido. Porque es posible vivir haciendo bienes y confiando en ellos como pago en trueque por el favor de Dios y de esta forma repetir y repetir esta filosofía hasta el punto de creerla y sentirse satisfecho. Pero hasta que el alma no oye a Dios decir "Yo soy tu salvación", entonces no hay ninguna seguridad y la paz que el alma asegura tener solamente es tranquilidad pasajera. El asunto real, no está solucionado. 
    Sin la Biblia, toda declaración que alguien pueda hacer sobre la condición de su alma es creer una mentira. Pero cuando Dios habla ¡qué paz tiene el corazón! Creer lo que Dios dice hace una diferencia eterna con creer lo que nosotros queremos creer. El alma que confía sólo en el testimonio de la palabra de Dios puede decir, "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos:¡Abba, Padre! El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Ro. 8:15-16).
No descanses hasta que oigas a Dios decirte: "Yo soy tu salvación."

¡Dios te bendiga!

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viernes, 17 de abril de 2015

CUIDADO CON QUIEN HABLAS

"Dijo luego David en su corazón: Al fin seré muerto algún día por la mano de Saúl; nada, por tanto, me será mejor que fugarme a la tierra de los filisteos, para que Saúl no se ocupe de mí, y no me ande buscando más por todo el territorio de Israel; y así escaparé de su mano." - 1 Samuel 27:1

    No importa cuántas batallas y circunstancias David pudo vencer en el pasado confiando en Dios, porque eso no fue garantía para él en el momento que comenzó a "hablar consigo mismo." Cuando hizo esto, David llegó a conclusiones erradas, a tomar decisiones increíbles y a creer en desenlaces equivocados. Dios le había ungido por rey, pero cuando habló en su corazón, concluyó que "sería muerto por Saúl"; había confesado confiar en Dios en el día de su temor, sin embargo cuando habló en su corazón, razonó que "no habría nada mejor que vivir con los filisteos"; el Señor le había librado contando sus huidas muchas veces, pero cuando habló en su corazón cambió de parecer sobre la forma en que la liberación llegaría.
    No nos alcanzaría el tiempo para leer y meditar en todas las veces que los salmos muestran a David confiando en Dios y confesando su certeza de que sólo él era su escudo y fortaleza. Pero, una vez más, todo eso se disipa cuando cambia de referente de confianza y, al igual que con David, también nuestro corazón y no más Dios llega a ser aquel con quien hablamos y por quien decidimos. Para David, esta mala decisión significó vivir mintiendo y matando y ocultándose de lo que hacía. Una mentira necesita de otra mentira más grande para mantenerse en pie.
    Si dejamos de consultar al Señor prontamente buscaremos en nuestros razonamientos y en nuestro entendimiento justificar una manera de obrar a la que rotularemos como de "nada será mejor que esto." David estaba en lo cierto, Saúl se ocupaba de él; pero al hablar consigo mismo y no con Dios, olvidó que su Pastor se ocupaba de él mucho antes que su enemigo lo hiciera. Recuerda: Si quieres salvar tu vida, la perderás (Mr. 8:35)
    Busca al Señor en todo momento. Rehusa llegar a conclusiones fuera de la dirección de su palabra. Ora, busca apoyo en otros también para orar. Recurre a la guía del Espíritu para establecer una perspectiva clara y celestial sobre las circunstancias que te toca enfrentar. Y si tu corazón ha de decirte algo, que sea lo que David dijo en cierta ocasión, "Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. Tu rostro buscaré, oh Jehová" (Sal. 27:8). 

¡Dios te bendiga!

