sábado, 31 de enero de 2015

NO TE OLVIDES LO QUE TIENES DENTRO


"Le dijo además Jehová: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve." Éxodo 4:6

    Moisés estaba aún digiriendo las palabras de Dios en 3:10, "Ven, por tanto, ahora, y te enviaré a Faraón..." Probablemente este mandato hizo que Moisés oyera de manera condicionada el resto de lo que Jehová le estaba indicando hacer, aunque no negó rotundamente las chances de ir, "Dijo Moisés a Dios: He aquí que llego yo a los hijos de Israel, y les digo: El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros." (3:13). Mientras Dios extendía las instrucciones sobre lo que Moisés debía decir y hacer, su corazón comenzó a relacionar cada vez más el tipo mandato imperativo con las condiciones que él mismo tenía para poder cumplirlo. No era necesariamente que él creyera que no tenía ningún tipo de posibilidades sino que no pensaba que reunía todas las condiciones. Pero quizá lo que Moisés no captaba plenamente es que NADIE cumplía ni cumple naturalmente las condiciones para servir a Dios; pero el asunto es que Dios mismo puede capacitar.
    Acto seguido, Jehová muestra a Moisés dos señales. Si bien éstas tenían como propósito manifestar el poder absoluto de Dios y garantizar la efectividad y credibilidad de su siervo ante la nación de Israel, no obstante también comunicaban principios espirituales a Moisés. Y así fue que cuando metió su mano en su seno, la sacó leprosa. "¡Pues mira Moisés lo que tienes en tu seno! ¿Acaso piensas que hay algo de ti que puede capacitarte para esta labor y que por eso te he escogido? No te confundas. Te llamo porque yo te capacito y yo te envío con mis recursos que son infinitos e irremplazables."
    Muchos de nosotros escondemos una falsa humildad cuando decimos que no podemos servir de ciertas formas puesto que en verdad tantas veces pensamos que no hay nadie mejor que nosotros para eso.  Hasta que el Señor nos muestra lo que hay en nuestro seno: Lepra que sólo puede ser quitada por su gracia para que entonces podamos servir como corresponde con sus recursos y no con nuestras aparentes excelentes capacidades. "Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la maledicencia, la soberbia, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre." (Mr. 7:21-23). Fuera del poder de Dios, su gracia y su excelencia obrando en nuestros corazones, lo único que surgirá es lepra que nos deje exentos de cualquier posibilidad de servicio al Señor. "Separados de mí nada podéis hacer" le dijo el Señor a sus discípulos; "No yo, sino la gracia de Dios conmigo", aclaró Pablo a los Corintios.
    Cuando aprendamos lo que hay en nosotros aparte de la gracia de Dios y entendamos nuestra absoluta incapacidad sin su sello y sin la impresión del Espíritu Santo, entonces será cuando podamos meter la mano en el seno y sacarla sin lepra pero con la restauración divina y capacitada para hacer lo que sea, puesto que será él "haciendo en (nosotros) lo que es agradable delante de él por Jesucristo" (He. 13:21).

¡Dios te bendiga!

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viernes, 30 de enero de 2015

BENDITA CURIOSIDAD


"Entonces Moisés dijo:Iré yo ahora y veré esta grande visión, por qué causa la zarza no se quema." - Éxodo 3:3

    Si conocemos la historia de Moisés, sabemos que viene de un trasfondo de destacada educación egipcia, que tuvo privilegios en el palacio de Faraón, que creía ser un libertador de su pueblo a través de su propia fuerza, que pensó que ocultaba bien sus violentas decisiones para lograr sus objetivos. También sabemos que tuvo que huir al desierto cuando todo salió a luz; él comenzó a aprender que no era la persona que pensaba que era. Todas estas cosas quizá lo hacen un ejemplo no recomendable al menos en esta etapa de su vida. Y ahora, en el desierto ocurre esta grande visión, según sus propias palabras, y es movido de profunda curiosidad; curiosidad que fue el móvil inicial para oír la voz de Dios que cambiaría para siempre su vida y le enseñaría a ser sostenido como viendo al Invisible, pues así lo dice el libro de Hebreos "porque se sostuvo como viendo al Invisible." (11:27).
    Entonces, su curiosidad es destacable y encomendable. Porque era preparada por Dios quien ya estaba revelándose en su gracia a través de esta "grande visión" aunque Moisés mismo no supiera de qué se trataba. Muy a menudo perdemos la oportunidad de conocer las profundidades de la grandeza de Dios por la falta de un noble y decisivo espíritu inquisidor de nuestra parte. Somos negligentes en indagar las razones del por qué de nuestras pruebas, o del por qué de ese mensaje del pastor el último domingo y que produjo incomodidad o bien un llamado de atención. No ponemos diligencia en saber la razón por la que Dios nos ha enseñado algo nunca visto antes. Y no prestamos la debida atención cuando Dios nos ha mostrado el mismo versículo de la Escritura varias veces en el mismo mes.
Son los medios y no el fin en sí mismo pero con toda seguridad ordenados por Dios para que reaccionemos así, "iré yo ahora y veré", mostrando absoluta diligencia; y "por qué causa la zarza no se quema", mostrando resolución para inquirir.
    No debes pasar por alto estos detalles sorpresivos en el desierto de tus circunstancias, pues sin duda Dios está preparándote para que quites el calzado de tus pies y veas el lugar santo que está ordenado para tu vida y tu futuro. Hasta que no cubras tu rostro por causa de tu indignidad frente a la santidad de Dios como le ocurrió a Moisés, no dejes de inquirir e indagar y buscar. Presta atención y usa un poco más de curiosidad para con los asuntos divinos. Una curiosidad que terminará siendo una grande bendición para ti.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 29 de enero de 2015

SOSPECHAS INFUNDADAS


"Y José lloró mientras hablaban." - Génesis 50:17

    Con toda seguridad no era la primera vez que José lloraba. Sólo hace falta un rápido repaso de toda su vida desde su juventud para darnos cuenta que las palabras de David en Salmo 42:3 son la mejor descripción para los primeros años de la vida de José en Egipto: "Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche, mientras me dicen todos los días:¿Dónde está tu Dios?"
    Pero en esta ocasión sus lágrimas eran diferentes, eran lágrimas por causa de sospechas sin fundamento. Los hermanos de José inventaron una petición de Jacob antes de morir para que José perdonara a sus hermanos por todo el daño que le habían ocasionado cuando sólo tenía diecisiete años. Inventaron esto porque creían que José tomaría represalias contra ellos. Pero no había razón para ello, puesto que él ya les había dicho de manera clara y específica: "no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros." (45:5). En pocas palabras, a pesar del perdón claro y definitivo de José para con ellos, igualmente se sentían condenados y estaban con gran temor, y esto hizo llorar a José.
    ¡Oh, qué gran lección tenemos aquí! ¡Cuántos de los que han sido lavados por la sangre de Cristo y colocados en su cuerpo aún siguen viviendo como sí el ceño fruncido de Dios estuviera sobre sus almas! Con cuánta seguridad y gozo deberían recordar la promesa: "Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús," (Ro.8:1) y también las palabras de Dios a través del profeta Isaías: "No hay enojo en mí." (27:4).
    ¿Por qué procuras una atmósfera espiritual para tu alma que jamás podrá superar a aquella que el Calvario logró definitivamente para ti? Deja de hacer vana la gracia de Dios con sospechas infundadas sobre un eventual enojo o amenaza de Dios para tu alma. No hagas llorar al Salvador.


¡Dios te bendiga!

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miércoles, 28 de enero de 2015

MI LÁPIDA NO LA QUIERO AQUÍ


"Te ruego que no me entierres en Egipto." Génesis 47:29

    Las notables palabras del texto de hoy fueron dichas por Jacob a su hijo José, gobernador de Egipto, antes de morir. Le llamó estando en su lecho de muerte y allí le expresó esta, su voluntad final: "No quiero ser enterrado en esta tierra." En su sepultura Jacob no deseaba ser identificado con Egipto; pero ¿acaso no era esta la tierra que le dio de comer a él y a toda su familia hasta el final de sus días? ¿No era acaso el país donde su hijo a quien creía muerto había fructificado y llegado a ser igual que Faraón, excepto su trono? Todo eso era verdad pero no representaba valor alguno para él quien había visto y luchado con Dios cara a cara. Jacob quería volver a Canaán aunque fuera muerto porque Canaán representaba la promesa de Dios para él y para sus padres y toda su descendencia. Esto era lo que verdaderamente explicaba la vida espiritual de Israel, príncipe de Dios.
    Quienes han vivido cerca de Dios y aún así lo siguen haciendo a diario no tienen ningún tipo de interés en dejar una marca en este mundo que los haga similares a ellos o los catalogue como a todos los demás. "Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo." (Gál. 6:14); son las palabras del apóstol Pablo y bien le hubieran venido a Jacob en esta hora aunque no hay duda que sus palabras contienen el mismo espíritu paulino. ¡Cuán pocos sienten que no pertenecen a Egipto sino que son herederos de "cosas mejores y que pertenecen a la salvación!" (He. 6:9)
    Pero no solamente Jacob lo dijo por sí mismo sino para que José, el gran benefactor y figura de Egipto recordara que él tampoco pertenecía a este lugar aunque hubiera tenido tanto por lo cual buscar justificarse. José tampoco debía anhelar ese lugar como sepultura final. Aprendió la lección pues al final de su vida pidió que cuando Dios visitara su pueblo sus huesos también fueran llevados de allí (50:25).
Dejamos ejemplo con nuestras pisadas de fe para que otros también gusten de la buena promesa de Dios en Cristo y todas las abundantes riquezas de su gracia. Escoge bien dónde dejarás tu lápida.

