"Te ruego que no me entierres en Egipto." Génesis 47:29
Las notables palabras del texto de hoy fueron dichas por Jacob a su hijo José, gobernador de Egipto, antes de morir. Le llamó estando en su lecho de muerte y allí le expresó esta, su voluntad final: "No quiero ser enterrado en esta tierra." En su sepultura Jacob no deseaba ser identificado con Egipto; pero ¿acaso no era esta la tierra que le dio de comer a él y a toda su familia hasta el final de sus días? ¿No era acaso el país donde su hijo a quien creía muerto había fructificado y llegado a ser igual que Faraón, excepto su trono? Todo eso era verdad pero no representaba valor alguno para él quien había visto y luchado con Dios cara a cara. Jacob quería volver a Canaán aunque fuera muerto porque Canaán representaba la promesa de Dios para él y para sus padres y toda su descendencia. Esto era lo que verdaderamente explicaba la vida espiritual de Israel, príncipe de Dios.
Quienes han vivido cerca de Dios y aún así lo siguen haciendo a diario no tienen ningún tipo de interés en dejar una marca en este mundo que los haga similares a ellos o los catalogue como a todos los demás. "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo." (Gál. 6:14); son las palabras del apóstol Pablo y bien le hubieran venido a Jacob en esta hora aunque no hay duda que sus palabras contienen el mismo espíritu paulino. ¡Cuán pocos sienten que no pertenecen a Egipto sino que son herederos de "cosas mejores y que pertenecen a la salvación!" (He. 6:9)
Pero no solamente Jacob lo dijo por sí mismo sino para que José, el gran benefactor y figura de Egipto recordara que él tampoco pertenecía a este lugar aunque hubiera tenido tanto por lo cual buscar justificarse. José tampoco debía anhelar ese lugar como sepultura final. Aprendió la lección pues al final de su vida pidió que cuando Dios visitara su pueblo sus huesos también fueran llevados de allí (50:25).
Dejamos ejemplo con nuestras pisadas de fe para que otros también gusten de la buena promesa de Dios en Cristo y todas las abundantes riquezas de su gracia. Escoge bien dónde dejarás tu lápida.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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