"Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve." Éxodo 4:6
Moisés estaba aún digiriendo las palabras de Dios en 3:10, "Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón..." Probablemente este mandato hizo que Moisés oyera de manera condicionada el resto de lo que Jehová le estaba indicando hacer, aunque no negó rotundamente las chances de ir, "Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." (3:13). Mientras Dios extendía las instrucciones sobre lo que Moisés debía decir y hacer, su corazón comenzó a relacionar cada vez más el tipo mandato imperativo con las condiciones que él mismo tenía para poder cumplirlo. No era necesariamente que él creyera que no tenía ningún tipo de posibilidades sino que no pensaba que reunía todas las condiciones. Pero quizá lo que Moisés no captaba plenamente es que NADIE cumplía ni cumple naturalmente las condiciones para servir a Dios; pero el asunto es que Dios mismo puede capacitar.
Acto seguido, Jehová muestra a Moisés dos señales. Si bien éstas tenían como propósito manifestar el poder absoluto de Dios y garantizar la efectividad y credibilidad de su siervo ante la nación de Israel, no obstante también comunicaban principios espirituales a Moisés. Y así fue que cuando metió su mano en su seno, la sacó leprosa. "¡Pues mira Moisés lo que tienes en tu seno! ¿Acaso piensas que hay algo de ti que puede capacitarte para esta labor y que por eso te he escogido? No te confundas. Te llamo porque yo te capacito y yo te envío con mis recursos que son infinitos e irremplazables."
Muchos de nosotros escondemos una falsa humildad cuando decimos que no podemos servir de ciertas formas puesto que en verdad tantas veces pensamos que no hay nadie mejor que nosotros para eso. Hasta que el Señor nos muestra lo que hay en nuestro seno: Lepra que sólo puede ser quitada por su gracia para que entonces podamos servir como corresponde con sus recursos y no con nuestras aparentes excelentes capacidades. "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre." (Mr. 7:21-23). Fuera del poder de Dios, su gracia y su excelencia obrando en nuestros corazones, lo único que surgirá es lepra que nos deje exentos de cualquier posibilidad de servicio al Señor. "Separados de mí nada podéis hacer" le dijo el Señor a sus discípulos; "No yo, sino la gracia de Dios conmigo", aclaró Pablo a los Corintios.
Cuando aprendamos lo que hay en nosotros aparte de la gracia de Dios y entendamos nuestra absoluta incapacidad sin su sello y sin la impresión del Espíritu Santo, entonces será cuando podamos meter la mano en el seno y sacarla sin lepra pero con la restauración divina y capacitada para hacer lo que sea, puesto que será él "haciendo en (nosotros) lo que es agradable delante de él por Jesucristo" (He. 13:21).
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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