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jueves, 16 de abril de 2015

ATENCIÓN PERSONALIZADA

"Mis huidas tú has contado; pon mis lágrimas en tu redoma; ¿no están ellas en tu libro?" - Salmo 56:8

    Cuando se atraviesa por medio de la aflicción y la turbación se pierde la noción de muchas cosas y las responsabilidades diarias se transforman en tediosas tareas que son difíciles de cumplir. David sabía algo de esto mientras escapaba de la mano de Saúl quien procuraba su muerte. Había huido tantas veces que ya no llevaba la cuenta de cuántas eran; a través de desfiladeros, dentro de cuevas, escapando de ciudades y pueblos, viviendo en medio de los paganos, cambiando su manera de actuar, poniendo en peligro a otras personas, con carga por sus padres y hermanos.  
    En el salmo 56 David expresa estar bajo opresión, en medio de un combate constante, pisoteado por soberbios y asechado por hombres con malos pensamientos. Pero casi en la mitad del mismo salmo confiesa también su convicción de saber que Dios tenía un libro donde estaban asentadas todas esas huidas que periódicamente David enfrentaba; juntamente con cada una de las lágrimas que había derramado. A Dios no se le escapa nada, atiende minuciosamente a sus hijos. Posee un mapa perfecto de todas y cada una de las entradas y salidas de sus amados.
    ¿No puedes descansar, o dormir bien, o estás con una continua acidez de estómago que sabes no es resultado de alimentación incorrecta sino de aflicciones padecidas? ¿Crees que David no las tenía? ¡Claro que sí! Más aún, había días en que el temor lo asaltaba de maneras impensadas; pero esos eran los momentos en que aprendió a confiar "En el día que temo, yo en ti confío." (56:3). Hubo un ingrediente particular que David no pasó por alto en el momento de temor: La palabra de Dios; así lo expresó, "En Dios alabaré su palabra; en Dios he confiado; no temeré..." - (56:4). La Biblia le ha sido dejada al pueblo de Dios para que aprenda a conocer a Dios y a sí mismo. Dios no pierde un sólo detalle de nuestras necesidades y nosotros somos frágiles aparte de su soberanía y providencia. 
    Dios es suficiente y eficaz para guardar lágrimas y llevar un registro de todas y cada una de las angustias, huidas y aflicciones de su pueblo. Todo está documentado delante de sus ojos y no hay ninguna posibilidad de extravío. Ten confianza y espera con firmeza en la capacidad de su memoria infalible. 

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 15 de abril de 2015

ESCOGIENDO BIEN

"Una cosa he demandado a Jehová, ésta buscaré; que esté yo en la casa de Jehová todos los días de mi vida, para contemplar la hermosura de Jehová, y para inquirir en su templo." - Salmo 27:4

    Cuando escribió este salmo, David se hallaba bajo la opresión y persecución de Saúl, que quería matarlo. Al leerlo con estas circunstancias en mente, se hacen más claras las imágenes que él describe de ejércitos acampando contra él o guerra que se levante contra él. Pero también son estimulantes para el alma sus afirmaciones acerca de sus anhelos y perspectivas. Porque en medio de la adversidad, David no reclama el trono que sabía ya le había sido otorgado por Dios, sino disfrutar de Dios en su casa.
    David era pastor, poeta y profeta, pero no era sacerdote ¿cómo entonces deseaba estar en la casa de Jehová todos los días de su vida? ¡Oh, es que si el pudiera, eso es lo que haría! Aunque ministerialmente no le sería posible, sin embargo, él le ha demandado eso al Señor y eso es aquello en que concentraría sus fuerzas de búsqueda. Una sola cosa: Estar ahí para contemplar e inquirir en la hermosura de su Dios. Tenía una pasión, pero era pasión con discernimiento.
    Una sola cosa, pero bien escogida, y bien hecha. Esa es la filosofía espiritual de David, y es también la de todos aquellos quienes tienen su corazón colocado en un plano superior que no busca ni encuentra su plenitud en lo temporal. Por supuesto que seguimos viviendo con los pies sobre la tierra, pero es la mentalidad de extranjero y peregrino la que no permite arraigarse en la cotidianidad. Tal fue la manera de pensar del apóstol Pablo también, "una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús" (Fil. 3:13-14).
    Todo el trajín de las innumerables responsabilidades y compromisos que naturalmente adquirimos en la vida diaria, y la urgencia misma en sí,  tienden a desdibujar y oscurecer lo que es verdaderamente necesario. El alma precavida estará atenta para no perder de vista el correcto objetivo escogiendo bien a la hora de darle valor a las cosas que no son perecederas como lo es la formación espiritual del alma y el conocimiento profundo y práctico de la persona de Jesucristo. No quieres escuchar su voz de reprensión cuando has estado tan atareado y ocupado en lo trivial, la misma que sonó en el hogar de Betania, "Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada"(Lc. 10:41-42). Escoge bien todos los días. Escoge contemplar al Salvador y sus virtudes.

