"En la integridad de mi corazón andaré en medio de mi casa." - Salmo 101:2b
Alguien dijo una vez, "lo que un hombre es en su aposento, a solas con Dios; eso es, y nada más." Salomón dijo también "cual es su pensamiento en su corazón, tal es él" (Pr. 23:7). En ningún otro lugar mostramos más genuinamente lo que somos que no sea en nuestra propia casa. La familiaridad del hogar favorece a la conducta natural y genuina. Lo que somos en la casa es lo que somos en realidad. David, orando a Dios y comprometiendo su vida interior con el cielo hizo de la integridad de su corazón un asunto firme en su propia hogar.
Si el Señor venía a visitar a David a su hogar encontraría un hombre íntegro. No habría música que David tendría que quitar de su reproductor, no debería cambiar el dial de su radio apresuradamente por estar oyendo aquello que promueve la sensualidad. No habría inconvenientes en que se sentara a su mesa, lo único que oiría serían conversaciones que edifican. Jamás debería preocuparse por encontrar su Biblia, siempre la tendría a mano. No tendría que inventar un tiempo de oración. No habría necesidad de inventar un parte médico para su trabajo porque deseaba tomarse el día libre. Nada de esto ocurría en el hogar de David.
Lenta y paulatinamente, cristianos a través de todo el mundo actúan en sus iglesias y viven en sus casas. Caín mató a Abel cuando terminó el tiempo de ofrecer sus ofrendas, no antes; no era adecuado. Era mejor fingir. Las voz de Jacob pero las manos de Esaú. La voz de quien obtuvo la primogenitura, pero las manos del profano. No hay integridad. No se fabrica los domingos en la iglesia, es un asunto del corazón y es un asunto de todos los días en la casa.
¿Qué es lo que hace posible la integridad en la casa? David lo dejó entrever al decir "Entenderé el camino de la perfección cuando vengas a mí." (v. 2a) Es la presencia de Dios, es la conciencia de vivir en su presencia dentro o fuera de la casa. Es que en la casa se vive más que en la iglesia. Por eso Dios lo indicó concretamente, "y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa," (Dt. 6:7); "y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas." (6:9) "Y las enseñaréis a vuestros hijos, hablando de ellas cuando te sientes en tu casa," (11:9). Por eso, recuerda... en la iglesia, como en casa.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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