"Y se le apareció Jehová a Salomón en Gabaón una noche en sueños, y le dijo Dios: Pide lo que quieras que yo te dé." - 1 Reyes 3:5
¿Quién no ha disfrutado con las andanzas de Aladín y el genio de la lámpara? Quizá no ha pasado una sola oportunidad cuando quienes han visto las películas de este personaje no hayan imaginado qué es lo que harían si existiera la oportunidad de frotar una lámpara y tener un genio a disposición que le otorgara tres deseos.
El joven rey Salomón, recién llegado al trono de Israel en Jerusalén, no tuvo una lámpara para frotar salvo la que le serviría en su habitación para dar luz; pero tuvo a Dios que lo amó y le dio la oportunidad de escoger lo que deseara. Es como si le hubiera dicho: "Toma, aquí tienes un cheque en blanco, anota la cifra que quieras." Las palabras exactas fueron: "Pide lo que quieras que yo te dé."
¿Qué hubieras hecho tú? ¿qué hubieras pedido? Salomón dijo: "Da, pues, a tu siervo corazón entendido para juzgar a tu pueblo, y para discernir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién podrá gobernar este tu pueblo tan grande?" (v.9). Salomón pidió sabiduría, pero no la pidió para sí mismo, sino para servir a su pueblo; y este fue el asunto clave y determinante para que Dios luego le concediera todo lo que él no pidió y que un rey generalmente posee: Riquezas y gloria. No hay dudas que Salomón mostró su corazón de siervo.
¿Acaso hay alguna otra mejor elección? ¿No es servir la decisión más acertada para un ser humano?¡Oh, claro! El corazón del hombre no nace con esta disposición, sino con el deseo de ser servido y ocupar el primer lugar. Si alguna cosa era necesaria para confirmar que el joven Salomón escogió lo correcto, sólo hace falta mirar a aquél que dijo: "... he aquí más que Salomón en este lugar." (Mt. 12:42), el Señor Jesucristo, quien dijo luego: "Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos." (Mr. 10:45).
Si vas a pedir algo al Señor, ¿por qué no le pides capacidad para servir mejor a tu prójimo? ¿Por qué no imitar a Jesucristo y reflejar sus virtudes? ¿No es esto lo que se espera de los hijos de Dios? "... mas no así vosotros, sino sea el mayor entre vosotros como el más joven, y el que dirige, como el que sirve." (Lc. 22:26) Piénsalo. No tienes que frotar la lámpara, sólo ponerte bajo la dirección del que tomó forma de Siervo.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
No hay comentarios :
Publicar un comentario