¡Dios te bendiga!

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martes, 14 de abril de 2015

¡PERO SI ES SÓLO UN PEQUEÑO CORTE!

"Entonces los hombres de David le dijeron: He aquí el día de que te dijo Jehová: He aquí que entrego a tu enemigo en tu mano, y harás con él como te pareciere. Y se levantó David, y calladamente cortó la orilla del manto de Saúl. Después de esto se turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de Saúl." - 1 Samuel 24:4-5

    Era el día de la gran oportunidad para David, al menos así o consideraban los hombres que le acompañaban en su constante huída da la mano del rey Saúl que procuraba su muerte. Según ellos, Dios mismo concedía aprobación para que de una vez por todas, David tomara a su "enemigo" en su mano y pudiera "hacer con él como le pareciera." Este razonamiento parecía ser el correcto para todos de manera que David, espada en mano, llegó hasta el mismo Saúl en la cueva; pero en vez de quitarle la vida, en silencio cortó una orilla de su manto. 
    Mientras la oscuridad de la cueva donde estaban coincidía con la penumbra en la conciencia de los hombres de David, la del joven futuro rey era sensible a la voz de Dios muy por encima de los razonamientos de ellos, y por esto mismo se turbó su corazón por un pequeño corte de tela. El corazón de David no estaba acostumbrado a hacer "como bien le pareciera" sino como fuera la voluntad de Dios. Su conciencia estaba acostumbrada a responder a los impulsos divinos y no a la voz de los hombres.
    Mientras más cerca permanezcamos al Señor, tanta mayor luz tendremos para discernir su voluntad y tanto más adquiriremos sensibilidad para escuchar su voz. Si damos oído a su palabra, vamos a aprender a diferenciarla de la voz de las circunstancias que pretende emular y sustituirla para que hagamos como nos parece a nosotros. David se turbó por una cosa muy pequeña y a diferencia de sus hombres que veían en Saúl a un enemigo, él lo veía como el ungido de Jehová.    
    La manera en que nos conducimos dice mucho de cómo somos, "Porque nuestra gloria es esta: el testimonio de nuestra conciencia, que con sencillez y sinceridad de Dios, no con sabiduría humana, sino con la gracia de Dios, nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros." (2 Cor. 1:12). Se requiere una constante dependencia del Espíritu de Dios para no hacer uso de la sabiduría humana cuando es momento de tomar decisiones. ¿Qué es lo que honra a Dios en mis circunstancias personales? ¿Cuál es el consejo divino frente a esta decisión que debo tomar? 
    Desoír la voz de la conciencia cuando ha sido iluminada por la palabra de Dios es un asunto serio, "manteniendo la fe y buena conciencia, desechando la cual naufragaron en cuanto a la fe algunos," (1 Ti. 1:19). No pierdas el hábito de escuchar lo que Dios dice y no te dejes llevar por el consejo de la mayoría cuando contradicen la escritura. No pierdas la sensibilidad. Que las pequeñas y grandes cosas sean igual de relevantes para la obediencia.

¡Dios te bendiga!

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lunes, 13 de abril de 2015

¿CUÁN BIEN TOCAS EL ARPA?