¡Dios te bendiga!

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martes, 27 de enero de 2015

CAMINANDO EN PAZ

"Y despidió a sus hermanos, y ellos se fueron. Y él les dijo: No riñáis por el camino." - Génesis 45:24

    Una de las lecciones más hermosas que aprenden los lectores de la Biblia cuando han nacido de nuevo y comienzan a disfrutarla y comprenderla es el descubrimiento de la riqueza de figuras que contiene el Antiguo Testamento y que hallan su contraparte de realidad en el Nuevo Testamento. Es como alguien lo dijo, el Antiguo Testamento es el Nuevo encubierto y el Nuevo Testamento es el Antiguo revelado. Pocos personajes en la Biblia contienen tanta riqueza en figuras como José. Toda su vida es una sombra del Señor Jesucristo en muchísimos detalles; baste sólo ver que fue rechazado por sus hermanos y menospreciado al igual que Jesús fue por los de su propia nación. Su llegada al trono y la posterior aparición de sus hermanos también nos recuerda lo que será cuando Cristo regrese y la nación de Israel le reconozca como el Mesías a quien rechazaron. 
    En esta serie de eventos en la historia del Génesis, también hallamos en el pasaje que hoy consideramos, una reprimenda de José a sus hermanos mientras estaban en el camino. Los hermanos de José y todo su peregrinaje a través de Egipto debían evitar disputas y riñas. José los había visto discutir ya en todo el proceso de reconocimiento de ellos (Gn. 42:22) y por ende, tenía razón en advertirles acerca de esto. Las riñas sólo lograrían opacar la bendición que les esperaba a todos ellos. No había razones para reñir; ya todo estaba solucionado y el pasado iba quedando en el olvido. José mismo les dijo "no os entristezcáis, ni os pese el haberme vendido acá; porque para preservación de vida me envió Dios delante de vosotros." (Gn. 45:5).  Para nosotros, pasada la tristeza de haber herido a nuestro Salvador, es también una verdad que él fue "entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios," (Hechos 2:23). Ahora no hay razón para reñir por el camino.
    Diversos mandatos del Nuevo Testamento conservan el mismo espíritu de José y sus palabras para con nosotros los que formamos parte de la iglesia. "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros." (Ro. 12:10); "Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano." (Ro. 14:13); "Por tanto, recibíos los unos a los otros, como también Cristo nos recibió, para gloria de Dios." (Ro. 15:7); "servíos por amor los unos a los otros." (Gál. 5:13); "con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor," (Ef. 4:2); "No mintáis los unos a los otros," (Col. 3:9); "alentaos los unos a los otros" (1 Tes. 4:18); "exhortaos los unos a los otros cada día," (He. 3:13); "no murmuréis los unos de los otros." (Stgo. 4:11); "Hospedaos los unos a los otros sin murmuraciones." (1 Pe. 4:9).
    También nosotros estamos "en el camino" de esta tierra de Egipto a la que no pertenecemos ya. Tantos nos observan y la única manera en que sepan que somos discípulos de Cristo es si tenemos amor los unos por los otros. ¿Tienes tú riñas con tus hermanos en la fe en el camino hacia la gloria celestial? ¿Tienes recelos y amarguras, enojos y asuntos no solucionados? Es tiempo de solucionar todo. Quizá hoy.

¡Dios te bendiga!

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lunes, 26 de enero de 2015

PARTIDA DE NACIMIENTO

"Y llamó José el nombre del primogénito, Manasés; porque dijo: Dios me hizo olvidar todo mi trabajo, y toda la casa de mi padre. Y llamó el nombre del segundo, Efraín; porque dijo: Dios me hizo fructificar en la tierra de mi aflicción." - Génesis 41:51-52

    He aquí el testimonio del varón que aprendió a vivir en dependencia de Dios, no sin angustias y tristezas, pero manteniendo siempre en alto el nivel de su relación con Dios. José, cuando llegó al trono por la Providencia divina, también obtuvo una esposa y eventualmente dos hijos. Los nombres que puso a sus hijos son la confirmación de que en su corazón reconocía a Dios en todo cuanto le había ocurrido. Porque el nombramiento de ambos reflejó clara e inequívocamente lo que José creyó siempre: que el cielo jamás le abandonó y que todas sus penurias y también sus honores habían sido ordenados de antemano por el brazo divino.
    Cuando nació Manasés ("olvidar"), su confesión pública fue que Dios había sustentado toda la tristeza vivida en el momento de violento desarraigo de la casa de su padre a manos de sus hermanos envidiosos. Había sufrido, pero ya no lo recordaba más. Sus hermanos mismos confesaron más adelante: "vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no lo escuchamos..."(42:21). Sin embargo, ahora confesaba que Dios "le hizo olvidar todo." Luego, al nacer su segundo hijo Efraín ("fructificar"), volvió a confesar que fue el mismo Dios quien nuevamente preparó toda su bienaventuranza en el lugar mismo de la aflicción. José aprendió a dar fruto en la aflicción, no fuera de ella.
    Lo destacable de esto es que José, quien olvidó toda la tristeza de su pasado, no se olvidó de Dios en la bienaventuranza presente. Los hombres y mujeres sin Cristo de nuestra sociedad egoísta y materialista son los mismos que confiesan a menudo que la mayoría se acuerda de Dios cuando las cosas van mal, pero se olvidan de él cuando todo va viento en popa. No es así en los nacidos de nuevo, pues sus aflicciones lo único que hacen es promocionar su fructificación, pero cuando el egoísmo y el ojo terrenal manchan al hijo de Dios, entonces se vuelven muchas veces como Israel, "Pero engordó Jesurún, y tiró coces (Engordaste, te cubriste de grasa); entonces abandonó al Dios que lo hizo, Y menospreció la Roca de su salvación." (Deut. 32:15)
    Ten mucho cuidado. Cuando estés en aflicción y tristeza, reconoce la mano de Dios mezclando los ingredientes para tu bendición futura. Y cuando estés disfrutando de ella, admite que fue cultivada en la amargura por el mismo Dios que la sembró.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 25 de enero de 2015

DEPENDE CÓMO LO VEAS

"¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?" - Génesis 39:9

    Nadie que lea con atención la vida de José y con la devoción adecuada podrá pasar por alto jamás el razonamiento piadoso que tuvo aún en su juventud y cómo este manifestó de lleno, en pocas palabras y de manera decisiva la convicción que tenía acerca del pecado y sus consecuencias. Libros y libros podrían escribirse acerca de las implicaciones que esta pregunta tiene para la vida de cualquier hijo de Dios, pero también para el mundo entero. Haremos bien en recordar en el día de hoy algunas de ellas.
    En primer lugar, la pregunta de José indica que el pecado es un elección personal, no un error, equivocación, desliz o descuido espiritual, "¿Cómo, pues, haría YO..." Siempre fue así y siempre  lo será desde aquella ocasión en el Edén cuando Adán y Eva decidieron personalmente dar la espalda a Dios. El Altísimo estaba al tanto de las circunstancias de José, pero era él quien honraba o no a Dios en esas circunstancias. Nadie es culpable de tu pecado, solamente tú; y por esta razón se dará cuenta individualmente ante el Juez justo.    
    En segundo lugar, la pregunta define al pecado como un "grande mal"; no interesa toda la argumentación que el corazón del hombre pueda hacer hacer sobre los supuestos placeres que el pecado otorga, sobre imaginadas libertades que concede, y cualquier otro tipo de idea; el pecado siempre fue y será un grande mal que jamás otorga lo que promete y siempre paga de manera opuesta y amarga. El pecado está definido en la Escritura como rebelión contra Dios. He aquí donde radica su maldad.
    En tercer lugar, nos enseña que la magnitud de la maldad se mide con relación a contra quién es cometida. Lo dijo Elí a sus hijos "Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él?" (1 Samuel 2:25). José tenía pleno entendimiento acerca de esto. No era contra Potifar que estaría pecando; no era el hombre, sino Dios mismo. Esto es el mejor salvaguarda para cualquier piadoso. Cuando David hubo consumado su pecado en una situación similar a la de José, dijo: "Contra ti, contra ti solo he pecado, Y he hecho lo malo delante de tus ojos;" (Sal. 51:4). José meditaba muy bien en esto, la historia nos dice que su amo veía que "Jehová estaba con José" y esto habla de compañía. José vivía acompañado de Dios y el ojo divino era su único y verdadero juez, porque era en primer lugar su deleite aún en la esclavitud. Fue John Piper que dijo: "Pecado es todo aquello que hacemos cuando nuestro corazón no está satisfecho con Dios"
    Cuando esto no es así, entonces dejamos de ver al pecado como es, porque simplemente hemos dejado de ver a Dios como es. Recuperando una visión bíblica de Dios, obtendremos una visión bíblica del pecado y de nosotros mismos. 

