viernes, 26 de junio de 2015

LOS 16 APÓSTOLES

"Al tercer año de su reinado envió sus príncipes Ben- hail, Abdías, Zacarías, Natanael y Micaías, para que enseñasen en las ciudades de Judá; y con ellos a los levitas Semaías, Netanías, Zebadías, Asael, Semiramot, Jonatán, Adonías, Tobías y Tobadonías; y con ellos a los sacerdotes Elisama y Joram. Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová, y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo." - 2 Crónicas 17:7-9

    Un líder con visión y temor de Dios es la mayor bendición que una nación y cualquier grupo de personas puede poseer. Este fue el caso del pueblo de Judá y bajo el gobierno del rey Josafat; un rey que adquirió fama, riquezas y gloria; pero que también manifestó gran piedad cuando "se animó su corazón en los caminos de Jehová" (17:6). Cuando este rey aprendió a gozar de los beneficios de una vida piadosa como resultado de buscar a Dios, también dio pasos concretos para que su pueblo no quedara en ignorancia espiritual. 
    De manera que, tres años después de estar gobernando, envió a sus "16 apóstoles" para evangelizar e instruir al pueblo en la ley de Dios. Cinco príncipes, nueve levitas y dos sacerdotes fueron los encargados responsables de dar a conocer a todos lo que enseñaba Dios en su palabra. Josafat parece haber tenido una visión con mayor proyección espiritual que cualquier otro, ya que no limitó la responsabilidad de la enseñanza solamente a los levitas y sacerdotes, sino que la hizo extensiva a algunos de sus príncipes quienes sin duda alguna fueron preparados de antemano para la labor didáctica que el rey encomendó.
    El rey reconoció la importancia de que todos los líderes estuviesen preparados para poder enseñar a otros. Pero también, Josafat estaba convencido que la ley de Dios debía estar a la vista de todos a medida que eran enseñados por estos hombres enviados, y por ello el pasaje dice que lo hacían "teniendo consigo el libro de la ley de Jehová"; una indicación concreta de que no enseñaban lo que les parecía sino lo que estaba escrito y sujetándose a ello.  ¡Qué gran expectativa habría en el reino del sur cuando este grupo de misioneros iba ciudad por ciudad enseñando y proclamando la palabra! Eran los pies de los que llevaban buenas nuevas y anunciaban la paz. 
    Una iglesia crecerá cuando entienda que la evangelización de las almas no es un asunto que se remite únicamente a los pastores o líderes o evangelistas; sino a todos y cada uno que pueda tener una Biblia en su mano para leer y predicarle a aquellos que no han oído aún las buenas nuevas o que no entienden el mensaje de salvación. Hombres y mujeres preparados para extender el reino de los cielos un paso a la vez; con sus vecinos, amigos o familiares. Qué importante es para los hijos de Dios "llevar consigo" las escrituras para tener qué compartir con los que están sin Cristo. Eso es lo que se necesita; que la semilla del evangelio se siembre personalmente con la palabra y no con ideas acerca de ella; y para eso hacen falta más que pastores y líderes; hace falta toda la iglesia comprometida a ser sal y luz. ¿Nunca te imaginaste que podrías ser un enviado del Señor? Quizá un día se pueda decir de ti lo que dijo el apóstol Juan de quienes llevaron la luz del evangelio en la iglesia del primer siglo, "porque ellos salieron por amor del nombre de El..." (3 Jn. 7)

¡Dios te bendiga!

-Biblia, mate y oración-
© 2013- Ricardo Daglio -Uso personal, no distribuir sin permiso 

    


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