lunes, 8 de junio de 2015

"¡SEÑOR, ESTÁ MUY CALIENTE!"

"El crisol para la plata, y la hornaza para el oro; pero Jehová prueba los corazones." - Proverbios 17:3

    La plata y el oro no son originalmente tal como los conocemos en joyerías o en anillos de bodas sino que obviamente tienen un proceso que los hace refinados y acondicionados para su comercialización. De ninguna manera tienen utilidad sin este proceso y no importa cuánta cantidad se posea, nunca será útil a menos que sean tratados primero con su limpieza adecuada.
    Es un trabajo milenario el que se conoce como afinado de metales preciosos. En el pasaje de hoy, la mención de un crisol y de una hornaza para la plata y el oro respectivamente, indican la presencia de calor intenso para poner a prueba la calidad de los mismos; e inmediatamente, Salomón dice que la única manera de probar el corazón del hombre es cuando Dios lo hace. No es posible evitar la comparación; y la única forma de comprender cómo Dios prueba el corazón es sabiendo que algo intenso tiene que ocurrir.
    La palabra "probar" es utilizada en Isaías 28:16 para referirse a Jesucristo como el Mesías, siendo él una piedra probada; que indica que era apto para su trabajo como Salvador. Esto es lo que Dios hace con los corazones que trata: Los examina en su aptitud para lo que serán utilizados.
    ¿Cómo prueba el platero que el metal ha llegado a su pureza absoluta? Observa, "Y se sentará para afinar y limpiar la plata..." (Mal. 3:3). El proceso es interesante; el platero calienta cada vez más el crisol mientras va quitando la escoria que aparece en la superficie del metal fundido; una y otra vez hace lo mismo. Cuando puede ver su rostro reflejado de manera perfecta en la superficie, sabe que la plata ha quedado completamente purificada. "Quita las escorias de la plata, y saldrá alhaja al fundidor." (Pr. 25:4)
   Así es como Dios prueba los corazones, a través de un proceso lento, costoso y con diversas pruebas, pero absolutamente eficaz y con un sólo propósito sublime; que al mirar el corazón pueda ver reflejado su propio rostro, que es el rostro de su Hijo, el Señor Jesucristo. No hay sustitutos y no hay comparación alguna. Entonces ¿por qué te quejas que sus ojos como llama de fuego penetren todas las áreas de tu vida? El hará su obra y él usará el fuego todo el tiempo que sea necesario. No temas, solamente confía; él sabe lo que hace.

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© Copyright Ricardo Daglio - 2013

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