¡Dios te bendiga!

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sábado, 24 de enero de 2015

¿QUÉ IMAGEN ESTÁS REFLEJANDO?


"Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto." - Génesis 37:11

    Me gusta ir al gimnasio; generalmente es bueno para el cuerpo cualquier deporte. En un gimnasio aparte de las pesas y aparatos también hay espejos. Estos cumplen básicamente una doble función, por un lado aportan para que los ejercicios se realicen correctamente, y por el otro para monitorear el avance obtenido en el cuerpo. Pero también los espejos multiplican la observación de terceros lo que inevitablemente conduce a una comparación y por ende a tener, o bien una aceptación del logro o una frustración. Como quiera que sea, el reflejo de otros prueba lo que somos.
    Cuando por la providencia y soberanía divina José comenzó a tener sueños proféticos, los oyentes reaccionaron conforme a lo que había en sus corazones. Sus hermanos le tuvieron envidia, no soportaban que el preferido de su padre fuera también el que según él mismo estaría por encima de ellos en alguna manera aún no especificada. Pero Jacob meditaba en su corazón acerca de lo que podría significar toda esta revelación de su hijo.
    Los hermanos de José y Jacob su padre mostraron reacciones diferentes que permiten una lectura objetiva de sus corazones. Ellos tenían envidia por la sin lugar a dudas percepción espiritual de José; manifestaban lo único que tenían, el fruto de la carne, "Y manifiestas son las obras de la carne... envidias, homicidios,..." - (Gál. 5:19, 21). Note el lector que el Espíritu Santo relaciona directamente la envidia con el homicidio, y esto es justamente lo que procuraban ellos hacer con José. No es sorpresa que muchos hijos de Dios que no pueden ser victoriosos sobre la envidia con relación al crecimiento espiritual de sus hermanos, reaccionan como estos hombres y "no pueden hablarles pacíficamente" (37:4), muestran corazones corruptos.
    Pero Jacob su padre era diferente; él, como María cuando Jesús fue hallado en el templo a los doce años "guardaba estas cosas en su corazón", ambos, Jacob y María tuvieron un encuentro celestial que cambió sus vidas para siempre, incluyendo la manera en que reaccionaban a las nuevas circunstancias. Jacob aprendió a meditar y a sacar provecho de la condición de su hijo, un día esto le daría sus dividendos. Qué gran dicha es ver los creyentes que tienen este tipo de actitud espiritual. ¿Cómo está tu corazón? ¿Qué es lo que observas en el reflejo de otros? 

¡Dios te bendiga!

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viernes, 23 de enero de 2015

EL MEJOR SOUVENIR

"Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma. Y cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera." - Génesis 32:30-31

    El diccionario define "souvenir" como voz francesa que significa "Objeto que sirve como recuerdo de la visita a algún lugar determinado." Jacob no se llevó un objeto del lugar, pero sí una marca que lo acompañó con toda probabilidad el resto de su vida. Hace unos años oí una predicación sobre toda esta sección de la vida de Jacob, del pastor Jon Courson, de Calvary Chapel llamada "Limping through life" (Cojeando/rengueando por la vida); era la experiencia de su vida y de cómo determinadas situaciones marcaron para siempre su persona y visión de su existencia. Sumamente inspirador, bíblico y práctico.
    La Escritura nos muestra cómo Jacob nunca más fue la misma persona desde este momento en que luchó con Dios, su experiencia fue tan profunda que no dudó en darle nombre propio al lugar donde había acontecido de modo que reflejara perfectamente la historia de su vida en aquella oportunidad: "Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma." Jacob ya tenía una relación con Dios; pero fue en este momento específico que él dijo que su alma fue librada. Esta es la PRIMERA LECCIÓN de este evento. Cuando ocurre un genuino encuentro del alma con el Dios omnisciente, cuando llegamos exhaustos al final de nuestros esfuerzos y opiniones, cuando cedemos finalmente a la fuerza mayor del Espíritu Santo usando su Palabra vez tras vez para tratar nuestros pecados y soberbias, entonces se produce el milagro bendito de la liberación del alma. ¡Cuántos hijos de Dios viven como Jacob y nunca admiten que necesitan una liberación de sus almas de todo lo que han venido arrastrando en sus conciencias por falta de una genuina, fresca y vital comunión con Dios. Viven en amargura, derrota y programando esfuerzos diarios para agradar a Dios. Todo es inútil hasta que Dios es el vencedor y el alma es librada para siempre.
    Pero la SEGUNDA LECCIÓN no es menos importante que la primera, puesto que nos dice que "cuando había pasado Peniel, le salió el sol; y cojeaba de su cadera." Pasó la noche luchando y finalmente le salió el sol; la batalla terminó para Jacob pero cojeaba de su cadera, la marca que lo identificaría de allí en mas. Cuando vieran a Jacob caminar, lo verían cojeando y cualquiera que le preguntara obtendría la misma respuesta de él: "Es el la consecuencia de la liberación de mi alma, vivo con ello, pero valió la pena y no lo puedo ocultar." Es el aguijón en la carne que permite a la gracia de Dios ser la suficiencia para el hijo de Dios;  pero es la marca que lo identifica de allí en más. Algo pasó que dejó de ser un gritón, dejó de buscar siempre el primer y mejor lugar en la mesa; ya no es el mismo que se comía toda la ensalada y no dejaba para nadie. Es el hijo que ahora ordena su cuarto; es el hombre que ya no llega más tarde a los cultos; la mujer que no ocupa su tiempo en los programas de chisme de la televisión. Ahora llama a sus padres por teléfono; paga sus cuentas, devuelve lo que debe, dejó de ser avaro. Cojea siempre pero es feliz porque su alma ha sido librada. Y crece. 
    Cuando le preguntan qué le ha ocurrido contesta: "Anoche me encontré con Dios y ya no voy a caminar de la misma manera."

¡Dios te bendiga!

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jueves, 22 de enero de 2015

¿GOOGLE EARTH? NO, ALGO MEJOR

"...y Mizpa, por cuanto dijo: Atalaye Jehová entre tú y yo, cuando nos apartemos el uno del otro." - Génesis 31:49


    En la era de la tecnología, de celulares inteligentes, satélites, Google Earth, microchips, localizadores, internet, bases de datos electrónicas mundiales y aún el mismo Facebook, todos los cuales hacen que sea cada vez más sencillo y veloz hallar personas o conocer la condición en que se encuentran; todavía es y será absolutamente imposible crear o encontrar algún dispositivo o medio que permita saber con exactitud cómo están nuestros corazones. El corazón del hombre no fue hecho para ser conocido con exactitud por el hombre, sino por Dios mismo su Creador, porque "el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." (1 Sam. 16:7); "Jehová está en su santo templo; Jehová tiene en el cielo su trono; sus ojos ven, sus párpados examinan a los hijos de los hombres." (Sal. 11:4).
    Para muchas personas este pensamiento puede ser aterrador porque la voz de la conciencia les asalta continuamente al recordarles que "...no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta." (He. 4:13). Darán cuenta ante Dios por todos sus actos, palabras y pensamientos.
    Sin embargo, para quienes conocen a Cristo, el pensamiento de un Dios y Padre que todo lo ve, debería ser más que un consuelo, debería ser un asunto de gratitud diaria; no solamente por el cuidado que esto implica sino también por el sentido de protección que comunica. Naturalmente venimos a este mundo procurando cuidarnos de lo que otros puedan pensar de nosotros y por ello nos conducimos frente a los demás con una prudencia natural que evita que cometamos torpezas por las cuales seamos juzgados o avergonzados. Pero la situación cambia cuando estamos solos. Cuando no nos hallamos frente a los hermanos de la congregación o miembros de la familia de Dios. Entonces, es aquí donde el pasaje de hoy nos ayuda a reflexionar y prepara para nosotros una dosis abundante de cuidado... "Atalaye Jehová entre tú y yo, cuando nos apartemos el uno del otro"; el atalaya miraba desde una torre en lo alto que le permitía una visión amplia de todo lo que le rodeaba. No existe alguien tan alto como Dios para observar nuestros corazones en la soledad, cuando ya nos apartamos de la presencia del prójimo. 
    Esto debe transformarse en una oración cada vez que nos despedimos de los hermanos de la iglesia en el día del Señor para emprender las labores de la semana, separados el uno del otro. Hallaremos consuelo permanente al recordar que Dios está observando desde lo alto nuestras vidas. ¡Qué hermoso saber que es el mismo que puede "guardarnos sin caída" (Jd. 24)!
    Tú y yo necesitamos un "Mizpa" cada semana; uno que podamos compartir con nuestros hermanos en la fe "cuando nos apartemos el uno del otro." 

