"Y cuando los sacerdotes salieron del santuario, la nube llenó la casa de Jehová. Y los sacerdotes no pudieron permanecer para ministrar por causa de la nube; porque la gloria de Jehová había llenado la casa de Jehová." - 1 Reyes 8:10-11
Es fantástico leer y meditar sobre todo lo que Salomón hizo para la construcción del templo; a medida que los últimos días de su padre David son mencionados en la escritura, también se registran todos sus preparativos en materiales preciosos, hierro, piedras y demás elementos que tenía en su tesoro particular a causa de su afecto en la casa de Dios. También Salomón escogió lo mejor tanto en materiales para la construcción como los obreros de la misma. La majestad del templo de Salomón no la igualó ningún otro.
Pero hubo algo que el rey no podía darle al templo, ni podía conseguirlo en ningún lugar de todo su reinado; esto es, la gloria de Dios. Ella era exclusiva e imprescindible; y era la única cosa que hizo posible que el templo fuera digno y sublime. Toda la esplendidez material que Salomón le imprimió a la edificación, todos los precisos detalles que Hiram como sabio e inteligente artesano le dio al bronce en cada mobiliario; todas las impecables vestiduras sacerdotales que sin duda portaban los levitas; nada de esto tenía valor alguno sin la gloria de Dios.
Es de temer que este sea un asunto más que olvidado y descuidado en la iglesia de Cristo, donde el espectáculo y las manifestaciones externas han enterrado para siempre el verdadero valor que la iglesia posee o poseyó: La gloria de Dios. En la vida del creyente y en la vida de la iglesia, ya no se oye decir de Cristo como lo expresara el apóstol Juan: "Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." (Jn. 1:14). Ahora se ven sólo apariencias vestidas con cientos de actividades y canciones poéticas sin contenido bíblico; hay muchos cantantes y pocos adoradores; muchos teólogos y pocos piadosos.
"Cristo en vosotros, la esperanza de gloria," (Col. 1:27), dice el apóstol Pablo; y eso es lo que hace al cristiano y a la iglesia ser lo que es; lo demás es sólo externo y prescindible. A.W.Tozer dijo: "Si Dios fuera a quitar el Espíritu Santo de este mundo, mucho de lo que la iglesia está haciendo ahora seguiría de la misma forma, y nadie notaría la diferencia." Haz que esto no llegue a ser verdad en tu vida y en tu iglesia, cultiva el corazón y no tanto la cabeza.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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