"Y Acab dijo a Elías: ¿Me has hallado, enemigo mío? El respondió: Te
he encontrado, porque te has vendido a hacer lo malo delante de Jehová"- 1
Reyes 21:20
Existe
una regla en la matemática para multiplicar números enteros que ha sido
ejemplificada a través de una ilustración que es muy difícil de olvidar una vez
que se aprende. Imaginando que todos los habitantes de un pueblo están
divididos en dos bandos, estas son las reglas que se seguirían: El amigo de mi
amigo será mi amigo (esto equivale a + por + = +). El amigo de mi enemigo será
mi enemigo (esto equivale a + por - = -). El enemigo de mi amigo será mi
enemigo (esto equivale a - por + = -). El enemigo de mi enemigo será mi amigo
(esto equivale a - por - = +).
En nuestro texto de hoy, el malvado rey Acab evidentemente
tenía un problema de aritmética espiritual puesto que trató al profeta Elías
como su enemigo cuando en realidad era su amigo. ¿Cómo es esto? Acab estaba
casado con la impía Jezabel una mujer a quien él tenía por su aliada cuando en
realidad favoreció al aumento de la maldad en su propia vida y al inminente
juicio divino sobre Israel. Elías era enemigo de Jezabel, habiendo dado muerte
a los cuatrocientos profetas de Baal (1 Reyes 18); y era quien vivía en la
presencia de Jehová y quien predicaba al rey. El profeta era en verdad un amigo
para Acab, mientras que su esposa era su verdadera enemiga.
Existen circunstancias en que reaccionamos incorrectamente, vemos
personas como enemigos quienes, en realidad, son preciosos amigos porque nos
aprecian suficiente como para hablarnos la verdad. Queremos que nos digan lo
que queremos y no lo que necesitamos y eso hace que equivoquemos nuestro
juicio. La iglesia debe estar llena de los mejores amigos ya que la palabra de
Dios nos dice "por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada
uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros" (Ef.
4:25). El apóstol Pablo bien podría entender al profeta Elías y su
situación con Acab, cuando les escribió a los gálatas "¿me he hecho,
pues, vuestro enemigo, por deciros la verdad?" (4:16). Cuando
Jesús habló con los fariseos les dijo: "Y a mí, porque digo la verdad,
no me creéis" (Jn. 8:45).
Necesitamos más hombres y mujeres como Elías en la iglesia; y
hace falta que también tengamos corazones sensibles a la verdad, examinandos
para saber apreciar a los amigos y diferenciarlos de los que no lo son sino que
nos ocasionan tropiezo. La palabra de Dios es la mejor calculadora para el
alma, nunca falla y sus ecuaciones son exactas... como las matemáticas.
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso
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