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 21 de enero de 2015

IGNORANCIA INSTRUCTIVA

"Y despertó Jacob de su sueño, y dijo: Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía. Y tuvo miedo, y dijo: ¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo." - Génesis 28:1-17

    Tenemos la tendencia a tomar muy a la ligera lo que aprendemos de teología, no que lo menospreciemos sino que no lo consideramos en toda su magnitud. Me refiero especialmente a la teología propia, o sea la teología acerca de Dios mismo; quién es Dios y cómo es él. Aprendemos a ubicar muchos versículos que confirman cada cosa, nos familiarizamos con ellos, los usamos para defender nuestra fe y para extenderla y hallamos consuelo en sus verdades en más de una oportunidad. 
    Pero la realidad es que perdemos su esencia práctica y simple en la circunstancias de cada día. Casi que nos acostumbramos a aceptar los principios que escuchamos y que nos enseñan o leemos en la Escritura, y sin embargo una observación sencilla de nuestras historias diarias reflejará que en más de una ocasión no aprobamos el examen práctico de teología, y como a Felipe, se nos pregunta "¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido...?" (Jn 14:9)
    Algo parecido a esto le ocurrió a Jacob ya que no hay duda alguna que él conocía muy bien acerca del Dios de sus padres, o por su abuelo Abraham, o directamente por su padre Isaac. Como Dios había guiado al abuelo a salir de Ur de los caldeos, apareciéndosele como el Dios de gloria (Hechos 7:2), o proveyendo milagrosamente un carnero para ser sacrificado en lugar de su padre (Gn. 22); o la manera en que Dios le concedió en el momento justo una esposa para su padre y que llegaría a ser su mamá. Todas estas y muchas otras cosas Jacob debió haber oído y conocido de manera que formaron en él una teología suficientemente profunda como para darle una fe que lo sostuviera. 
    Sin embargo, cuando le tocó estar en una situación de aprieto, no supo distinguir ni entender que lo que sabía de la omnipresencia de Dios era puramente teórico, no práctico; "Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía", fue su inmediata confesión y el temor se apoderó de él al instante. Este temor y esta comprensión del lugar donde estaba, el cual era santificado por la misma presencia de Dios, fue la primera experiencia profunda de Jacob y que marcaría el inicio de una escuela para su alma.
    Cuando aprendemos que "Jehová está en este lugar" vivificando en circunstancias no esperadas la verdad de que "yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo," (Mt. 28:20) y lo descubrimos por la manera en que preparó la conversación con el panadero, o cómo programó la pérdida del tren que te llevaría al trabajo; o la razón de por qué perdiste esos papeles que creías importantes, o como fue posible que tu esposa tuviera su consulta al médico cancelada para que puedas tomar el tiempo para decirle eso que hace rato debías decir; entonces, y sólo entonces nuestra teología deja de ser solamente teórica para transformarse en "puerta del cielo", o la oportunidad para ver a Dios obrando de formas sorprendentes. ¿Quién sabe cuánto de lo que sabemos, conocemos realmente? ¿No crees que Jacob aprendió algo inolvidable? ¿No crees que Felipe bajó su mirada con vergüenza por no haber sido más cuidadoso en observar a su Maestro? Ya lo creo que sí. Necesitamos ver la puerta del cielo en las circunstancias ordinarias de nuestras vidas; allí donde Dios sube y desciende para mostrarnos su gloria.

¡Dios te bendiga!

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martes, 20 de enero de 2015

DOLOR EN EL HOGAR

"Y cuando Esaú era de cuarenta años, tomó por mujer a Judit hija de Beeri heteo, y a Basemat hija de Elón heteo; y fueron amargura de espíritu para Isaac y para Rebeca." - Génesis 26:34-35

    Al igual que su padre Isaac, también Esaú llegó a la vida matrimonial a los cuarenta años; sin embargo, con una filosofía completamente diferente. No fue una esposa, sino dos. Y no fueron escogidas de dentro de la piedad familiar como lo fue Rebeca, sino fuera de ella, de entre las hijas de los príncipes cananeos impíos que se hallaban bajo la maldición divina. Pero este no fue un hecho fortuito sino uno de los tantos desenlaces de una progresión que comenzó en la juventud de Esaú cuando éste manifestó su corazón profano al desechar la primogenitura que incluía una doble porción de la herencia y el derecho de ser cabeza y sacerdote de su familia. 
    Isaac y Rebeca sufrieron en amargura de espíritu a causa de estas mujeres, fruto de la decisión premeditada de Esaú. ¿Cómo es posible? Isaac había sido hasta ese momento un impacto en otras personas, pero aparentemente no lo tuvo en su propio hijo mayor a quien la Escritura dice que amaba y de quien disfrutaba su arte culinario (25:28). En muchas oportunidades, lo que el diablo no puede lograr desde afuera para afectar una familia, lo hace desde adentro. No importa la sinceridad y devoción con que los padres hayan vivido y buscado al Señor y tenido un buen testimonio; a veces igualmente hay ignorancia de Dios en los propios hijos.
    No se puede ignorar semejante lección. La que indica que padres piadosos sufrirán muchas veces por la impiedad de hijos sin Cristo; "El hijo sabio alegra al padre, pero el hijo necio es tristeza de su madre" (Pr. 10:1). No hay discusión alguna en que es un asunto triste ya por el alma del hijo, ya por la amargura de espíritu de los padres. Pero es también un asunto que engrandece la gracia de Dios en la salvación o perdición de los hombres. En última instancia, no depende de los padres piadosos la salvación de sus hijos, ni la perdición de los mismos de la impiedad de los padres; porque los hijos de Dios "no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios" (Jn. 1:13).
    Quienes aman a Dios y sufren la ignorancia que sus hijos tienen de él, pueden hallar consuelo y aliento en esta historia de la Biblia, y aún continuar orando para que la promesa de la salvación se haga realidad en ellos y huyan para siempre la amargura y aflicción de espíritu. 

¡Dios te bendiga!

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lunes, 19 de enero de 2015

JUSTO ALLÍ

"Y venía Isaac del pozo del Viviente- que- me- ve; porque él habitaba en el Neguev. Y había salido Isaac a meditar al campo, a la hora de la tarde; y alzando sus ojos miró, y he aquí los camellos que venían." - Génesis 24:63-64

    Es sumamente inspirador aunque no del todo sorprendente, la manera en que la Escritura nos describe al Isaac ya en edad madura. Inspirador porque nos muestra a un hombre que hizo de la piedad su ejercicio vespertino y no tan sorprendente porque no esperaríamos otra cosa de alguien que en su adolescencia había aprendido la sujeción a Dios y a su padre (Gn. 22). 
    No hay razón para suponer que Isaac no tuviera a la meditación como una práctica habitual en su vida. No tenía la Biblia para meditar, pero tenía al Dios de la Biblia para contemplar. El escogió el lugar correcto en el tiempo adecuado para elevar sus pensamientos hacia lo eterno. Tomó su tiempo para apreciar a Dios en el pozo del Viviente-que-me-ve; un lugar particular, puesto que allí mismo años antes una mujer - Agar - no solamente aprendió que "Dios ve" sino también que "Dios oye" cuando Jehová puso el nombre a su hijo (Ismael) (Gn. 16:11).  Ahora, Isaac sacó oportuno provecho para su alma de esta verdad ilustrada en la geografía del Neguev, meditaba en el Dios que lo veía. 
    Isaac no ignoraba sus circunstancias presentes; dos cosas eran el asunto de su corazón; por un lado hallar en Dios el consuelo por la pérdida de su madre Sara, y por el otro descansar en Dios por el futuro de su esposa que pronto llegaría a su vida. Dios era su fortaleza para sobrellevar el pasado y Dios era su esperanza para enfrentar el futuro. Mientras tanto, en el presente, su responsabilidad era mantener un contacto fresco y renovado en el Altísimo. Su decisión fue la más acertada ya que cuidando la comunión con Dios y disfrutando de su grandeza, se halló en el lugar correcto en el tiempo correcto para recibir la esposa y el consuelo perfecto, todo en un mismo paquete. No estaba cuestionando a Dios por haber llevado a su madre, ni estaba presionando a Dios por una esposa. Ya lo diría el salmista "Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón" (Sal. 37:4).
    Aprendamos la lección de la devoción de Isaac. Nuestra prioridad presente es deleitarnos en el Dios que nos observa, meditar en sus atributos y disfrutar de su grandeza. Eso garantizará que siempre estemos en el lugar correcto para todo lo que El haya preparado para sus hijos en su providencia. Consolará nuestro pasado y proveerá para nuestro futuro. Hacen falta más piadosos que se paren a diario en el pozo del Viviente-que-me-ve, ése es el lugar correcto para el alma regenerada.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 18 de enero de 2015

