"¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?" - Job 38:2
Todos conocemos personas -niños o grandes- que son los primeros en hablar, levantar la mano o apresurarse a contestar o afirmar algo dando por sentado que tienen todas las respuestas siempre, antes que los demás y sin margen de error. Cuando se equivocan, les cuesta mucho admitirlo, especialmente cuando contribuyeron más a la confusión que al esclarecimiento del asunto.
En estos casos de cuestiones intrascendentes no siempre las consecuencias son de peso mayor; pero el problema reside cuando en asuntos trascendentales, como lo son los espirituales, se emiten opiniones y aseveraciones sin un conocimiento acertado del tema.
Muchos cristianos hablan de doctrina sin conocer la misma; declaran cosas, atan al diablo, dan nombres a demonios, inventan espíritus, visualizan lo que aseguran es la voluntad de Dios par ellos y oran a Dios como sí le hablaran al vendedor de diarios y revistas. Otros dicen: "Ese fue un gran sermón", y lo único que había hecho el pastor fue contar anécdotas; "fue un tiempo fabuloso de adoración" y solamente estuvieron parados en el culto por más de una hora mirando como en la plataforma el púlpito estaba a un costado para darle mayor espacio a "los líderes de alabanza" quienes entre medio de luces y otros artefactos creían representar una especie de "Asaf moderno" que dirigía a la congregación a la adoración.
Son muchos los que oscurecen el consejo con palabras sin sabiduría; que hablan de la Biblia sin leerla, que predican el evangelio sin creerlo y quienes hablan por el Espíritu sin poseerlo. Y así se encuentra gran parte de la iglesia de Cristo pues como dijo Salomón en Proverbios "Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado." (29:18)
Ten cuidado de conocer al que dijo: "Yo te preguntaré, y tú me contestarás" (Job 38:3). Entonces y sólo entonces podrás levantar la mano para responder.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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