"Cuando oyó Asa las palabras y la profecía del profeta Azarías hijo de Obed, cobró ánimo, y quitó los ídolos abominables de toda la tierra de Judá y de Benjamín, y de las ciudades que él había tomado en la parte montañosa de Efraín; y reparó el altar de Jehová que estaba delante del pórtico de Jehová". - 2 Crónicas 15:8
Cierto es que cuando uno recuerda al rey Asa en la Biblia, se queda con un sabor amargo por ser uno de los reyes que comenzó bien, pero terminó mal. No hay que olvidar nunca que las buenas decisiones del presente no son garantía de las que se tomarán en el futuro. Quizá lo que entristece de este rey es su actitud hacia los que le hablaron la palabra del Señor al final de sus días cuando él no hizo lo que tenía que hacer ( 2 Cr. 16).
Pero no siempre fue así con él, y es el caso de nuestro texto de hoy; no fue una reacción vulgar o ficticia para con Dios la que él tuvo pues el contexto del capítulo nos aclara que Asa y el pueblo "de toda su voluntad lo buscaban, y fue hallado de ellos; y Jehová les dio paz por todas partes". (15:15) Siempre es favorable y enriquecedor observar cómo vez tras vez en la palabra de Dios se nos dan muestras de la forma en que ella opera en los corazones sensibles y cuáles son los resultados de su recepción no solamente con los oídos, sino en especial con el alma.
A través de toda la Biblia se puede volver a observar el mismo patrón de conducta y de reacción espontánea en los hombres y mujeres transformados. Hay un abandono o rechazo de algo, y hay una búsqueda o reparación de otra cosa; una "metanoia" (gr. - cambio de mente) radical y genuina. En el caso especial del rey Asa, la voz de Dios a través del profeta, produjo un cambio que afectó el corazón, las emociones y la voluntad; algo que siempre hace la palabra de Dios de maneras que no admiten imitación. Asa obró negativamente, es decir, quitando los ídolos abominables y también positivamente, reparando el altar de Jehová; ambas cosas van de la mano en toda genuina conversión y en toda honesta búsqueda espiritual. Quitó algo y lo llenó con otra cosa.
El profeta Isaías lo dijo de esta manera, "dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien" (1:16-17); y el apóstol Pablo describió con características similares la transformación de los hombres y mujeres de Tesalónica, recordándoles "cómo os convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero" (1 Tes. 1:9). ¿Quieres saber si en verdad la obra de Dios está siendo llevada a cabo en un alma? ¿En la tuya? Bien, medita entonces ¿cuál es tu reacción espontánea al ser enfrentado con la verdad? Si abandonas lo incorrecto y persigues lo correcto es una evidencia inequívoca. Nada por la mitad; no se trata de sacar los ídolos y dejar el altar deteriorado; y tampoco de procurar tener un altar juntamente con ídolos aún apreciados.
Es una dicha observar la obra de Dios por su palabra siempre. Procura jamás sustituir sus resultados ni en tu vida ni en ninguna otra persona.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
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