"Aconteció al otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl, y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su mano como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. Y arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared. Pero David lo evadió dos veces." - 1 Samuel 18:10-11

    Es un gran contraste el que observamos entre Saúl y David en todo momento que los hallamos en el primer libro de Samuel. Pero es quizá el versículo de hoy uno de los pasajes que resumen mucho de este contraste; David tenía un arpa en su mano mientras que Saúl tenía una lanza. David usaba su arpa para servir y Saúl su lanza para asesinar. David servía a quién le odiaba, Saúl odiaba a quien le servía. David estaba allí tocando por la voluntad de Dios, Saúl también reinaba porque Dios lo permitió. No hay un error de cálculo o presunción en el joven pastor, tampoco hay una ordenanza divina para Saúl de ejecutar una venganza.
    ¿Qué habrá pensado David? ¿Cuáles habrán sido muchas de sus inquietudes mientras habiendo sido un instrumento en la mano de Dios, no solamente para vencer a Goliat, o apacentar ovejas y componer salmos, sino también para traer sosiego al estado de ánimo del rey, ahora estaba peligrando su vida?
    De una cosa estamos seguros y es que nunca dudó de la mano de Dios; jamás creyó que Dios le había abandonado, al menos no lo pensó en este momento. Algunos de los salmos de este joven fueron escritos en este período de su vida y ellos atestiguan del estado de su corazón, "En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma, que escape al monte cual ave?" (Sal. 11:1); "Porque has sido mi amparo Y refugio en el día de mi angustia" (Sal. 59:16). ¿Estás bajo mucha presión laboral, o en circunstancias familiares o sociales a las cuales llegaste por depender del Señor y que ahora parecen ser tediosas? No temas y no huyas; el día de la angustia no es un asunto anormal para la vida de los hijos de Dios, pero sabe que él no te desampara. Espera y observa.
    Las lecciones que David aprendió bajo la dura e injusta mano de Saúl, sabía él, pasaban primero por el tamiz divino para llegar como un remedio efectivo para el bien de su alma; y así lo percibió cuando dijo, "Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres. Jehová prueba al justo; pero al malo y al que ama la violencia, su alma los aborrece" (Sal. 11:4-5).  ¡Oh, sí!, estas aflicciones son para tu bien y son para el desarrollo de tu piedad que te harán más semejante a Cristo, y tú recuerda las palabras de Pedro, "pero si alguno padece como cristiano, no se avergüence, sino glorifique a Dios por ello" (1 Pe. 4:16). 
    No te preocupes de los que llevan lanza y procuran herirte en tus circunstancias providenciales; ocúpate siempre de tener un arpa a mano con que servir incluso a los que te aborrecen. Es parte del vituperio de Cristo que tienes el privilegio de llevar.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 12 de abril de 2015

¿RITUAL RELIGIOSO O REALIDAD ESPIRITUAL?

"Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros." - 1 Samuel 15:22

    Las palabras de Samuel marcaban prácticamente el epitafio del rey Saúl. Es que finalmente este rey mostró el verdadero estado de su corazón cuando tuvo en poco la palabra de Dios, desobedeciendo aunque intentó disimularlo con una condición espiritual saludable. Saúl jamás cultivó una vida espiritual y una relación con Dios y siempre estuvo más pendiente de lo que opinaba el hombre que de lo que opinaba Dios. Para él, la reputación era más importante que el carácter. Llegado el momento oportuno sustituyó el sacrificio por la obediencia poniéndolos a la misma altura, y fue rechazado definitivamente como rey.
    Es importante notar el punto de Samuel ya que sin el debido cuidado pensaremos que él estaba menospreciando cualquier tipo de sacrificio que un hombre pudiera hacer a Dios. Pero las palabras del último juez de Israel son específicas y lo que hay que destacar son las expresiones de contraste, "¿Se complace Jehová tanto en...  como en que...?" He aquí el punto. Es que la condición del corazón determina el valor de los sacrificios; lección que aprendió quien ocuparía el trono de Saúl,  el próximo rey David cuando dijo: "Porque no quieres sacrificio, que yo lo daría; no quieres holocausto. Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios." (Sal. 51:16-17). 
    No es una verdad nueva en las páginas de la Biblia, ya están documentadas desde el libro de Génesis, "...Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya." (Gn. 4:4-5). "Dios acepta la adoración solo si acepta al adorador" (Wiersbe). Y lo tuvo que recordar Dios nuevamente a Samuel unos días más tarde cuando le dijo, "Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." (1 Sam. 16:7).
     Es una tentación natural del corazón el sustituir rituales religiosos por la realidad espiritual. Fue fatal para el rey Saúl y no lo será menos para nosotros si no velamos por guardar y alimentar la vida interior del corazón con la obediencia inmediata a la Palabra de Dios, "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida." (Pr. 4:23). La mayor fatalidad que un ser humano pueda cometer es suplantar a Cristo por la Religión, pasando por alto la Biblia. Tristemente, esto es lo que vemos a diario. Examina tu corazón y no descanses hasta que sepas que está en paz con Dios.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 11 de abril de 2015