REINCIDENCIA

"Y dijo Abraham de Sara su mujer: Es mi hermana. Y Abimelec rey de Gerar envió y tomó a Sara." - Génesis 20:2

    Veinticinco años pasaron desde la última vez que Abraham dijo la misma mentira. Dadas la características de las eventuales consecuencias en aquella oportunidad en tierra de Egipto, uno pensaría que nunca volvería a ocurrir un hecho similar. Especialmente porque ahora Abraham ya tenía la promesa del nacimiento de un hijo propio aún y a pesar de la avanzada edad de él y su esposa Sara.   Pero ocurrió. La escritura no pasa por alto esta falta en el varón de fe.
    Como básicamente dice John Phillips, ni siquiera la liberación de Dios en el pasado pudo evitar que Abraham recayera en lo mismo, pero aún peor, puesto que ya tenía conocimiento pleno del hecho. El pecado de Lot en el capítulo anterior no es menos deplorable que éste cometido ahora por su tío. Reincidió.
    No debemos ser jueces tan severos con Abraham; cometió este pecado dos veces en un cuarto de siglo, pero la proximidad de ambas historias en el relato bíblico pareciera hacerlos muy cercanos. No hemos de justificarlo por cierto, pero podemos casi oír al Espíritu de Dios decir a nuestros corazones: "¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?" (Mt. 7:3)
    Es tristemente cierto que somos reincidentes en muchas transgresiones; y más triste aún es que la repetición no ocurre cada veinticinco años, sino cada almuerzo en ese maltrato al prójimo en la mesa familiar quizá; el silencio semanal entre esposo y esposa en la habitación; o nuevamente el chisme y la murmuración sobre al pastor o algún hermano o hermana de la congregación; el vocabulario vulgar otra vez presente en el trabajo; el juego sucio en el deporte; la pasividad sobre aspectos impuros como lo son algunos programas de TV o el internet.
    No nos demoremos en confesar los pecados cometidos y los pecados cometidos más de una vez. Se necesita la gracia de Dios para cada día. Alguien ha dicho: "Pecado repetido, mal arrepentido", pero esto no tiene base bíblica. No creo que Abraham no se hubiera arrepentido cuando salió de Egipto. El enemigo de nuestras almas quiere que pensemos así, pero la Escritura dice que la fidelidad de Dios y su justicia se hacen evidentes al perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad siempre que haya confesión (1 Jn. 1:9). Simplemente, admite que eres reincidente, confiesa y por la gracia de Dios espera que no vuelva a ocurrir o al menos, no en los próximos veinticinco años.

¡Dios te bendiga!

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sábado, 17 de enero de 2015

ORACIÓN REVERENTE, NO CHARLA AMENA


"Y Abraham replicó y dijo:He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza." - Génesis 18:27

    La oración es el oxígeno del cielo para el hijo de Dios. El sabe, además de muchas otras verdades bíblicas sobre la misma, que es el gozo del Creador escuchar a los suyos; que sus oídos están atentos a sus oraciones, y que por medio de Cristo tiene libertad para entrar en la misma presencia de Dios sin necesidad de ningún otro tipo de permiso o de alguna mejor posición espiritual futura.
    Todas estas benditas verdades y muchas otras, hacen de la oración un asunto completamente esperanzador y diariamente beneficioso para los nacidos de nuevo.
Abraham no sabía nada de esto, no tenía más teología que el hecho de entender que Dios era omnisciente, omnipresente y omnipotente. Eso era con toda probabilidad lo que él conocía de Dios.  Pero lo que sí tenía muy en claro era su posición delante del Todopoderoso y la reverencia que esto implicaba. El dijo: "soy polvo y ceniza"; una sencilla expresión que resume su comprensión de la infinita distancia y condición de esencia entre él y el Altísimo.
    ¡Oh! ¡Cuán distinto es lo que oímos hoy en día en las oraciones de su pueblo; en las vidas privadas y en las congregaciones! Los creyentes, que poseyendo toda la información bíblica sobre la oración, los efectos del Calvario sobre la misma y las promesas que conlleva, se dirigen a Dios como si toda esa libertad fuera un extremo de confianza que les permite casi ponerse a la misma altura del Padre y dirigirse a él como si estuviéramos hechos del mismo material.
    Qué necesidad urgente tiene la iglesia de volver de inmediato a los pasos de Abraham y ver que polvo y ceniza somos, y que con toda la verdad que conocemos sobre la oración luego de la muerte de Cristo, esa expresión nos queda demasiado grande. ¡Qué poca reverencia! ¡Qué desagradables razonamientos se oyen de aquellos que dicen que a Dios se lo puede tratar como "uno de nosotros" y por eso adornan y justifican su falta de santidad en la oración. 
    Si tú eres uno de esos, confío en que el texto de hoy sirva de punto de partida para reparar este pecado cada vez más frecuente en la iglesia de Cristo. Examina tu manera de dirigirte al Soberano Salvador y disfruta de esa libertad gloriosa pero con la reverencia de Abraham en el corazón.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 16 de enero de 2015

¿NECESITAS UN GPS?

"Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet- el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet- el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová." - Génesis 13:3-4

    Estos son unos de los versículos más hermosos y alentadores en la historia de la vida de Abraham (en este momento Abram) como lo relata la Escritura. Porque Abram no viene de un buen momento en su andar de obediencia a Dios. Acaba de poner en riesgo (por así decirlo) la misma ascendencia del Mesías al no declarar abiertamente en Egipto que Sarai era su esposa; y no solamente esto, había llegado a Egipto en una clara muestra de debilidad y desconfianza en Dios acerca del cuidado que él prometió darle guiándolo a la tierra que le daría por herencia. En Egipto, Abram no solamente deshonró a Dios, sino que también dejó un mal ejemplo para los impíos.
    Pero ahora, le vemos regresar hasta el mismo lugar donde antes había tenido su tienda y donde había construido un altar. No hay duda alguna que, bajo convicción de pecado, este varón de fe no tiene reparos en realizar el camino antiguo para volver a donde debía estar. Dios no había abandonado a Abram, sino que Abram había abandonado a Dios. Dios no deja a los suyos, porque es fiel y no puede negarse a sí mismo. 
    Mientras estuvo en Egipto, Abram tuvo mucha riqueza material, pero no tuvo altar ni tuvieron sus labios la práctica de invocar el nombre de Jehová. Ahora, dejó Egipto y volvió para invocar a su Dios. Note, querido lector que este hombre de fe, llamado 3 veces "amigo de Dios" en la Biblia, abandonó su pecado e invocó a Dios, confesando su transgresión. Pues tantos hay que dejan de pecar forzadamente pero no invocan a Dios voluntariamente. Llevan a Egipto en su corazón y no hacen nada por abandonarlo definitivamente, aunque aseguran tener comunión con el Dios de Bet-el ("casa de Dios"), sin embargo siguen de largo hasta Hai ("montón de ruinas"). 
    Quizá pensarás "pero yo cuido mi tiempo diario con Dios, leyendo la Escritura y orando; es más, asisto fielmente a los cultos y soy parte del liderazgo de mi congregación." Puede ser, y puede que sea digno tu servicio. Pero quiero mencionar brevemente algunas cosas en las que mostramos que necesitamos regresar al lugar donde estuvo nuestro altar. ¿Qué pasa con tu relación conyugal? ¿Ves a tu esposa como Cristo ve a la iglesia? ¿Ves a tu esposo como el que mejor puede dirigirte? ¿Tienes la capacidad de mantener tu palabra aún jurando en daño tuyo, o faltas con irresponsabilidad a tus compromisos? ¿Le pones freno y estorbo a tus hijos para que no perviertan su andar? ¿En tu trabajo saben que eres de Cristo o tienen rechazo al evangelio por causa de tu doble vida? 
    Puede que sea tiempo de salir de Egipto y regresar al lugar donde la Escritura dice que estas cosas tienen su altar correcto y donde Dios ha de ser invocado, reconociendo tu pecado y buscando su gracia y perdón. Piensa en otras cosas donde has equivocado tu camino.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 15 de enero de 2015

LOS AÑOS NO VIENEN SOLOS

"Después de esto vivió Job ciento cuarenta años, y vio a sus hijos, y a los hijos de sus hijos, hasta la cuarta generación." - Job 42:16

