sábado, 27 de junio de 2015

EL SILENCIO TAMBIÉN SE OYE

"El le dijo: Sal fuera, y ponte en el monte delante de Jehová. Y he aquí Jehová que pasaba, y un grande y poderoso viento que rompía los montes, y quebraba las peñas delante de Jehová; pero Jehová no estaba en el viento. Y tras el viento un terremoto; pero Jehová no estaba en el terremoto. Y tras el terremoto un fuego; pero Jehová no estaba en el fuego. Y tras el fuego un silbo apacible y delicado. Y cuando lo oyó Elías, cubrió su rostro con su manto, y salió, y se puso a la puerta de la cueva. Y he aquí vino a él una voz, diciendo: ¿Qué haces aquí, Elías?" - 1 Reyes 19:11-13

    El profeta Elías se encontraba en Horeb monte de Dios, como lo llama la escritura. Horeb es un nombre alternativo para designar al monte Sinaí, donde Moisés recibió la ley. En aquella oportunidad el legislador de Israel permaneció cuarenta días y cuarenta noches donde "no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos" (Ex. 34:28). El libro de Hebreos describe a Moisés acercándose "al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a las tinieblas y a la tempestad" (12:18).
    Quizá el profeta Elías recordaba este acontecimiento clave para la historia de la nación; puede que cuando llegó a Horeb después de andar cuarenta días, siendo él mismo un profeta temeroso de Dios como lo fuera Moisés, también pensó que una gran manifestación llena de portentos, truenos y gran sonido sería la manera en que Dios le daría a conocer su voluntad en medio de la depresión por la que estaba atravesando. Sin embargo, Elías no vio nada de Dios en todo eso; ni en el viento que rompía los montes y las peñas, ni en el terremoto y ni siquiera en el fuego. Nada de esto fue la evidencia previa de la voz del Señor. 
    Sin embargo Elías cubrió su rostro al oír el silbo apacible y delicado. El vocablo hebreo para "silbo apacible y delicado" es ni más ni menos que la palabra "silencio". Fue luego de esto que Elías oyó la voz: "¿Qué haces aquí, Elías?" ¡Qué falta hace el silencio en los hijos de Dios! "Una de las razones por las que nos deprimimos es porque el Señor parece no estar haciendo algo grande. No nos sacude con experiencias, no nos consume con sus milagros." (Courson). Es esta una gran verdad y muy importante para recordar. Si hiciéramos silencio para oír al Señor por su palabra, paso a paso, un día a la vez y en las circunstancias ordinarias de nuestras vidas; aprenderíamos como Elías que Dios no obra como nosotros le sugerimos y a nuestra manera. Los siervos de Dios necesitan oír otra vez la exhortación del profeta Jeremías "¿quién estuvo en el secreto de Jehová, y vio, y oyó su palabra? ¿Quién estuvo atento a su palabra, y la oyó?" (23:18). Los creyentes necesitan aprender a escuchar a Dios durante la semana y no esperar espectáculos los domingos en la iglesia. Escucha el silencio de Dios, no estés agonizando por experiencias con grandes estruendos; hojea tu Biblia día a día y aprecia lo que el Señor te indica a través de ella. Nada como escuchar su voz en el silencio diciéndote "¿Qué haces aquí?"

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso 

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