viernes, 16 de enero de 2015

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"Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet- el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet- el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová." - Génesis 13:3-4

    Estos son unos de los versículos más hermosos y alentadores en la historia de la vida de Abraham (en este momento Abram) como lo relata la Escritura. Porque Abram no viene de un buen momento en su andar de obediencia a Dios. Acaba de poner en riesgo (por así decirlo) la misma ascendencia del Mesías al no declarar abiertamente en Egipto que Sarai era su esposa; y no solamente esto, había llegado a Egipto en una clara muestra de debilidad y desconfianza en Dios acerca del cuidado que él prometió darle guiándolo a la tierra que le daría por herencia. En Egipto, Abram no solamente deshonró a Dios, sino que también dejó un mal ejemplo para los impíos.
    Pero ahora, le vemos regresar hasta el mismo lugar donde antes había tenido su tienda y donde había construido un altar. No hay duda alguna que, bajo convicción de pecado, este varón de fe no tiene reparos en realizar el camino antiguo para volver a donde debía estar. Dios no había abandonado a Abram, sino que Abram había abandonado a Dios. Dios no deja a los suyos, porque es fiel y no puede negarse a sí mismo. 
    Mientras estuvo en Egipto, Abram tuvo mucha riqueza material, pero no tuvo altar ni tuvieron sus labios la práctica de invocar el nombre de Jehová. Ahora, dejó Egipto y volvió para invocar a su Dios. Note, querido lector que este hombre de fe, llamado 3 veces "amigo de Dios" en la Biblia, abandonó su pecado e invocó a Dios, confesando su transgresión. Pues tantos hay que dejan de pecar forzadamente pero no invocan a Dios voluntariamente. Llevan a Egipto en su corazón y no hacen nada por abandonarlo definitivamente, aunque aseguran tener comunión con el Dios de Bet-el ("casa de Dios"), sin embargo siguen de largo hasta Hai ("montón de ruinas"). 
    Quizá pensarás "pero yo cuido mi tiempo diario con Dios, leyendo la Escritura y orando; es más, asisto fielmente a los cultos y soy parte del liderazgo de mi congregación." Puede ser, y puede que sea digno tu servicio. Pero quiero mencionar brevemente algunas cosas en las que mostramos que necesitamos regresar al lugar donde estuvo nuestro altar. ¿Qué pasa con tu relación conyugal? ¿Ves a tu esposa como Cristo ve a la iglesia? ¿Ves a tu esposo como el que mejor puede dirigirte? ¿Tienes la capacidad de mantener tu palabra aún jurando en daño tuyo, o faltas con irresponsabilidad a tus compromisos? ¿Le pones freno y estorbo a tus hijos para que no perviertan su andar? ¿En tu trabajo saben que eres de Cristo o tienen rechazo al evangelio por causa de tu doble vida? 
    Puede que sea tiempo de salir de Egipto y regresar al lugar donde la Escritura dice que estas cosas tienen su altar correcto y donde Dios ha de ser invocado, reconociendo tu pecado y buscando su gracia y perdón. Piensa en otras cosas donde has equivocado tu camino.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración- 
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