    Este es un registro notable que el Espíritu Santo ha dejado para nosotros en la Escritura. Cierto es que en los tiempos de Job la longevidad era normal aún; pero de todas maneras, los años siempre han tenido 365 días; días más, días menos. Y el asunto es meditar por un momento cuántas veces Job quizá con sus bisnietos y aún tataranietos en sus faldas, habrá recordado la tremenda experiencia que había tenido  más de un siglo antes y que le había permitido "ver"a Dios y dejar de conocerlo solo de "oídas" - "De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven." (Job 42:5).  Las palabras de Job en 42:2-6 fueron el testimonio de una transformación que lograron que los siguientes 140 años fueran una experiencia de vida diametralmente opuesta o lo que había sido hasta ese momento. De acuerdo a 42:12, Dios bendijo a Job doblemente en todas las cosas y si razonamos matemáticamente sus años, entonces -y esto no es comprobable- quizá tenía 70 cuando su aflicción comenzó, y murió a los 210 años, pues Dios también habría bendecido doblemente los años de su vida, aunque la tradición dice que murió entre los 240 y lo 248 años.
    ¿Por qué es bueno pensar en todas estas cosas? Porque aunque siglos más adelante Moisés escribió "Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría." (Sal. 90:12), no obstante, la verdad de esta declaración que provino del corazón de Dios, ya estaba presente por el Espíritu en la vida de Job. No fue igual su vida en absoluto, y el mayor tesoro que descubrió y disfrutó de ahí en mas fue conocer a Dios como nunca antes lo había hecho. Murió "lleno de días" (42:17) tal como Elifaz, aún en su incorrecta apreciación por su amigo, se lo había declarado: "Vendrás en la vejez a la sepultura, como la gavilla de trigo que se recoge a su tiempo." (5:6)
    No te quepa la menor duda de que Dios tiene sus caminos para reparar las pérdidas y balancear las tristezas y angustias de aquellos a quienes ha señalado como suyos. Cualquiera que sean las tinieblas, dolor, aflicción o temores que estás enfrentando, confía en que cada ingrediente de todo eso se combinará para que tú puedas dejar de oír a Dios de oídas y comenzar a verlo con tus ojos espirituales; servirá para que comiences a preguntar más a Dios y para qué él responda no tus inquietudes egoístas sino para saciar la sed de tu alma por inquirir más en su persona. Mirarás hacia atrás en unos años con las bendiciones del futuro presentes y sabrás que Dios ha sido bueno contigo y que la aflicción que él envió reparó para siempre los problemas de tu alma. Confía en Dios y en su bondad y gracia soberanas para contigo puesto que no piensa otra cosa para ti sino que lo puedas ver cómo es y para que lo disfrutes aún más hasta el día en que vayas a la eternidad.

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 14 de enero de 2015

CUIDADO CON LO QUE AFIRMAS

"¿Quién es ése que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?" - Job 38:2

    Todos conocemos personas -niños o grandes- que son los primeros en hablar, levantar la mano o apresurarse a contestar o afirmar algo dando por sentado que tienen todas las respuestas siempre, antes que los demás y sin margen de error. Cuando se equivocan, les cuesta mucho admitirlo, especialmente cuando contribuyeron más a la confusión que al esclarecimiento del asunto.
     En estos casos de cuestiones intrascendentes no siempre las consecuencias son de peso mayor; pero el problema reside cuando en asuntos trascendentales, como lo son los espirituales, se emiten opiniones y aseveraciones sin un conocimiento acertado del tema.
   Muchos cristianos hablan de doctrina sin conocer la misma; declaran cosas, atan al diablo, dan nombres a demonios, inventan espíritus, visualizan lo que aseguran es la voluntad de Dios par ellos y oran a Dios como sí le hablaran al vendedor de diarios y revistas. Otros dicen: "Ese fue un gran sermón", y lo único que había hecho el pastor fue contar anécdotas; "fue un tiempo fabuloso de adoración" y solamente estuvieron parados en el culto por más de una hora mirando como en la plataforma el púlpito estaba a un costado para darle mayor espacio a "los líderes de alabanza" quienes entre medio de luces y otros artefactos creían representar una especie de "Asaf moderno" que dirigía a la congregación a la adoración.
    Son muchos los que oscurecen el consejo con palabras sin sabiduría; que hablan de la Biblia sin leerla, que predican el evangelio sin creerlo y quienes hablan por el Espíritu sin poseerlo. Y así se encuentra gran parte de la iglesia de Cristo pues como dijo Salomón en Proverbios "Sin profecía el pueblo se desenfrena; mas el que guarda la ley es bienaventurado." (29:18)
    Ten cuidado de conocer al que dijo: "Yo te preguntaré, y tú me contestarás" (Job 38:3). Entonces y sólo entonces podrás levantar la mano para responder.

¡Dios te bendiga!

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martes, 13 de enero de 2015

¿HAY ALGÚN PROVECHO?

"Porque dijiste: ¿Qué ventaja sacaré de ello? ¿O qué provecho tendré de no haber pecado?" - Job 35:3

    No es la única vez que una expresión como esta se lee en las Escrituras; y quizá ésta no es tan conocida como la que se halla en Salmo 73:13 "Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, y lavado mis manos en inocencia" En algunas ocasiones, el corazón del creyente tiende a caer en un estado de incertidumbre que le impide ver con claridad la bendición de no pecar contra Dios y de vivir en fidelidad para honrarle, y expresa "De nada servirá al hombre El conformar su voluntad a Dios" Job 34:9
    Esto puede ocurrir generalmente cuando las circunstancias externas que padecemos, no parecen ser proporcionales a la piedad que procuramos tener. Mientras en el corazón buscamos honrar a Dios en obediencia a su Palabra y por causa del amor a Cristo, el cuerpo, la mente y nuestras emociones sufren los embates de la adversidad de diferentes maneras. Entonces surgen las preguntas ¿De qué sirve que evite esos programas de televisión? ¿Para qué sigo yendo al templo? ¿Qué sentido tiene que cuide mi lengua de las injurias a otros? ¿Para qué privarme de tantos deleites que este mundo me ofrece a granel?
    Permíteme sugerirte algunas respuestas las cuales se desglosan de otra porción de la Biblia que presenta este mismo razonamiento: "Habéis dicho: Por demás es servir a Dios. ¿Qué aprovecha que guardemos su ley, y que andemos afligidos en presencia de Jehová de los ejércitos?" (Mal. 3:14). En el versículo siguiente, el pueblo de Israel dio como bienaventurados a los soberbios, porque, según ellos, "tentaron a Dios y escaparon." Sin embargo, el profeta Malaquías declaró lo que vio, y es que Dios tiene memoria y todos aquellos que piensan en su nombre son su especial tesoro. 
   ¿Quieres meditar un momento en cuál es el provecho de no pecar? No hay peores consecuencias que las del pecado en el ser humano. No hay más terrible futuro que el de aquellos que desafían a Dios en todo. Y tampoco hay mayor dicha que el corazón limpio, garantía de ver a Dios. El más grande gozo proviene de la obediencia, no de la sublevación. La profecía dice de Cristo "El hacer tu voluntad, Dios mío, me ha agradado, y tu ley está en medio de mi corazón." (Sal. 40:8). El salmista dijo: "Y andaré en libertad, Porque busqué tus mandamientos." (119:45). Pablo escribió a los Romanos "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz." (8:6) ¡Cuántas personas hoy en día que pensaron que no tenía provecho servir a Dios, ahora son esclavos de las drogas, la bebida, el tabaco, el mal temperamento, el orgullo y de las pasiones malvadas! Mateo Enrique dijo: "El servicio al pecado es una perfecta esclavitud; el servicio a Dios es una perfecta libertad." 
    ¿De qué le sirvió a Lot abandonar el altar de Abram? ¿Pensó que no había provecho en servir a Dios? Pues terminó en Sodoma "afligiendo cada día su alma justa, viendo y oyendo lo hechos inicuos de ellos" (2 Pe. 2:8). 
    Hay otra verdad que Dios recordó por medio de Malaquías al pueblo que dudaba en servirle y que era tentado a imitar a los soberbios: "Porque yo Jehová no cambio" (3:6).  Haz un recuento en toda la Escritura de la fidelidad de Dios, su bondad para con sus hijos y la severidad para con los impíos. No hay lugar a dudas. Hay un gran provecho en no pecar.

¡Dios te bendiga!

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lunes, 12 de enero de 2015

UNA ORACIÓN SIMPLE ¿ES UNA SIMPLE ORACIÓN?

