"Hay hombres cuyas palabras son como golpes de espada; mas la lengua de los sabios es medicina." - Proverbios 12:18
Quien ha tenido la constancia de leer el libro de Proverbios con una frecuencia mensual aprovechando sus treinta y un capítulos que lo conforman, probablemente recuerde que el capítulo 12 sea uno de los que más menciones hace acerca de cómo se usan las palabras. Dentro de sus consideraciones del asunto, las palabras hirientes y las palabras saludables son una de ellas. Como es habitual en este libro poético escrito por el hombre más sabio que haya existido en la tierra, las figuras que ilustran las verdades que Dios ha querido que recordemos, son explícitas y puntuales.
En nuestro texto de hoy, la Escritura señala dos tipos de personas; los que causan heridas y dolor con sus palabras y los que sanan con medicina escogida a quienes se las imparten. Los extremos utilizados para representar esta verdad son elocuentes y no dejan lugar a dudas sobre la forma en que afectan las palabras hirientes y las palabras que sanan. El texto implica no una situación esporádica sino una conducta frecuente y habitual. Es un hecho que muchas personas poseen un lenguaje pesado, cortante y divisor como la acción de una espada y otros, uno que promueve bienestar al herido y corrección al desviado.
A menudo oímos a personas decir: "Yo soy así, no tengo pelos en la lengua" o bien, "Yo si le tengo que decir algo a alguien, se lo digo de frente." En muchas ocasiones, estas expresiones no son demostración de transparencia y sinceridad, sino de condenación, intolerancia y orgullo. Por otro lado, también hay personas que no poseyendo un temperamento fuerte logran con creces el ser escuchados y comprendidos porque dijeron la verdad con cautela y prudencia. ¡Cuántas palabras afiladas han separado matrimonios, hermanos, amigos y colegas! Jesús sabía que las palabras duras deben ser miradas con mayor profundidad cuando dijo: "cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego. (Mt. 5:22). Si sabes el cuidado que debes tener con el uso de tu boca, no te conformes con "no herir" solamente sino aprende a "sanar" con tus palabras, no seas pasivo sino activo al hablar. Lee tu Biblia para que ella obre en tu corazón y moldee tus labios, "porque de la abundancia del corazón habla la boca." (Mt. 12:34).
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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