PROHIBICIONES QUE RETRASAN

"Entonces habló uno del pueblo, diciendo: Tu padre ha hecho jurar solemnemente al pueblo, diciendo: Maldito sea el hombre que tome hoy alimento. Y el pueblo desfallecía. Respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel." - 1 Samuel 14:28-29

    Ya el rey Saúl estaba mostrando su falta de dependencia divina, su orgullo y su impaciencia en poco tiempo de reinado. Y ahora, en medio de una situación crítica de guerra contra los filisteos juramenta a los soldados a no probar un solo bocado de pan diciéndoles, "Cualquiera que coma pan antes de caer la noche, antes que haya tomado venganza de mis enemigos, sea maldito. Y todo el pueblo no había probado pan." (v. 24). En verdad, Saúl no pensaba en otra cosa que en su propia gloria. Nada le importaba más que obtener resultados que engrandecieran su persona, y si era necesario usar la gente para esto, no aparentaba tener reparo alguno.
    Pero Jonatán, en ignorancia del juramento pero con absoluta sencillez y sentido común mostró al probar la miel, que su padre no sólo había puesto en apuro al ejército sino que también lo había turbado al privarles de disfrutar de algo que los hubiera ayudado física y mentalmente en momentos de mayor necesidad. La historia nos dice más adelante que el pueblo quebrantó la ley al comer lo que no debían en su apuro por saciar el hambre. Como se dice, fue peor el remedio que la enfermedad.
    Hemos de ser precavidos con las privaciones y prohibiciones cuando éstas no provienen de mandatos expresos de la palabra de Dios. De lo contrario la carne se fortalece,  pues lejos de mortificarla por medio del Espíritu se la aprovisiona con vanos esfuerzos por mostrar espiritualidad a través de limitaciones ridículas. Dios nos ha dado todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos y cuando hacemos del ascetismo nuestro dios, entonces todo lo que Dios tiene preparado para nuestro bien, se desvanece.
    Cuando la fe se edifica sobre temores y legislaciones y no sobre la libertad en Cristo, entonces nos retrasamos notablemente en nuestro andar espiritual, "Pues si habéis muerto con Cristo en cuanto a los rudimentos del mundo, ¿por qué, como si vivieseis en el mundo, os sometéis a preceptos tales como: No manejes, ni gustes, ni aun toques (en conformidad a mandamientos y doctrinas de hombres), cosas que todas se destruyen con el uso? Tales cosas tienen a la verdad cierta reputación de sabiduría en culto voluntario, en humildad y en duro trato del cuerpo; pero no tienen valor alguno contra los apetitos de la carne." (Col. 2:20-23)
    Acostumbrémonos a mantener los ojos abiertos con la palabra de Dios que es más dulce que la miel que destila del panal  pues tenemos la promesa, "El precepto de Jehová es puro, que alumbra los ojos" (Sal. 19:8). No aceptes imitaciones que promueven falsa piedad pero no dan gozo al corazón.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 10 de abril de 2015

