"¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, limpio
estoy de mi pecado?" - Proverbios 20:9
¡Qué pregunta! Una de las tantas preguntas retóricas que
hace la Escritura. Su respuesta negativa es obvia y sin embargo, la conversación
con diferentes personas dejará la impresión de que más de
uno responden: "Sí, yo sí he limpiado mi corazón." Esto se percibe
debido a la manera que la gran mayoría ve su propia vida: No tan mala en comparación con otros.
Este es el argumento: "Yo sí, yo he limpiado mi corazón,
porque no estoy en la misma condición que estos otros que hacen tanto daño,
estoy limpio de mi pecado... ¡bueno, algunos pecaditos siempre hay, pero no
igual que esos otros que andan por ahí, pero siempre rezo u oro o me acuerdo de
Dios cuando voy a dormir." Escuche, Salomón dice: "¿Quién podrá decir: "Yo he limpiado... y... limpio estoy..."
Este es el punto: El corazón del
hombre siempre busca validar su justicia personal, sus buenas obras y su manera
de pensar en cuanto a por qué cree que se encuentra bien con Dios. Un repaso de
varios pasajes de la Biblia es suficiente para observar que estamos en eterna desventaja delante de Dios- "¿Quién hará limpio a lo inmundo? Nadie."
(Job 14:4) "He aquí yo soy vil; ¿qué te responderé? (Job 40:4); David
dijo: "He pecado contra Jehová" (2 Sam. 12:13) "Ay de mí! que
soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de
pueblo que tiene labios inmundos..." (Is. 6:5); Pedro dijo a Jesús:
"Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador." (Lc. 5:8b). Aún
el mismísimo apóstol Pablo confesó ser el "primero de los pecadores"
(1 Ti. 1:15).
Entonces ¿cómo es posible que tantas personas sigan pensando que
sus piedades, ejercicios religiosos, creencias de tradición, rezos, buenas
obras, bondades, moralidad, ayuda al prójimo, etc pueda en manera alguna darle
la autoridad para decir: YO he limpiado mi corazón? En sus palabras dirán:
"No, no; no quiero decir YO mismo, sino que Dios lo hace", pero a la
hora de méritos, cuenta lo que ellos han hecho por Dios, lo cual lo transforma tácitamente en deudor del hombre.
La religión no salva. Existe una sola forma de contestar
esta pregunta del texto de hoy, y es esta: Nadie. ¡Qué glorioso es llegar al Nuevo Testamento y
descubrir que "Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los
pecadores" (1 Ti. 1:15). Es únicamente, por medio del sacrificio de Cristo
que uno puede decir: limpio es mi pecado - "Si decimos que no tenemos
pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad." (1 Jn. 1:8-9). ¡Sólo Cristo puede dar perdón!
¡Dios te bendiga!
-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013
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