"Tras de éste estaba Eleazar hijo de Dodo, ahohíta, el cual era de los tres valientes. Este estuvo con David en Pasdamim, estando allí juntos en batalla los filisteos; y había allí una parcela de tierra llena de cebada, y huyendo el pueblo delante de los filisteos, se pusieron ellos en medio de la parcela y la defendieron, y vencieron a los filisteos, porque Jehová los favoreció con una gran victoria." - 1 Crónicas 11:12-14
El rey David fue vencedor a dondequiera que iba una vez que llegó al reinado de Israel. Dios le bendijo grandemente en su investidura de monarca. Grandes victorias para un hombre que aprendió bajo la disciplina del desierto y la persecución de Saúl quien deseaba su muerte. Pero David no estuvo sólo; hombres guerreros le acompañaron en sus batallas y algunos de ellos lograron cosas que en primera medida no significaban nada en comparación a los grandes territorios obtenidos por el rey, pero estos hombres fueron grandes de por sí y lograron pequeñas grandes cosas.
Una de las importantes lecciones del ejército de David es la fidelidad y entereza de sus hombres al emprender estas pequeñas cosas. Es que "la grandeza a menudo se demuestra más en la pequeñas cosas que en las grandes." (Wiersbe). Eleazar ahoíta fue uno de ellos; una pequeña parcela de tierra llena de cebada era un tesoro suficientemente importante como para que él y sus soldados la defendieran hasta la muerte. No era un reino, ni una ciudad; era un lugar que les pertenecía y cuyo alimento jamás lo dejarían a merced de los enemigos.
El famoso predicador D. L. Moody dijo una vez: "Hay muchos de nosotros que estaríamos dispuestos a hacer grandes cosas por el Señor; pero muy pocos dispuestos a hacer pequeñas cosas." El Señor Jesucristo conocía el corazón del hombre y dijo: "El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto." (Lc. 16:10). Cuando amamos a Dios y le servimos desinteresadamente, cualquier cosa que nos pida será un deleite, un privilegio y un gran desafío para obedecer. No importa el tamaño del mandato, lo que importa es el origen del mandato. Nuestro Dios es digno de servirle en lo pequeño y en lo grande.
Una cosa es cierta, la falta de fidelidad en las cosas más sencillas es un anticipo de cuál será nuestra actitud frente a las cosas más grandes. No busques grandezas, persigue la fidelidad. No codicies grandes desafíos, anhela pequeños actos de obediencia inmediata. Defiende lo poco con integridad y verdad, Dios se tomó un tiempo para crear el universo, pero también se lo tomó para crear una pulga.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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