La iglesia de Cristo ha sufrido una desdicha fatal en las últimas décadas. Ella, que es "columna y baluarte de la verdad" ha padecido justamente la pérdida de ambas cosas en lo que refiere a valorar y cuidar la verdad; ha dejado de sostenerla como una columna firme y ha cesado de protegerla como un baluarte eficaz. El gran mandato para la iglesia es, sin lugar a dudas, la llamada "Gran Comisión" dada por el Señor Jesucristo en Mateo 28:19-20, que no es otra cosa que la predicación del evangelio para la salvación de las almas eternas.
Sin embargo, ésta se ha transformado paulatinamente en una "Gran Omisión" porque le ha restado importancia a lo esencial, un evangelio puro y bíblico, y le ha dado relevancia a un sistema de "oración de fe" cuyos promotores garantizan como el pasaje a la vida eterna y la salvación del alma. Por un lado, se ha desdibujado el evangelio, y por el otro se ha impuesto una versión "más aceptable y práctica" que se remite a "hacer la oración" que le dará al pecador el respaldo definitivo para enfrentar la eternidad con confianza.
Lo lamentable de todo esto es que no solamente las buenas nuevas no son dadas a conocer acertadamente sino que el asunto de la oración no es comunicado correctamente tampoco. El evangelio que se propaga es un evangelio adulterado que no presenta las doctrinas de la gracia que ponen al pecador en jaque mate eterno y lo llevan a buscar a Dios con sed y convicción para la salvación de su alma. No hay mención del pecado, no hay mención del Dios Santo, no hay mención de sacrificio, y no hay mención de arrepentimiento.
Los versículos de nuestra meditación en este día claramente muestran que "una oración simple NO ES una simple oración" cuando la misma es la respuesta de haber visto con nitidez la condición del alma frente al veredicto del Eterno sobre su merecimiento por causa del pecado. "Pequé y pervertí lo recto" -dice el penitente- y esto es únicamente posible cuando ha escuchado un evangelio bíblico que pone de relieve quién es Dios y qué somos nosotros ante él.
La oración simple que Dios recibe no es la que salva sino la que evidencia un corazón arrepentido que no necesita usar de muchas palabras para que se sepa que hay una aceptación del veredicto celestial. Es una oración simple, nada más, porque el evangelio no ha sido presentado de forma liviana sino de manera profunda, mostrando todos los terrores de la cruz que el Salvador llevó sobre sí mismo. Cuando se hace una "simple oración" para contentar la conciencia, ésta llega a ser un tropiezo definitivo y eternamente mortal. ¿Cuál es tu historia? ¿Te han dicho que haciendo "la oración" tu alma se garantiza el cielo? ¿O has hecho una "oración simple" porque sabías que Dios no precisa muchas palabras para ver al corazón contrito y humillado que no habrá de despreciar? Es un asunto serio. No te apoyes en amuletos religiosos. Pon tu confianza en Cristo únicamente.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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