"El mira sobre los hombres; y al que dijere: Pequé, y pervertí lo recto, y no me ha aprovechado, Dios redimirá su alma para que no pase al sepulcro, y su vida se verá en luz." - Job 33:27-28

    La iglesia de Cristo ha sufrido una desdicha fatal en las últimas décadas. Ella, que es "columna y baluarte de la verdad" ha padecido justamente la pérdida de ambas cosas en lo que refiere a valorar y cuidar la verdad; ha dejado de sostenerla como una columna firme y ha cesado de protegerla como un baluarte eficaz. El gran mandato para la iglesia es, sin lugar a dudas, la llamada "Gran Comisión" dada por el Señor Jesucristo en Mateo 28:19-20, que no es otra cosa que la predicación del evangelio para la salvación de las almas eternas. 
    Sin embargo, ésta se ha transformado paulatinamente en una "Gran Omisión" porque le ha restado importancia a lo esencial, un evangelio puro y bíblico, y le ha dado relevancia a un sistema de "oración de fe" cuyos promotores garantizan como el pasaje a la vida eterna y la salvación del alma. Por un lado, se ha desdibujado el evangelio, y por el otro se ha impuesto una versión "más aceptable y práctica" que se remite a "hacer la oración" que le dará al pecador el respaldo definitivo para enfrentar la eternidad con confianza. 
    Lo lamentable de todo esto es que no solamente las buenas nuevas no son dadas a conocer acertadamente sino que el asunto de la oración no es comunicado correctamente tampoco. El evangelio que se propaga es un evangelio adulterado que no presenta las doctrinas de la gracia que ponen al pecador en jaque mate eterno y lo llevan a buscar a Dios con sed y convicción para la salvación de su alma. No hay mención del pecado, no hay mención del Dios Santo, no hay mención de sacrificio, y no hay mención de arrepentimiento. 
    Los versículos de nuestra meditación en este día claramente muestran que "una oración simple NO ES una simple oración" cuando la misma es la respuesta de haber visto con nitidez la condición del alma frente al veredicto del Eterno sobre su merecimiento por causa del pecado. "Pequé y pervertí lo recto" -dice el penitente- y esto es únicamente posible cuando ha escuchado un evangelio bíblico que pone de relieve quién es Dios y qué somos nosotros ante él. 
    La oración simple que Dios recibe no es la que salva sino la que evidencia un corazón arrepentido que no necesita usar de muchas palabras para que se sepa que hay una aceptación del veredicto celestial.  Es una oración simple, nada más, porque el evangelio no ha sido presentado de forma liviana sino de manera profunda, mostrando todos los terrores de la cruz que el Salvador llevó sobre sí mismo.  Cuando se hace una "simple oración" para contentar la conciencia, ésta llega a ser un tropiezo definitivo y eternamente mortal. ¿Cuál es tu historia? ¿Te han dicho que haciendo "la oración" tu alma se garantiza el cielo? ¿O has hecho una "oración simple" porque sabías que Dios no precisa muchas palabras para ver al corazón contrito y humillado que no habrá de despreciar? Es un asunto serio. No te apoyes en amuletos religiosos. Pon tu confianza en Cristo únicamente.

¡Dios te bendiga!

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domingo, 11 de enero de 2015

ÁRBOLES SALUDABLES

"Mi raíz estaba abierta junto a las aguas, y en mis ramas permanecía el rocío." - Job 29:19

    Cuando Job, en su sufrimiento, hacía memoria de su pasado, recordaba con completa convicción cuál era el secreto de su seguridad presente en medio de la incertidumbre sobre lo que sería el futuro. La ilustración que utilizó es una que frecuentemente se observa en la primera parte de la Biblia, el Antiguó Testamento, esto es, un árbol junto a fuentes de aguas. La porción más conocida sobre esto es el Salmo 1.
    Las consecuencias de esto no fueron diferentes para Job de lo que son para quienes imitan al varón del primer salmo. Y no hemos de suponer ni por un momento que serán diferentes para nosotros si seguimos el mismo comportamiento bendecido.
    Note el lector que Job describe su experiencia en dos partes que, considerándolas con atención, serán provechosas para nuestro espíritu también.
    Primeramente, Job perseveró en lo que el cielo no podía hacer por él: Estar en el lugar correcto para recibir la provisión correcta. Job tenía su "raíz abierta junto a las aguas." Es posible estar donde debemos pero con la actitud que no debemos; tener y leer una Biblia no siempre es sinónimo de crecimiento. Si la raíz no está abierta a las aguas celestiales, dispuesta a recibir los nutrientes de la Jerusalén Celestial, las simpatías del Rey de reyes y la poda del Espíritu a lo que no nos favorece, de poco servirá lo que hagamos. Espera de Dios la voz que transforme tu alma cada día.
    En segundo lugar Job dio testimonio de la Providencia divina sobre él, aquello que no podía hacer por sí mismo, "el rocio permanecía sobre sus ramas." "No puede recibir el hombre nada si no le fuere dado del cielo." (Jn. 3:27)
    Qué necedad es pensar que inclusive aquello que tenemos como bendición de nuestras almas es el producto de nuestro esfuerzo, el rocio de la gracia de Cristo es el que nos enseña a vivir piadosamente, es el que provee cada detalle de nuestras dichas celestiales.
    Aprende hoy a ser responsable en alimentar tu raíz y disfruta el rocio divino sobre tu alma redimida.

¡Dios te bendiga!
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sábado, 10 de enero de 2015

RADAR DIVINO

"Mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro." -Job 23:10

    En esta época del año a causa de las vacaciones por estas latitudes se incrementan los controles de tráfico por radares ya que es la única manera de abarcar el amplio caudal de vehículos. Se desata entonces una especie de pulseada entre autoridades de tránsito y conductores para controlar por un lado y evitar ser controlados por el otro y así llegar más rápido al destino de descanso.
    Es una necedad pensar que como hijos de Dios podemos evitar de alguna manera el control del Omnisciente sobre nuestras vidas. Y también es una falta de entendimiento ya que olvidamos que el conocimiento de Dios sobre todo lo que hacemos nos favorece en dos maneras.
    En primer lugar, nos protege del ojo crítico equivocado. Esto era especialmente lo que pasaba con Job pues sus amigos creían que tenían la última palabra del por qué de los padecimientos de su amigo; pero Job les dice: "Es el Todopoderoso quien conoce mi andar, no ustedes." Poco importa lo que piensen otros de mi vida y lo que me ocurre si estoy seguro que Dios está perfectamente al tanto de mí.     Si su Palabra ha sido tu meditación y el medio de examinación de tu alma, no te preocupes por lo que otros opinan. Lo que ellos llaman castigo o juicio de Dios, no es otra cosa que el crisol divino a fuego vivo para hacer relucir aún más en tu vida las virtudes de Cristo.
    En segundo lugar, nos protege de la autosuficiencia y autoestima, una enseñanza que, tristemente, es cada vez más popular en los púlpitos donde tantos pastores, cual Demas en los tiempos de Pablo, aman este mundo y se apartan de la verdad. Tú debes agradecer cuando Dios en su bondad te cerca por todos lados y somete a prueba tu fe que es mucho más preciosa que el oro y pueda así, por medio del escrutinio de su conocimiento, hallarla en alabanza, gloria y honra.
    Confía en este día en que el radar divino no puede ni debe ser burlado nunca y que su funcionamiento en tu vida por medio del Espíritu Santo te otorgarán la seguridad que no puede proveerte ninguna otra cosa.

¡Dios te bendiga!

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viernes, 9 de enero de 2015

"DIOS, TIENES UNA DEUDA"

¿Tiene contentamiento el Omnipotente en que tú seas justificado,
O provecho de que tú hagas perfectos tus caminos? - Job 22:3

    De niños casi todos hemos sido motivados con algún premio o promesa en alguna ocasión para que hagamos las cosas que se nos pedía que hiciéramos. Lo hemos hecho con nuestros niños también. En tales oportunidades, los niños generalmente cumplen la tarea asignada y los padres se transforman en una especie de deudores para con ellos. No faltarán luego los cumplimientos condicionados donde la obediencia será un trueque con el premio.
    Lamentablemente muchos hijos de Dios se han acostumbrado a vivir como si él estuviera en deuda con ellos a causa de la piedad o los ejercicios religiosos que realizan. No lo dirán abiertamente pero sus corazones reclaman al cielo la bendición en todas las áreas posibles como "pago" por haber leído sus Biblias fielmente, por haber mantenido regularidad en los cultos de oración; por haber mantenido constancia con los niños de la clase de la Escuela Dominical; por ser un cónyuge fiel o por las razones que sean. En todas estas cosas, Dios aparece como deudor.
    Observa lo que dice el pasaje de hoy, pues habla del supuesto provecho que Dios tiene de nuestros caminos perfectos. Irónicamente, por decirlo de alguna manera, el atributo con el cual Dios es descrito aquí es su Omnipotencia. ¡Como si Dios precisara de nosotros! ¡Como si nuestra piedad le agregaría algo de perfección y capacidad a Dios! "Dios, tú estas siendo beneficiado por el ministerio que estoy llevando adelante" ¡Qué blasfemia! Dios contesta: "Si tuviese hambre, no te lo diría a ti; porque mío es el mundo y su plenitud" (Salmo 50:12).  El que podía pedir doce legiones de ángeles al comienzo de sus sufrimientos en manos de hombres, ¿acaso necesita un poco de tu santidad para ser mejor? ¿Acaso se sentirá culpable por no premiar tu piedad? Claro que no.
    Entonces ¿por qué servímos? ¿Por qué perseguir la piedad? ¡Oh! Allí está la respuesta de quienes han sido regenerados, de quienes han visto el valor eterno, inigualable y maravilloso de la cruz de Cristo. Ellos sirven, viven, obedecen y mueren por causa de la verdad sin esperar nada a cambio.   Pueden decir con el apóstol Juan "Nosotros le amamos a él porque el nos amó a nosotros primero" (1 Jn. 4:19). Son quienes en lugar de demandar un pago se transforman en deudores permanentes; son quienes jamás creen ni remotamente que podrán pagar algo ni dar suficiente para mostrar gratitud. Tienen piedad porque aman al dador de la vida. Tienen obediencia porque han conocido al que obedeció hasta la muerte y muerte de cruz.
    Si crees que el Omnipotente te debe algo, examina de forma exhaustiva la condición de tu alma porque los redimidos por Dios, a la luz de la Escritura, son deudores, no acreedores.

