miércoles, 21 de enero de 2015

IGNORANCIA INSTRUCTIVA

"Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo." - Génesis 28:1-17

    Tenemos la tendencia a tomar muy a la ligera lo que aprendemos de teología, no que lo menospreciemos sino que no lo consideramos en toda su magnitud. Me refiero especialmente a la teología propia, o sea la teología acerca de Dios mismo; quién es Dios y cómo es él. Aprendemos a ubicar muchos versículos que confirman cada cosa, nos familiarizamos con ellos, los usamos para defender nuestra fe y para extenderla y hallamos consuelo en sus verdades en más de una oportunidad. 
    Pero la realidad es que perdemos su esencia práctica y simple en la circunstancias de cada día. Casi que nos acostumbramos a aceptar los principios que escuchamos y que nos enseñan o leemos en la Escritura, y sin embargo una observación sencilla de nuestras historias diarias reflejará que en más de una ocasión no aprobamos el examen práctico de teología, y como a Felipe, se nos pregunta "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido...?" (Jn 14:9)
    Algo parecido a esto le ocurrió a Jacob ya que no hay duda alguna que él conocía muy bien acerca del Dios de sus padres, o por su abuelo Abraham, o directamente por su padre Isaac. Como Dios había guiado al abuelo a salir de Ur de los caldeos, apareciéndosele como el Dios de gloria (Hechos 7:2), o proveyendo milagrosamente un carnero para ser sacrificado en lugar de su padre (Gn. 22); o la manera en que Dios le concedió en el momento justo una esposa para su padre y que llegaría a ser su mamá. Todas estas y muchas otras cosas Jacob debió haber oído y conocido de manera que formaron en él una teología suficientemente profunda como para darle una fe que lo sostuviera. 
    Sin embargo, cuando le tocó estar en una situación de aprieto, no supo distinguir ni entender que lo que sabía de la omnipresencia de Dios era puramente teórico, no práctico; "Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía", fue su inmediata confesión y el temor se apoderó de él al instante. Este temor y esta comprensión del lugar donde estaba, el cual era santificado por la misma presencia de Dios, fue la primera experiencia profunda de Jacob y que marcaría el inicio de una escuela para su alma.
    Cuando aprendemos que "Jehová está en este lugar" vivificando en circunstancias no esperadas la verdad de que "yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo," (Mt. 28:20) y lo descubrimos por la manera en que preparó la conversación con el panadero, o cómo programó la pérdida del tren que te llevaría al trabajo; o la razón de por qué perdiste esos papeles que creías importantes, o como fue posible que tu esposa tuviera su consulta al médico cancelada para que puedas tomar el tiempo para decirle eso que hace rato debías decir; entonces, y sólo entonces nuestra teología deja de ser solamente teórica para transformarse en "puerta del cielo", o la oportunidad para ver a Dios obrando de formas sorprendentes. ¿Quién sabe cuánto de lo que sabemos, conocemos realmente? ¿No crees que Jacob aprendió algo inolvidable? ¿No crees que Felipe bajó su mirada con vergüenza por no haber sido más cuidadoso en observar a su Maestro? Ya lo creo que sí. Necesitamos ver la puerta del cielo en las circunstancias ordinarias de nuestras vidas; allí donde Dios sube y desciende para mostrarnos su gloria.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
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