"Y echaron suertes para servir por turnos, entrando el pequeño con el grande, lo mismo el maestro que el discípulo." 1 Crónicas 25:8
Los capítulos 23 al 26 de 1 Crónicas describen el amor y pasión de David por la casa de Dios manifestado a través de todos los preparativos que hizo para que su hijo Salomón únicamente se ocupara de la construcción del templo. El hombre con más salmos en su autoría puso especial cuidado en la adoración y la alabanza al momento de distribuir las tareas y responsabilidades de los levitas.
En este sentido, los músicos eran escogidos cuidadosamente porque tendrían la responsabilidad de proclamar la verdad (profetizar) con la música (v. 3) y para tal fin eran todos ellos personas aptas e instruidas (v. 7). Sin embargo, un detalle particular es el que nos menciona el texto de hoy, y es que el grande y el pequeño, el maestro y discípulo, entrarían juntamente para ministrar delante del Señor.
Esta es una hermosa figura y una perla que se encuentra en la lectura consciente de las Sagradas Escrituras, contiene una enseñanza básica y fundamental que es imprescindible que el pueblo de Dios nunca olvide: La importancia de transmitir lo aprendido y favorecer el crecimiento y servicio de los que aún están en sus primeros pasos. Los grandes y los maestros deben velar por los pequeños y los discípulos. ¿No esta una verdad que Jesús traspasó a sus discípulos? ¿No estaba con ellos cuando la gente tuvo hambre y les enseñó a confiar? ¿No los acompañó en la tempestad en el mar de Galilea y les enseñó de la fe? Acaso cuando los fariseos hacían sus preguntas ponzoñosas ¿no llevaba aparte a los suyos y les enseñaba correctamente? Se tomó su tiempo para guiarlos.
Necesitamos más grandes y maestros en la fe que sean capaces de transmitir las verdades que permiten al pueblo de Dios continuar proclamando la verdad. ¿Tienes alguna experiencia ministerial que le haría bien a otro aprenderla? ¿Un joven a quien mostrarle cómo servir mejor? Quizá un niño en tu iglesia que necesita que le muestren cómo tratar los coritos ilustrados o el mobiliario del templo. Algunas cosas que parecen pequeñas pueden llegar a ser imprescindibles en el futuro. Lo mismo con aquellos que se perfilan para proclamar el evangelio desde los púlpitos. Si eres un pastor, no dejes de velar por ellos. Transmite tu conocimiento. El protagonismo y el egoísmo son dos venenos letales para la iglesia de Cristo.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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