¡Dios te bendiga!

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jueves, 8 de enero de 2015

IN FRAGANTI

"Los cielos descubrirán su iniquidad" - Job 20:27

   Vivimos en una sociedad que cree inconscientemente que podrá eludir siempre las consecuencias finales de una vida sin principios honestos. En algunos países una forma de esta inconsciencia tiene el nombre de "viveza criolla"que alguien ha descrito muy bien como "depredación oportunista, es decir, la prontitud  para obtener máximo provecho a la mínima oportunidad, sin escatimar los medios a utilizar ni las consecuencias o perjuicios para los demás." Es un mal desagradable, pero es aún más fatídico cuando las personas aplican este mismo principio a las cosas espirituales; a Dios, y en última instancia a la eternidad.
    No sería ninguna sorpresa que tú mismo razones de esta manera aunque lo niegues, máxime cuando estás leyendo esta meditación que es de carácter netamente espiritual. Fíjate, si usas de "viveza" para tratar al prójimo a quien ves todos los días ¿qué te hace pensar que no lo imaginas para con Dios a quien no has visto nunca?
    El texto de hoy asegura que Dios, quien todo lo ve, finalmente sacará a luz la iniquidad del impío, o el pecado del pecador, si deseas una expresión más contemporánea. Y tú no serás la excepción. "Todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de Aquél a quien tenemos que dar cuenta" (He. 4:13). Lo que tú has encubierto durante toda tu vida, finalmente el Juez de toda la tierra lo habrá de descubrir;  sabe bien, entonces,  que no existe posibilidad de enmiendas en ese lugar porque "está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio" (Heb. 10:27)
    Dios descubrirá la iniquidad de tu religión, en la que confías como recurso final antes de morir; él descubrirá la iniquidad de tu infidelidad, aunque tu cónyuge nunca lo haya sabido. El Dios de todo saber descubrirá la iniquidad de tu orgullo cada vez que buscaste sobresalir por encima de tus compañeros. Descubrirá la iniquidad tu falsedad sentándote domingo tras domingo en la iglesia pero jamás sentándote a los pies de Jesús. Dios descubrirá eso y mucho más. Dios descubrirá todo. 
    ¿Existe algo qué puedes hacer entonces? Sí. Puedes pensar ahora, en esta vida, cómo es que el mismo cielo que hará todo esto, ya hizo algo para prevenir este desastre eterno para tu alma, "porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás." (Jn. 3:33,35). No te hagas "el vivo" sino ¡vive a través de Cristo quien vino a librarte de tus pecados! ¡Corre a él para que te de su vida!

¡Dios te bendiga!

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miércoles, 7 de enero de 2015

REFORMA

"Si alguna iniquidad hubiere en tu mano, y la echares de ti, y no consintieres que more en tu casa la injusticia" - Job 11:14

    El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define el vocablo reforma como "aquello que se propone, proyecta o ejecuta como innovación o mejora en algo." Es una buena definición porque expresa claramente la idea con dos conceptos que lo resumen, proponer y mejorar.  Si este es el fin que se persigue, diríamos que siempre es buena la reforma de algo porque la mejora hará más productivo lo que sea que se haya innovado. 
    Pero ningún reforma es tan relevante como la que tiene que ver con la espiritualidad del alma. Más allá de la falta de discernimiento de los amigos de Job en sus discursos admonitorios, Zofar expresa aquí una verdad que, si bien no hacía justicia a la presente situación de Job, no deja de ser un consejo divino registrado en las páginas de la Biblia que haríamos bien en examinar a menudo.
    Una reforma del alma es aquella que examina los hechos de su vida para descubrir vías de deterioro espiritual que afectan la totalidad de su relación con Dios y gran parte del entorno que le rodea.  Zofar habla de iniquidad en la mano; la palabra hebrea para mano es "yad" y entre tantos usos que tiene en la Escritura, poder y hacer son contados como válidos. Es desalentador ver como muchos de los que dicen haber sido transformados por la cruz de Cristo, mantienen en sus vidas conductas desagradables que no son otra cosa que iniquidades, un vocablo que en su sentido más profundo explica la característica de vida de aquellos que viven sin Dios. La reforma verdadera implica que tú "echas de ti" cualquier cosa que tengas en tu "poder y hacer" de cada día. Esto puede tener infinitas connotaciones, pero déjame sugerir unas pocas: ¿Qué acerca de tu vocabulario? ¿Es vulgar? ¿Utilizas palabras que "todo el mundo usa"? ¿Qué dices acerca lo que miras por internet? ¿Tienes que "borrar tu historial" a menudo porque sino...? ¿Qué pasa con tu espíritu compulsivo para gastar dinero inadecuadamente? ¿Mientes? Echa todas estas cosas de tu vida.
    Pero la reforma, cuando es genuina, afecta nuestro entorno más cercano puesto que es muy difícil ocultar de los que nos rodean las conductas que ya no son propias de tiempo atrás. Una de las maneras que hace más efectiva la innovación espiritual es declarar la guerra a todo lo que signifique consentir con la injusticia. Dejas la puerta entreabierta de tu corazón cuando juegas con la iniquidad y permites su paso fugaz por tu alma. No consientas con nada que a la luz de la Escritura sea peligroso para tu alma; deséchalo y vive en equilibrio en tu interior y en tu entorno exterior. Haz una reforma a menudo.

¡Dios te bendiga!

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martes, 6 de enero de 2015

MAL EJEMPLO

"Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer?" - Génesis 12:18

    Quien ha leído Génesis desde el inicio entiende que la mentira de Abram a Faraón se encuentre en las páginas de la Escritura, pues ya ha sabido tal como lo declaró Dios que "el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud" (8:21). No es la presencia de la mentira lo que llama la atención sino el hecho de que haya sido dicha de manera elaborada por alguien que fue beneficiado con la gracia de Dios siendo llamado de entre gente pagana e impía para ser una gran nación. Abram es, a esta altura de la revelación sagrada, el personaje principal en la historia; en quien se centran las esperanzas de la futura venida del Mesías. Dos mil años abarcan los capítulos 1 al 11 de Génesis y sólo la vida de Abram, con ciento setenta y cinco años, ocupa los próximos 12, mostrando así la relevancia de su persona en el plan divino.
    Sin embargo, la Biblia no oculta las faltas de los hombres piadosos sino que las da a conocer, porque todas ellas tienen un alto valor educativo para el alma. Abram recibió del monarca egipcio una reconvención que trasciende la historia de ambos personajes. Porque Abram, el "amigo de Dios" (Stgo. 2:23) es un tropiezo para el idólatra Faraón. Ya lo diría Salomón siglos después: "Como fuente turbia y manantial corrompido, es el justo que cae delante del impío." (Pr.25:26). 
    A menudo esta es la pregunta que recibe el creyente de parte del mundo condenado. Es la pregunta que revela que aunque el alma no regenerada está en enemistad con Dios, igualmente se desconcierta cuando no huele el perfume de la santidad que sabe bien, debe emanar de la vida de los hijos de Sión en contraste con el olor de muerte de la condenación de su alma. 
    Y el desconcierto se transforma en ofuscación y aumento de rechazo al evangelio de Cristo y cualquier verdad que provenga de la Biblia, no ya solamente por la propia naturaleza caída sino ahora también por el mal ejemplo que promueve sorpresivamente el cristiano. "Profesas conocer a Dios, pero con tus hechos lo niegas" (Tito 1:16) - oye hablar a su conciencia el hijo de Dios. "Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?" - dirá Pablo a los Romanos en 2:23 - como también podría decir "Tu que lees la Biblia ¿no la vives?; tú que hablas de santidad ¿continuas permitiendo ese tipo de programación en el televisor de tu casa?; tú que dices que eres honesto; ¿continuas llegando tarde a tu trabajo y dando un pésimo ejemplo a tus jefes?; tú que hablas del piadoso joven Daniel; ¿continuas copiándote en los exámenes del colegio? Así se dirá también de cada uno: "el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros" (2:24)
    Te ruego no des pie a esta clase de cuestionamiento, porque cuando ocurre significa que Dios está siendo deshonrado y un alma está más cerca de la condenación que antes. Vive lo que crees y vela porque tu vida sea un peldaño más que conduce a la cruz de Cristo y no un tropiezo que lanza a las almas a la perdición eterna.

¡Dios te bendiga!

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