"Y envió el rey Salomón, e hizo venir de Tiro a Hiram, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí. Su padre, que trabajaba en bronce, era de Tiro; e Hiram era lleno de sabiduría, inteligencia y ciencia en toda obra de bronce. Este, pues, vino al rey Salomón, e hizo toda su obra." - 1 Reyes 7:13-14
Si hay alguien que se hubiera alegrado y hubiera dicho un fuerte "amén" a las palabras del profeta Jeremías en Lamentaciones 3:27, "Bueno le es al hombre llevar el yugo desde su juventud", ése sería Hiram de Tiro. Su nombre significa "noble", y su historia justifica con creces ese significado. Conforme a 2 Crónicas 2:14 su madre era de la tribu de Dan y lo más probable es que ella haya vivido en el territorio de Neftalí, que se ubicaba al sur de Dan porque ambos eran limítrofes con Tiro, ciudad Fenicia en la que terminó viviendo cuando llegó a ser esposa de un artesano de aquel lugar. Allí nació Hiram.
Lejos de las tradiciones, costumbres y de la vida cotidiana de Israel en su apogeo Davídico y ahora bajo el reinado de Salomón; Hiram creció fundiendo, golpeando y bruñendo el bronce junto a su padre; un trabajo pesado y sucio debido a la gran cantidad de arcilla que se utilizaba para los moldes y afines. La vida de Hiram debe haber cambiado rotundamente cuando, sumado al trabajo pesado y demandante que lo privó de muchas otras y diversas atracciones, se sumó el hecho de que el oficio quedó bajo su entera responsabilidad teniendo que ver con dolor la muerte de su padre y la viudez de su madre.
Quizá lo que destacó a Hiram por encima de su padre fue que, además de lo que aprendió a su lado; él mismo poseía sabiduría, inteligencia y ciencia superior en toda obra de bronce que le dio un renombre destacado que trascendió las fronteras de su ciudad adoptiva.
Tanto trabajo, tantas horas invertidas, tanta habilidad y capacidad; ¿para qué?, ¿sólo para que fuera aprovechado en las costas mediterráneas de Tiro? ¿Qué razón había en tanta labor?
Y un día sucedió. El día que cambió la historia de Hiram y colocó la última pieza del rompecabezas de su vida. Ese día fue cuando recibió el llamado del rey Salomón. Lo solicitaba, no para una remodelación del palacio sino para algo sublime y único: La tarea de diseñar y construir todo lo que de bronce formaría parte del templo del Dios de Israel. La historia futura siempre recordaría quién realizó los diseños finales; y la palabra de Dios registraría por siempre el nombre de Hiram como el artífice de la obra y el escogido del gran rey Salomón para la obra encomendada.
Te invito a pensar en el yugo que llevas, en las circunstancias que vives y en las penurias que quizá atraviesas. Te invito a considerarlas como la mejor escuela para la mejor tarea que Dios tiene preparada para tu vida. Si eres un hijo o hija de Dios no tienes razón alguna para dudarlo ya que el Espíritu Santo lo confirma de esta manera, "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas." (Ef. 2:10). Sé noble como Hiram de Tiro y permanece atento al llamado del rey.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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