"Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?" - Génesis 12:18
Quien ha leído Génesis desde el inicio entiende que la mentira de Abram a Faraón se encuentre en las páginas de la Escritura, pues ya ha sabido tal como lo declaró Dios que "el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud" (8:21). No es la presencia de la mentira lo que llama la atención sino el hecho de que haya sido dicha de manera elaborada por alguien que fue beneficiado con la gracia de Dios siendo llamado de entre gente pagana e impía para ser una gran nación. Abram es, a esta altura de la revelación sagrada, el personaje principal en la historia; en quien se centran las esperanzas de la futura venida del Mesías. Dos mil años abarcan los capítulos 1 al 11 de Génesis y sólo la vida de Abram, con ciento setenta y cinco años, ocupa los próximos 12, mostrando así la relevancia de su persona en el plan divino.
Sin embargo, la Biblia no oculta las faltas de los hombres piadosos sino que las da a conocer, porque todas ellas tienen un alto valor educativo para el alma. Abram recibió del monarca egipcio una reconvención que trasciende la historia de ambos personajes. Porque Abram, el "amigo de Dios" (Stgo. 2:23) es un tropiezo para el idólatra Faraón. Ya lo diría Salomón siglos después: "Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío." (Pr.25:26).
A menudo esta es la pregunta que recibe el creyente de parte del mundo condenado. Es la pregunta que revela que aunque el alma no regenerada está en enemistad con Dios, igualmente se desconcierta cuando no huele el perfume de la santidad que sabe bien, debe emanar de la vida de los hijos de Sión en contraste con el olor de muerte de la condenación de su alma.
Y el desconcierto se transforma en ofuscación y aumento de rechazo al evangelio de Cristo y cualquier verdad que provenga de la Biblia, no ya solamente por la propia naturaleza caída sino ahora también por el mal ejemplo que promueve sorpresivamente el cristiano. "Profesas conocer a Dios, pero con tus hechos lo niegas" (Tito 1:16) - oye hablar a su conciencia el hijo de Dios. "Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?" - dirá Pablo a los Romanos en 2:23 - como también podría decir "Tu que lees la Biblia ¿no la vives?; tú que hablas de santidad ¿continuas permitiendo ese tipo de programación en el televisor de tu casa?; tú que dices que eres honesto; ¿continuas llegando tarde a tu trabajo y dando un pésimo ejemplo a tus jefes?; tú que hablas del piadoso joven Daniel; ¿continuas copiándote en los exámenes del colegio? Así se dirá también de cada uno: "el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros" (2:24).
Te ruego no des pie a esta clase de cuestionamiento, porque cuando ocurre significa que Dios está siendo deshonrado y un alma está más cerca de la condenación que antes. Vive lo que crees y vela porque tu vida sea un peldaño más que conduce a la cruz de Cristo y no un tropiezo que lanza a las almas a la perdición eterna.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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