SE BUSCA: SIERVOS DE VERDAD

"Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros; antes os instruiré en el camino bueno y recto." - 1 Samuel 12:23

    El capítulo doce de 1 Samuel contiene varios ingredientes importantes que incluyen detalles del arribo del rey a la nación, una exhortación al pueblo y una despedida de Samuel, ya anciano. Al inicio de su mensaje él declara, "yo he andado delante de vosotros desde mi juventud hasta este día" (12:2). Pero al final de su mensaje, él dice que cometería un pecado si cesara de rogar por ellos y enseñarles el camino del Señor; lo cual completa la imagen de este gran juez de Israel, a saber, que desde su juventud hasta su vejez fue un intercesor y un instructor de la verdad. 
    Es un ejemplo sumamente alentador el que Samuel, ya anciano, nos deja en las páginas de la Biblia. Considerado uno de los héroes de la fe en el libro de Hebreos, Samuel se remitió únicamente a recordar dos cosas que de su parte habían sido el elemento esencial y necesario para el bien del pueblo: La oración y la instrucción de lo bueno y recto; esto último evidentemente con la ley de Dios. Samuel no dijo otra cosa ni se dedicó a ponderar o exaltar ningún otro aspecto que hiciera destacar su liderazgo.
    Estos son los siervos, ministros, pastores y aún maestros de escuela dominical que la iglesia precisa con urgencia. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores quienes, al asumir una responsabilidad que involucra el cuidado de almas, puedan orar por ellos e instruirles con la Palabra de Dios. No son grandes administradores, elocuentes maestros o capacitados creadores de programas los que harán más por la iglesia de Cristo, sino humildes y grandes intercesores y maestros bíblicos que sostendrán a los necesitados de principio a fin.
    Se buscan aquellos quienes con el mismo espíritu apostólico pueden decir: "nosotros persistiremos en la oración y en el ministerio de la palabra" (Hechos 6:4). La iglesia debe estar agradecida al Señor por tales personas, pero también debe estar a la expectativa de los mismos si es que están ausentes entre sus filas. ¿Estás rodeado de esta clase de líderes? ¿Eres tú uno de los que no cesan de orar e instruir si  formas parte de una iglesia que dice proclamar el Evangelio? ¡Huye de un lugar donde los programas suplantan la oración y donde la actividad suplanta a la predicación! La oración y la predicación bíblica generan las actividades y programas bíblicos. Pero hacen falta más personas como Samuel en el pueblo de Dios.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 9 de abril de 2015

DIOS NO TIENE NIETOS

"Aconteció que habiendo Samuel envejecido, puso a sus hijos por jueces sobre Israel...  Pero no anduvieron los hijos por los caminos de su padre, antes se volvieron tras la avaricia, dejándose sobornar y pervirtiendo el derecho." - 1 Samuel 8:1 y 3

