"¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí? Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío."- Salmo 42:5
La depresión es un mal tan antiguo como lo es la presencia del pecado a partir de Génesis 3 en la Biblia. Es una consecuencia más del mismo y una sombra abrumadora como pocas sobre el alma del ser humano. Todos, en mayor o en menor grado y con mayor o menor duración, atravesamos por depresiones. Cierto es que muchos jamás salen de este pozo destructor y verdad es también que la cura definitiva de este flagelo del corazón se encuentra únicamente en Dios, que conoce el corazón.
Observa como el salmista hizo frente a la depresión de su alma. Primeramente, habló consigo mismo y no con las circunstancias; "¿Por qué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?; ya que es importante que entendamos que no existe nada de afuera que pueda apretar el botón de adentro del alma, solamente tú y yo podemos hacer eso. Buscar afuera significa poner la esperanza en las cosas que cambian y que apelan únicamente a los sentidos. Esto puede ocasionar un daño mayor.
En segundo lugar, nuestro referente en este salmo nos muestra su próximo paso en la batalla contra la depresión de su alma; esto es, hacer lo que sabe que debe hacer, "Espera en Dios" ¿Acaso el corazón desganado, abatido y en soledad no sabe ya de tiempo y por experiencia que no hay nada en este mundo que pueda generar esperanza? Aparte de poner la confianza en Aquél que dijo "todas las almas son mías" (Ez. 18:4), no hay ninguna otra cosa por hacer.
Finalmente, el último paso en el testimonio de este hombre en lucha abierta contra la depresión, fue recordar aquello de lo que tiene absoluta certeza y que se basa en el carácter inmutable del Dios dueño de su alma; "aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío." Dios no ha cambiado ni cambiará; sus propósitos tampoco, porque la inmutabilidad de Dios abarca absolutamente toda su esencia y proceder. Incluso el salmista puede decir con convicción: "Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí"; es decir, "Señor, han sido TUS ondas y TUS olas las que cubrieron mi alma"; o sea, siempre fue Dios quien controló todos sus incidentes.
Presta atención en este día a este simple pero poderoso texto de la Escritura. Memorízalo, ora con él; medita sobre el mismo y no lo abandones hasta que tu alma lo pueda respirar y hacerlo propio. Quien te dice que no escribirás tu propio salmo de experiencia para generaciones futuras.
"Cuando un hombre llega a la desesperación sabe
que todo lo que pueda pensar nunca lo sacará de allí;
sino que saldrá únicamente por el esfuerzo creativo de Dios.
Por lo tanto, su correcta actitud será recibir de Dios
lo que no puede obtener por sí mismo."
Oswald Chambers
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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