    Cuando conocemos la historia de Samuel desde su niñez, los pormenores de su nacimiento, el ambiente impío en medio del cual se formó pero sin ser influenciado por el mismo; la manera en que Dios lo llamó y su fidelidad y autoridad espiritual a través de los años; es difícil pensar que un hombre así no pudiera gozar de la dicha de poseer hijos fieles. Pero esta es la verdad en la vida de Samuel. Una vida de fidelidad en el ministerio, pero que llegando al final está salpicada por la decepción.
    El momento en que tuvo que declararle a Elí el juicio de Dios sobre sus hijos a causa de la impiedad de sus vidas, probablemente nunca imaginó que los suyos propios no serían muy diferentes. Los hijos de Elí amaban las lujurias de la carne, los de Samuel, amaban el dinero. Los padres fueron distintos; Elí hizo concesiones a sus hijos, pero con toda seguridad no hizo esto Samuel con los suyos. Sin embargo, los cuatro hijos fueron un mal ejemplo a toda la nación. Como se ve, la impiedad o fidelidad de un padre no son factores determinantes en la salvación de los hijos. Sin duda que lo segundo contiene promesas, pero muchos padres impíos en la Biblia han tenido hijos piadosos y viceversa.
    Si hay una gran lección que aprender en esto es que, como lo dijo el profeta Jonás, "La salvación es de Jehová." (2:9). Ni Elí ni Samuel podrían haber salvado a sus hijos y ni la mala influencia, ni la buena cambió la condición de sus corazones. La Biblia es absolutamente clara al expresar que la salvación del alma es enteramente un asunto de la gracia y misericordia de Dios y sin ningún aspecto humano que pueda inclinar la balanza a su favor, "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe." (Ef. 2:8-9). 
    Cuando el apóstol Juan comienza su evangelio hace una declaración universal y categórica, "Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1:12-13). "Yo siempre fui creyente" es lo que se oye por allí, o bien "yo soy cristiano desde la cuna", o "esto viene de mis abuelos y mis padres, siempre fui a la iglesia." Pero nada de esto es lo que dice Juan. Los hijos de Dios no lo son porque nacen de padres creyentes, o porque deciden serlo en algún momento de la vida, o porque algún ministro religioso lo declara por bautismo o cualquier otro medio. Los hijos de Dios, nacen de Dios, por obra del Espíritu Santo cuando creen al Evangelio.
    Dios nunca fue abuelo, siempre fue y será Padre de aquellos que personalmente ponen su confianza en Cristo.  ¿Tú lo has hecho?

¡Dios te bendiga!

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DIOS NO ESTÁ MUDO

"El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí." - 1 Samuel 3:1-4

    Es un tiempo sombrío en la historia de Israel cuando en las páginas de la Escritura aparece en escena el joven Samuel. La precaria condición espiritual de la nación no solamente se generaba por la violenta inmoralidad y mal ejercicio del sacerdocio por parte de los hijos de Elí, sino también, y tristemente por la ausencia casi total de la palabra de Dios a través de profetas y videntes.
    Ninguna de estas cosas afectó directamente a Samuel; ni la impiedad de Ofni y Finees, ni la pasividad del sumo sacerdote Elí, ni el menosprecio que el pueblo hacía de las ofrendas del Señor. Y ninguna de estas cosas limitó a Dios para hacer su obra en medio de su pueblo. Pero Dios esperó al joven Samuel para poder tener un receptor limpio y dispuesto para finalizar con el período de escasez de su revelación. Finalmente, Dios habló, porque Dios nunca ha estado mudo y siempre ha sabido comunicar su voluntad. Es llamativo el momento en que decidió hacerlo pues fue "antes que la lámpara de Dios fuese apagada.
     No nos parecen extrañas las circunstancias de Samuel cuando miramos a nuestro alrededor a la iglesia del Señor. No esasea la religión, pero sí hay falta de revelación. No revelación extrabíblica engañosa, ni de profecías o de los falsamente llamados apóstoles; de esto hay abundancia. Pero sí ausencia de enseñanza nutritiva y escritural, expositiva y con implicaciones definidas. Enseñanza que hace clamar a los corazones "heme aquí.
    La exposición de tus palabras alumbra, hace entender a los simples." (Sal 119:130) Gran parte de esta escasez es la negligencia de la iglesia de leer y meditar en la Palabra de Dios, pero también lo es la falta de los ministros en meditar, estudiar, exponer y proclamar la Palabra como también   defender la suficiencia de la Escritura para todo asunto espiritual que deba ser tratado en el alma del hombre y de la iglesia.
    La iglesia no necesita grandes teólogos, la iglesia necesita grandes corazones; corazones senibles que puedan perseguir aquello que Dios se deleita en observar, "...miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra." (Is. 66:2).  Ministros livianos como Elí, hay muchos, y falsos e inmorales como Ofni y Finees, abundan por doquier; pero hombres y mujeres como Samuel son la necesidad más grande para el pueblo de Dios hoy en día.
    Gracias damos que a pesar de la decadencia imperante, Dios aún sigue hablando.

¡Dios te bendiga!

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